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Stephen King se pasa a la novela policíaca en la intensa 'Mr. Mercedes'

La obra gira en torno a la idea de la lucha del bien contra el mal, aunque las líneas, a veces, son difusas, y eso es lo que la hace más entretenida.

La obra gira en torno a la idea de la lucha del bien contra el mal, aunque las líneas, a veces, son difusas, y eso es lo que la hace más entretenida.

Balzac dijo que "en las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte". En Mr. Mercedes, la última novela de Stephen King publicada en España (Plaza y Janés, 2014), el corazón también puede reventar o ser aplastado por las ruedas de un enorme sedán gris.

Perdone, la novela se llama Mr. Mercedes, ¿estamos ante una especie de segunda parte de Christine, en la que un automóvil maldito siembra el terror? Para nada, querido lector. El escritor de Portland (Maine, EEUU) presenta un libro totalmente nuevo en su trayectoria literaria, en el que si bien están presentes la esencia, el lenguaje y la adicción de siempre, por vez primera se introduce de lleno en el terreno policíaco. Y lo hace de una manera brillante.

¿Recuerdan aquella portada en la que Rajoy prometía acabar con el paro mientras se fotografiaba en una cola del INEM? Pues trasladen esa imagen a una ciudad estadounidense en la que se convoca una Feria de Empleo y en la que, desde la noche del día anterior, hay parados haciendo cola. Entonces, cuando está a punto de amanecer, un tipo al volante de un Mercedes embiste varias veces contra esa gente que busca empleo. Balance final: ocho muertos, más heridos, y un asesino desaparecido.

Años después, un tipo se pone en contacto con Bill Hodges, un detective retirado, divorciado, obeso, consumidor de telebasura y que piensa en suicidarse. En una epístola, el desconocido confiesa ser el Asesino del Mercedes, se vanagloria del crimen e insta al expolicía a chatear con él en un chat de esos en los que la privacidad es extrema y no llega ni el FBI.

El asesino se llama Brady Hartsfield. Es joven, trabaja en una tienda de informática y reparte helados en una pequeña camioneta. Mantiene una extraña relación con su madre, instó al suicidio a la dueña del Mercedes con el que perpetró su crimen, quiere matar a Hodges y finalizar "su obra" a lo grande, con una matanza en un concierto de un grupo del estilo Hannah Montana o Auryn al que acudirán tres o cuatro mil niños.

En general, la novela gira en torno a la idea de la lucha del bien contra el mal, aunque las líneas, a veces, son difusas, y eso es lo que la hace más entretenida. Los personajes están bien construidos, aunque con quien mejor se recrea King es con Hartsfield. El tipo está loco, pero razona con lógica, mueve bien sus fichas para conseguir sus objetivos. No es un supervillano: a veces resulta patético y falla. Salió indemne de su obra maestra -la matanza con el coche-, y cree que acabar con Hodges será igual de fácil. Se equivoca. Al principio, el policía le gana -y sobradamente- la partida hasta que, claro, Hartsfield mete la quinta y se convierte en 'un malo' de los que asustan de verdad.

Y hasta aquí se puede contar. Lean la novela. Tiene casi 500 páginas, pero si les engancha, la devorarán en tres o cuatro tardes.

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