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Las 'veladuras misteriosas' de Sevilla

Probablemente, no hay ciudad, en el mundo, que haya suscitado tanta literatura como la capital hispalense.

Los Libros: Las 'veladuras misteriosas' de Sevilla

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Probablemente, no hay ciudad, en el mundo, que haya suscitado tanta literatura como la capital hispalense.

Al acompañar a Federico Jiménez Losantos a Sevilla, parece lógico, casi obligado, recomendar a los oyentes un libro que les permita comprender y sentir a esa ciudad. ¡Vaya tarea! Probablemente, no hay ciudad, en el mundo, que haya suscitado tanta literatura. ¿Cómo elegir? Entre los libros de categoría, uno que coincida con mi personal visión: que huya de los tópicos, de la "charanga y pandereta" machadiana.

Siempre he defendido que, por debajo de la Sevilla superficial, folclórica, turística, hay otra más recóndita, mucho más bella: "Sevilla para herir", dijo Federico García Lorca. Es una ciudad "de secreto interior, de veladuras misteriosas", como la definió Joaquín Romero Murube en un libro clásico, que les recomiendo absolutamente, si desean acercarse a ese enigma: Sevilla en los labios, de Joaquín Romero Murube.

Nota editorial: éste es un libro clásico, que apareció por primera vez en 1938 y, de nuevo, en 1943 (Barcelona, ed. Luis Miracle: es la edición que yo leo). Se ha reeditado varias veces en ediciones populares – por ejemplo, del ABC, en Biblioteca Hispalense – : no están en las librerías pero pueden encontrarse fácilmente en internet, de segunda mano (en la Casa del Libro, ofrecen un ejemplar a 3 euros; en Amazon, a 8).

Joaquín Romero Murube (1904-1969), poeta sevillano, formó parte del grupo "Mediodía", vanguardista, cercano a la generación del 27. Desde 1934 hasta su muerte, fue Director de los Reales Alcázares, donde una placa recuerda su nombre, igual que el premio de artículos periodísticos creado por el ABC de Sevilla.

A Romero Murube no le gustan las "sevillanerías" ni el tipismo: busca una Sevilla universal y clásica,"hacia dentro". La encuentra en Bécquer, poeta interior: "Allí hablan el aire y la onda, y el fuego y el huracán, y la niebla y la mirada, y la flor y el eco, el recuerdo y el aura, el mar y el misterio, y esa zona de ángeles, que no es vida, pero que tampoco es de muerte, la región de los espíritus".

Advierte Romero Murube la melancolía que hay detrás del ruido de una fuente o en el fondo de una alberca sevillana. Nos hace sentir la oculta delicia del compás de un convento, en la hora del atardecer, con las primeras brisas: "Un débil reflejo de oro agranda por las paredes la sombra de las flores. La portera – esta viejecita tan sevillana, tan limpia, que nos ha abierto al entrar – riega cuidadosamente las macetas. Huele a tierra mojada. Las albahacas, los jazmines, los nardos dan la fragancia delirante de sus hojas. Y, cuando mayor es el silencio y la paz del atardecer, suena la esquila en la espadaña: la oración".

Nos enseña también a ver la luz de la Semana Santa, esa "luz dentro del alma": "Por esta vira de oro de la tarde de marzo, viene Jesús Nazareno".

Uno de sus herederos literarios, Antonio Burgos, le escribió una hermosa carta: "Querido Joaquín Romero Murube, que estarás en los cielos que perdimos desde que te fuiste de esta Sevilla que tenías en los labios..."

En los labios, en el corazón y en la sensibilidad de hondo poeta. Harán bien en leerlo los que, además de disfrutar, deseen adentrarse en esta ciudad, tan colmada de belleza y de misterio.

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