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Tensión en la rueda de prensa sobre los restos de Cervantes: "¡Mójense!"

El doctor Echeverría ha avanzado que habrá una tercera fase en la investigación en la que se tratará de extraer ADN de los restos encontrados.

El anuncio del hallazgo de los restos de Miguel de Cervantes no ha estado exento de polémica. En un primer lugar, los investigadores han confirmado que han hallado los restos del autor de El Quijote en la cripta de la iglesia del convento de las Trinitarias.

"Es posible considerar que entre los fragmentos" encontrados en la cripta de la iglesia de las Trinitarias "se encuentran algunos" pertenecientes a Miguel de Cervantes, sin "discrepancias", conclusión a la que llegan, según ha avanzado el doctor Echeverría, "a la vista de toda la información generada en el caso del carácter histórico, arqueológico y antropológico".

Los investigadores han explicado que han aparecido restos muy descompuestos asociados al escritor, a su esposa, Catalina de Salazar, y a las primeras personas enterradas en la iglesia primitiva, que estaba ubicada en un punto distinto al actual.

"¿Cómo vamos a titular mañana?"

Sin embargo, ante una serie de contradicciones y, sobre todo, ante el uso de "es posible" en lugar de una afirmación más contundente, los periodistas han pedido a los investigadores que confirmen que las conclusiones son definitivas, que hablen de certezas. "¡Mójense!", les han increpado, seguido de un aplauso cerrado por parte de los medios de comunicación. "¿Cómo vamos a titular mañana?, díganoslo, les pido por favor", han insistido varios profesionales.

"No hemos podido resolver con certeza absoluta, por eso somos prudentes. Estamos convencidos de que tenemos algo", ha asegurado el forense. "Es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias -en las que se cree que hay diez adultos, cinco niños y dos indeterminados- se encuentran algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes", ha añadido.

Se trataría de los restos de 17 cuerpos, que fueron inhumados entre 1612 y 1630, ubicada al contrario de lo que se pensaba hasta ahora en un lugar distinto al actual, y que fueron trasladados a la cripta entre 1698 y 1730, en el momento en que estaban terminando las obras de construcción del convento.

Precipitada rueda de prensa

La tensión en la rueda de prensa, que casi se ha alargado dos horas, ha ido en aumento. Los investigares han apuntado a la "presión mediática" cómo causa de una precipitada rueda de prensa, aunque más tarde, la antropóloga Almudena García Cid ha matizado sus palabras, señalando que la premura se debía a la necesidad de explicar el hallazgo tras la "publicación en los medios de comunicación de informaciones que no salían de su equipo". "Los resultados de la investigación no hubieran variado de aquí a una semana", ha añadido, también entre aplausos. El auditorio estaba más que dividido.

Para tratar de tranquilizar a los escépticos periodistas, en un ambiente por momentos hasta violento, el doctor Echeverría ha avanzado que habrá una tercera fase en la investigación en la que se tratará de extraer ADN de los restos encontrados, estudios de "carácter bioquímico" que, sin embargo, tampoco serán determinantes puesto que no se puede realizar un cotejo.

De esta manera, el que iba a ser un anuncio a bombo y platillo de los restos de Cervantes, a meses de que comiencen los festejos por el V aniversario de su muerte, se ha convertido en un discurso inconsistente dado por finalizado con esta frase, cargada de malestar, por parte de uno de los científicos: "La única certeza absoluta solo se da en la metafísica".

"Hemos contribuido a la historia"

Pero sean o no esos restos de Cervantes, el Consistorio no quiere dejar pasar la oportunidad de usarlos como reclamo turístico. Ana Botella ha confirmado conversaciones con el Obispado para que la tumba sea abierta al público.

"Cervantes es una persona que no se puede separar de la cultura española.  Hoy hemos contribuido a la historia y la cultura de España", ha recalcado Botella. Esta investigación ha costado 124.000 euros y ha estado apoyada por el Ayuntamiento de Madrid.

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