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El músico que endemonió a Stalin

El ruido del tiempo se adentra en la vida de Shostakóvich y su tensa relación con el régimen soviético.

El ruido del tiempo se adentra en la vida de Shostakóvich y su tensa relación con el régimen soviético.
Dmitri Shostakóvich | Cordon Press

"En cuanto a su música: no se engañaba pensando que el tiempo separaría la buena de la mala (…). Estaba demasiado desencantado para eso". Así reza uno de los estupendos soliloquios en tercera persona que pueblan la nueva novela de Julian Barnes (Leicester, Reino Unido, 1946). Y resulta oportuno para hablar de un magno conjunto de óperas, sinfonías, cuartetos, del que solo parece haber sobrevivido para el gran público un vals, quizá el más popular de los escritos en el siglo XX. Una pieza menor, aunque cargada de ironía, que en cierta forma representa a su protagonista, el ruso Dmitri Shostakóvich (1906-1975): el tiempo ha sido tan arbitrario e injusto con su obra como lo fue con él la vida.

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El ruido del tiempo. | Portada

Partiendo de la velada en la que Stalin asistió a la representación de la ópera Lady Mcbeth de Mtsensk, que causó disgusto al dictador por su aire formalista, alejado del pueblo, y provocó la desgracia de Shostakóvich, el lector asiste a la relación repleta de altibajos entre un ciudadano acosado y un sistema de poder que le despreciaba y le necesitaba a partes iguales. Ese sistema lo convirtió en un paria, lo elevó a músico oficial de la URSS y le obligó a pronunciarse en contra de colegas como Stravinsky y Prokófiev. El ruido del tiempo es literatura biográfica sobre un compositor pero apenas hay música en sus páginas. Barnes ha preferido centrarse en la aniquilación moral y creativa que un régimen totalitario, en este caso el comunista, es capaz -sí, en tiempo presente- de causar en un artista.

El autor británico demuestra haberse documentado profusamente en la figura del compositor: en un puzzle narrativo en el que es fácil perderse al principio, traza un ejemplar retrato del padre-hijo-marido-compositor-víctima, en un estilo aséptico; la sombra de El proceso planea más de una vez en esta odisea del héroe contra la absurdidad. La prosa de Barnes no busca generar emociones: esta cerebral novela persigue despertar una reflexión sobre la manipulación de las masas, la complicidad de la prensa y la impotencia del individuo en tiempos de injusticia. Encuentra sus mejores momentos en la invención de imágenes poderosas, como la del protagonista acudiendo cada noche, maleta en mano, al ascensor de su edificio, esperando a ser detenido sin perturbar el sueño de su familia, o en las disertaciones, repletas de suculentos aforismos ("Lo mejor es empezar la vida con un estado mental alegre y abierto (…) y después, cuando llegas a entender mejor las cosas y a las personas, desarrollar un sentido de la ironía, que ayuda a atenuar el pesimismo y a producir armonía"). También resulta interesante su glosario de personalidades de la época y cómo reaccionaron cada una de ellas a la barbarie estalinista. Y por encima de todo, un homenaje al reivindicable, torturado talento de Shostakóvich. Seguro que su Vals nº2 no les vuelve a sonar de la misma forma.

Julian Barnes. El ruido del tiempo, Barcelona, Anagrama, 2016. 199 páginas, 16,90 euros. ISBN: 978-84-339-7955-1.

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