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Antonio Iturbe: "Creo que Saint-Exupéry no se suicidó, lo abatieron"

El periodista y escritor aúna su fascinación por el autor de El Principito y su pasión por los inicios de la aviación civil en A cielo abierto.

El periodista y escritor aúna su fascinación por el autor de El Principito y su pasión por los inicios de la aviación civil en A cielo abierto.
Antonio Iturbe en la Fundación Infante de Orleans | Seix Barral
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Antoine de Saint-Exupéry decía que escribir era una consecuencia. En el caso del periodista Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967), escribir ha sido el resultado de una fascinación. O más bien de dos. Por un lado, por el autor de El Principito y, por otro, por el aura de romanticismo que envuelve a la profesión de piloto en los tiempos en los que la aviación era incipiente.

Iturbe se ha alzado con el Premio Biblioteca Breve 2017 con A cielo abierto (Seix Barral). La novela arranca a principios de los años 20 con el nacimiento en Francia de la Sociedad de las Líneas Latécoère, una línea de correo postal aéreo que unía Toulouse y Senegal. En ella ingresan tres pilotos, Henri Guillamet, Jean Mermoz y Antoine de Saint-Exupéry, tres valientes pilotos que "se alzaron sobre la mediocridad" al jugarse la vida cada día "en aviones casi de papel y de motores inciertos". "Era un oficio que realizaban sin darse la mayor importancia" pero que les llevó a hazañas increíbles como sobrevolar desiertos o cruzar los Andes "buscando pasillos entre montañas como si fueran piernas de gigantes".

La vida de estos hombres es una "lección de valor que deberíamos aprender", dice. "Nuestro propio confort nos encarcela. Todos ellos murieron jóvenes pero tuvieron vidas extraordinarias. Es una enseñanza. Lo que creemos que nos protege nos marca de tal manera que nos anula. La seguridad también mata: a la emoción, a la curiosidad, a sentirnos vivos. Hay que hacer que este paseo por este mundo valga la pena", incide el escritor.

Iturbe lamenta que El Principito "ha opacado otros grandes libros de Saint-Exupéry" sobre sus fabulosas aventuras en el aire como Vuelo nocturno (1931) o Tierra de hombres (1939). "El Principito nació como un libro de encargo, cuando el aviador llegó a Nueva York bastante deprimido tras la ocupación de Francia por parte de los nazis", recordó. Iba a ser un libro infantil para Navidad y se convirtió en una filosofía de vida. "Quizás el personaje del Principito es el niño que fue Saint-Exupéry y el piloto es su versión adulta".

"A pesar de que era un gran aventurero, Saint-Exupéry era extremadamente inseguro, era una persona muy frágil", cuenta. Sin embargo, no cree que el autor francés más vendido en el mundo dejase esta vida por propia voluntad. "Nadie puede saber con certeza qué pasó ese día. Hay tres tesis: el suicidio, que lo abatieran en vuelo o que decidiera tirarse al mar. Personalmente, creo que no se suicidó. No casa con la filosofía de vida. Tampoco creo que fuera culpa de una avería, no era común que se estropease un motor en esa época. Me decanto por la idea de que fue derribado. Quiero creer que cuando vio venir el Stuka –un avión de ataque– no sintió pánico sino que asumió que era su destino y afrontó la muerte con naturalidad".

Calcula que la novela es un 80% de realidad y 20% de ficción y sostiene que es una "ficción inducida" basada en la lectura de la correspondencia personal de Saint-Exupéry, sobre todo cartas dirigidas a su madre, sus libros de vuelo y otras novelas como Al oeste con la noche (1942) de Beryl Markham, pionera de la aviación en África. "La licencia más gorda que me he tomado es una ensoñación de Jean Mermoz en la que aparece Amelia Earhart y me imagino qué se hubieran dicho, cómo él hubiera flirteado y cómo ella le hubiera dado un quiebre".

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