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Castro, menos viejo que traidor

Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades; presidente, Congreso, tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El Gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada, y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos, y el pueblo palpitaba de entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho, y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba al pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada: sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro.

(Fidel Felón, La Historia me absolverá. Reproducido en el Viaje al corazón de Cuba de Carlos Alberto Montaner, que se acaba de reeditar. Este viernes entrevistaremos ––con música de fondo–– al maestro: ruegos, preguntas y comentarios, en Comentarios).

***

El que avisa, Fernando Díaz Madrigal... Más Canetti.

El gesto del saber:

uno saca un libro, lo va abriendo velozmente por distintas páginas y tiene algo que comentar sobre todas y cada una. La otra persona, que no puede seguir aquellos saltos, siente asombro y envidia.

Una tempestad que dure

una semana entera. Oscuridad por doquier. Leer sólo cuando caigan rayos. Recordar lo leído a la luz de los rayos y unirlo.

Leer

hasta no entender ya frase alguna; sólo eso es leer.

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Lecturas: Naciones de rebeldes (Manuel Lucena Garrido), el infecto Un nuevo mundo feliz de Cristovam Buarque, que echaré a los leones cuando no estén mirando los de la protectora de animales, y El maestro de almas de la Némirovsky

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