Menú

El febril paseante

Es fama que, en noches de insomnio, abandonaba su casa de Bloomsbury y caminaba durante horas hasta salirse de Londres. A esas horas, las calles ruidosas, mugrientas y enfangadas que subrayan las desdichas de sus personajes lucirían silenciosas y lóbregas.

El escritor más famoso del mundo, cuyas lecturas públicas en atestados salones provocan desmayos de damas, pasea a grandes zancadas, enfebrecido, por un fantasmal Londres victoriano. En el sueño del hogar han quedado Catherine, su esposa, y sus diez hijos. La energía de Dickens no está hecha para la vida ordenada del padre de familia.

El niño pobre y típicamente dickensiano que él mismo fue, empleado infantil en una fábrica de betún, con un padre que entraba y salía de prisión, con una familia acostumbrada a una precaria supervivencia, se juramentó para conseguirlo todo de aquella ciudad feroz en algún momento de sus lecturas juveniles de El Quijote, de las novelas españolas de pícaros, de Los viajes de Gulliver, de Robinson Crusoe y del Tristram Shandy.

La energía de Dickens esculpió en el barro y el hollín el alma brutal y a veces compasiva de la ciudad. Fue un caricato genial, un humorista ingenioso, un observador agudo, un reformador comprometido, un crítico implacable de los vicios y los abusos del Estado. Dickens no estaba interesado en la singularidad psicológica, en la innovación formal o en los significados sutiles, y por eso exasperaba a Henry James o suscitaba el desdén aristocrático de Virginia Woolf. Dickens es el contador de historias instintivo y torrencial que convierte los conflictos sociales en dilemas morales individuales. La violencia y la injusticia del mundo en el que viven los miserables de sus novelas exigen no un lenguaje impresionista como el de James ("La novela es una impresión directa y personal de la vida", dijo el autor de La copa dorada), sino el trazo del sumario y la sátira, quizá un material algo más tosco que el lenguaje sutil y la orfebrería del alma de su coetánea Elizabeth Gaskell, pero sin duda el único capaz de extraer un sentido de las penalidades humanas. Y, no obstante, cuando, en 1852, Dickens inicia la publicación seriada de la que será su obra maestra absoluta, Bleak house (Casa desolada), su estilo se transforma y su genio demuestra que es capaz de superar en profundidad psicológica y riqueza de la trama a todos los innovadores, frente a los cuales Dickens siempre ha sido considerado un autor popular y superficial. Es curioso, pero, en nuestra literatura, también Galdós fue calificado como autor "garbancero" por autores con una vocación innovadora sincera y hasta cumplida pero que no han resistido el dictamen del tiempo con la entereza del creador de Miau.

Con Casa desolada, Dickens mostró mucho antes que Sartre que las palabras son actos y tienen consecuencias. Su demoledor retrato del sistema judicial británico inspiró una corriente de opinión pública que acabaría obligando al Gobierno a reformarlo en 1870. Pero su mayor efecto fue de naturaleza literaria. Casa desolada anticipa el arte de la novela del siglo XX y prefigura su tema principal: el individuo de la ciudad, solo, mugriento y aplastado por la violencia, la sinrazón y el poder, ese individuo que, a pesar de todo, no ceja en su empeño de caminar a través de la noche, en busca del sentido.

Herramientas

LD Libros en...

5
comentarios
1 jlh, día

En el programa del otro día Juan Pablo Cardenal contó que uno de los secretos de la economía china era que en los últimos 30 años los salarios de los trabajadores chinos se habían mantenido, mientras el PIB chino había subido mucho (no recuerdo cuanto) lo cual suponía en la práctica la esclavitud del pueblo chino. Pues bien, precisamente la semana pasada mi hermano comentó que desde que él había empezado a trabajar hace unos 20 años los sueldos medios no habían subido prácticamente nada (entonces estaban en el entorno de las 150 – 200 mil pesetas, y ahora anda por los 1.000 euros) pero los precios de los pisos se habían multiplicado por 4 ó 5 (incluso ahora, después de la supuesta bajada). Esto supondría que, en la práctica, el pueblo español está en las mismas condiciones de esclavitud económica que el pueblo chino. ¿Dónde está el truco de esto? El truco está en cómo se calcula el IPC: se ha excluido el precio de los pisos. La excusa para excluir el precio de los pisos en el IPC es que dicen que si se incluye “se desvirtúa” el IPC. Obviamente, esto es sólo una burda mentira. La realidad es que si se incluye el precio de los pisos en el IPC, los ciudadanos españoles se darían cuenta de su realidad económica y de cómo ha bajado nuestro poder adquisitivo desde la muerte de Franco hasta nuestros días. Y eso es algo que nuestros políticos “demócratas” no están dispuestos a consentir.

2 jlh, día

Calculemos a ojo (recalco que es un cálculo muy burdo, pero creo que servirá para hacernos una idea). Los pisos han multiplicado su valor por 4 ó 6 de media en los últimos años, lo que supone unas subidas entre el 400 y el 600%. Mientras, en esos años el IPC (en el que no se ha incluido esas subidas de los pisos) ha rondado el 3%, lo que supone que en los 20 años que hace que empezó a trabajar mi hermano los sueldos han subido, vinculados al IPC, un 60 – 80%. (Como digo, todo esto es muy aproximado, como demuestra el hecho de que los sueldos medios no han subido ese 60 – 80% que deberían haber subido según el IPC). Por tanto: Subida del IPC en los últimos 20 años: 400 – 600%. Subida de los sueldos en los últimos 20 años: 60 – 80%. Dado que la compra de un piso es el principal gasto de una familia, es obvio que el nivel adquisitivo de las familias españolas ha bajado muchísimo desde que murió Franco. O, dicho de otra manera: la democracia ha machacado a la clase media española. Y el truco para machacar a esa clase media española ha sido trucar el cálculo del IPC, eliminando de él los precios de los pisos. Porque creo que habría sido insostenible que un año en el que el IPC anual real (incluyendo los precios de los pisos) hubiese sido del 100%, subir los sueldos un 3% y que la gente se hubiese aguantado.

3 jlh, día

CONCLUSIÓN: Los ciudadanos españoles estamos en unas condiciones de esclavitud económica comparable a la de los ciudadanos chinos. Y el truco que han utilizado nuestros gobernantes para imponer esa situación sin que haya una verdadera revolución, incluso sin que la mayoría de la gente se de cuenta, ha sido no incluir en el cálculo del IPC los precios de los pisos. Por tanto, debemos exigir a nuestros gobernantes que se incluya en el cálculo del IPC el precio de los pisos, y que se actualicen los cálculos del IPC de los últimos 40 años, para que se haga público hasta qué punto los ciudadanos españoles hemos perdido poder adquisitivo desde que murió el Generalísimo.

4 jm67, día

Estoy perplejo. Perdone, señor comentarista, pero, se ha dado usted cuenta del título del articulo que ha comentado? Aoguma vez ha oído hablar de un tal Dickens, Charles?

5 jlh, día

jm67, mi comentario va al hilo del último programa de LD Libros, como explico al principio, que entiendo que es totalmente apropiado comentarlo en el blog de LD Libros inmediatamente posterior a dicho programa. Además, entiendo que si los señores que hacen este blog no creyesen que en dicho blog se hiciesen comentarios referidos a sus programas, lo dirían, y no haría falta su labor de moderador. En caso contrario, es decir, si mi comentario ha parecido inapropiado a los Titos Mario y Víctor, pido humildemente disculpas. Un saludo, señor moderador espontáneo.