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Víctor Gago y 'La viuda embarazada'

Siempre renovamos el post mirando por el espejo retrovisor al último programa. Hoy no; hoy nos ha dado por mirar para delante, al programa que viene, en el que Víctor Gago hablará de lo último de Martin Amis más o menos así:

No me interesan el tema principal (el sexo como forma de poder, la fascinación y la resistencia a los usos, abusos y patologías de una sociedad sexualmente liberada: por lo demás, el tema del mejor Amis, el de sus primeras novelas) ni los temas que acompañan al tema principal (la belleza física como religión de una sociedad postreligiosa, la pervivencia de sutiles códigos clasistas que determinan el carácter, el reflejo de la literatura en la vida) ni la época y el ambiente de la liberación sexual de los años 70, decorado y, en gran medida, objeto de observación de La viuda embarazada, nueva novela de Martin Amis, un relato de costumbres con toques de sátira y de camino de iniciación para su protagonista, el poeta veinteañero Keith Hearing. Ahora bien, Amis es un maestro del arte de contar, nadie consigue como él convertir un tema y una época insulsos en una fiesta del lenguaje y un prodigio de la construcción de escenas y de la estructura de la narración. Lo que aquí se cuenta, un verano iniciático de un grupo de chicos y chicas ingleses, veinteañeros en un castillo de Italia, en 1970, seis años después del fin de la prohibición de El amante de Lady Chatterley, cuando el viejo orden moral se ha derrumbado, pero el nuevo no acaba de nacer (de ahí el título: La viuda embarazada viene a ser la sociedad con los dolores de parto de una nueva moral y, al mismo tiempo, de luto por el orden caído) puede ser la historia de otras novelas sobre otros veranos de cuerpos jóvenes descubriéndose en el espejo de Narciso. El talento de Amis, lo que le convierte en un escritor de genio, consiste en la fuerza de un lenguaje vertiginoso por la velocidad de las imágenes, los juegos de palabras, los guiños, a menudo paródicos, a temas de la tradición literaria, la composición cubista de las escenas, que obliga al lector a un ejercicio de distancia y cercanía para ver lo que el narrador le está mostrando, la audaz estructura de un relato que empieza a destruirse a sí mismo hacia la mitad del libro, como si la promesa de un heredero libre y soberano, el huérfano hedonista y ensimismado que el nuevo orden moral (la viuda embarazada) promete a partir de los acontecimientos de mayo del 68, fuera solo un espejismo, un reflejo movedizo en el estanque de Narciso.

Este fragmento muestra los temas menores (o a mí me lo parecen, hoy en día) y la prosa mayor del señor Amis, así como la excelente traducción del señor Jesús Zulaika:

Helos aquí en la Década del Ella, pero todos ellos estaban en la cúspide de Narciso. Porque podían recordar cómo era antes: el peso sobre el individuo era más liviano en el tiempo en que uno vivía su vida automáticamente… Eran los primeros que se adentraban en ese mar silente, donde la superficie es un escudo que quema como un espejo. Abajo, al lado de la gruta, al lado del cenador, se tendían medio desnudos, en sus instrumentos del anhelo. Eran los Ojos, eran los Yos, eran reflejos, eran luciérnagas con sus órganos luminiscentes.

El señor Amis pide un lector laborioso y creador, la clase de lector que no se contenta con historias lineales y literales de escritores a los que "se les entiende todo", como los señalaba despectivamente Roberto Bolaño, incluso con nombre y apellidos (Pérez Reverte, Muñoz Molina, Sánchez-Dragó, Juan Manuel de Prada…). A cambio, La viuda embarazada recompensa con creces al lector-creador con el placer de los arlequines, del que hablaba Nabokov, el placer del juego inagotable con el mundo.

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Pero, vamos, que como una cosa no tiene por qué quitar la otra, si quieren les cuento que en el programa del sábado pasado hablamos de El cero y el infinito, de una obrita dura de O'Connor, de China y sus contrastes, de Nikolái Gógol y de la poesía de Colinas con el propio Colinas, que a los postres incluso se puso a recitar. Los audios, aquí y aquí.

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Lecturas: Código Best Seller, de Sergio Vila-Sanjuán:

Existe una tendencia muy acusada en la crítica cultural contemporánea a denunciar que los best sellers lo son exclusivamente gracias al marketing, que su interés cultural resulta nulo y que se trata, en suma, de productos de confección para el mercado. En algunos casos puede ser así. Pero la mayoría de los best sellers, al menos los realmente grandes, suelen nacer de un interés genuino de su autor por un determinado tema. Es muy dudoso que el marketing en sí mismo pueda colocar a gran escala lecturas que no presenten cierto atractivo por sí mismas. (…)

Con Nora, sostenemos que los libros populares marcan y a la vez son indicativos de la sociedad que los ha promocionado, y que ya es momento de empezar a tomárnoslos en serio como objeto de estudio.

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comentarios
1 Justivir, día

…lo que no me termina de quedar claro es si esa consideración despectiva de Bolaño respecto a los escritores lineales, a los que todo se les entiende, es compartida por mi apreciado Víctor. Observando su afecto por el tal Bolaño, tal vez sea así, aunque me consta que él tampoco elude ni desprecia la lectura de un Poe (¿es lineal Poe?) ni de un Stephen King (¿se le entiende todo a King?) He de confesar que de Amis yo sólo he leído su “Koba el temible” y tuve la impresión de estar ante un escritor “aristocrático”. Tal vez el calificativo me haya salido tan grueso como el de “lineal”, así que voy a tratar de explicarme: un autor que se deleita con su propia experiencia vital y se complace por igual en halagar o denostar la de su parientes, amigos y ex amigos. Por el momento, vuelvo de nuevo a Cervantes. ¿Es lineal Cervantes?