Las escasas ocasiones en las que el cantante David Bowie sale de su piso, se coloca su gorra, elige ropa casual y disfruta de ser uno más en Manhattan. El artista que interpretó a Major Tom, al Duque Blanco o a Ziggy Stardust no actúa desde 2006, no ha grabado una canción desde hace nueve años, y no concede entrevista ni apenas aparece en público.
Desde que en el verano de 2004 sufriera un infarto agudo en Scheessel (Alemania), Bowie tomó conciencia de su mortalidad para volver a nacer como un hombre muy distinto, "amante esposo, padre entregado, artista dedicado a la pintura, la fotografía y la lectura", según lo describe MujerHoy.
Hace cuatro años, en una gala benéfica organizada por su esposa, la modelo somalí Iman Abdulmajib, declaró que su mente "funciona como un queso suizo. Tengo agujeros increíbles en mi memoria". "Hoy soy una máquina limpia", añadió refiriéndose a los estragos de años de adicción a la cocaína, al alcohol y al tabaco; tiempos borrosos que exprimió junto a su primera esposa, Angie, con la que compartió aficiones y amantes.
"Saludable y feliz"
Con Abdulmajib, Bowie tiene una hija, Alexandra, nacida en el año 2000. El masivo ataque cardíaco fue el definitivo punto de inflexión. "Cuando estaba en el hospital, pensó: '¡Qué coño hago aquí!' -afirmó en el diario Observer un amigo–. Tenía ya toda la fama y fortuna que quería, pero lo que realmente ama en este mundo, Iman y Lexi, lo tenía en su casa de Nueva York. Entonces decidió dejarlo todo".
La escasez de noticias suele dar lugar a rumores. Los más habituales sobre él hablan de su frágil salud, aunque justo antes del verano Iman lo desmentía vía Twitter: "Está saludable y feliz". De hecho, así se le pudo ver en su última aparición pública, en abril, en otro acto benéfico organizado por su mujer.