Con setenta y un años cumplidos se ha muerto en Viera (Florida, Estados Unidos) Alfonso Sáinz, nombre muy importante en los anales de la historia del pop español, pues fundó el que está considerado por muchos tratadistas el mejor conjunto instrumental de su época, Los Pekenikes. El destino ha querido que, con pocas fechas de diferencia, se haya marchado también de este mundo Antonio Morales (Junior) que perteneció como cantante de la banda casi en sus inicios, tras sustituir al que fuera su primer vocalista, Eddy Guzmán.
Fue en el domicilio madrileño de la familia Sáinz, un sótano en la calle de la Montesa, donde Alfonso, su hermano Lucas y unos amigos comenzaron aquella aventura singular de introducir una nueva música a base de amplificadores y guitarras eléctricas, las primeras que sonarían en una España donde lo habitual era la zarzuela o la copla. La primera actuación, digamos oficial del grupo, sucedió el 19 de marzo de 1959, en el Instituto Ramiro de Maeztu, de la calle de Serrano. Se han cumplido ahora cincuenta y cinco años de un evento que marca el inicio de una música entonces etiquetada simplemente como moderna y que, con el paso de los años sería conocida como pop, abreviatura de popular. Alfonso Sáinz era el "alma mater" del conjunto, quien aglutinaba a otros entusiastas músicos, entre los que se hallaban Pepe Nieto, maravilloso batería e Ignacio Martín Sequeros, estrecho colaborador de aquél, con quien compuso muchos de los celebrados títulos de Los Pekenikes.
Hoy, Ignacio es el único que continúa manteniendo al grupo en activo, aunque sólo sea circunstancialmente, en época veraniega. Toca el contrabajo, desde aquellos lejanos años en los que, el primero que tuvo entre sus manos, era prestado. Sus compañeros se familiarizaban con unas guitarras acústicas con pastillas Kustom. El primer bajo eléctrico que se fabricó en España fue adquirido por Los Pekenikes, tras desembolsar en 1964 cuatrocientas mil pesetas, abultada cifra que ninguna banda rival podía satisfacer. Hay que recordar que estos músicos eran aficionados, estudiantes del mencionado instituto. Alguna actuación bien pagada sí que les surgió, como aquella en el chalé que ocupaba en Puerta de Hierro (elitista urbanización madrileña) el depuesto Presidente argentino Juan Domingo Perón; una fiesta por la que percibieron ¡mil pesetas! Cantidad más que notable. Desfilaron por los más populares programas radiofónicos, en uno de los cuáles, su presentador Ángel de Echenique, de Radio Intercontinental, dio en bautizarlos como Los Pekenikes. Quienes asimismo debutaron en una Televisión Española en blanco y negro. Animarían las matinales del Circo de Price de los primeros años 60. Y llamaron la atención de los directivos de Hispavox, la firma con la que iniciaron sus trabajos discográficos, en los que cantaban hasta que decidieron convertirse únicamente en grupo instrumental.
Su debut se produjo en 1961 con un Ep que contenía sus versiones de "Apache", "Ramona", "Jinetes en el cielo" y el chotis "Madrid". Mezclaban temas tradicionales y clásicos del rock americano, entonces prácticamente inéditos aquí. Magnífica fue su versión de "La bamba", con Juan Pardo de solista, que había sustituido a Junior. Asimismo versionaban los primeros éxitos de Los Beatles. Cuando lanzaron su adaptación de "Los cuatro muleros", con guitarras eléctricas, de la conocida copla popular que había armonizado treinta y tantos años antes Federico García Lorca, lograron el primer disco de oro que concedía Radio Nacional de España. Allí puede decirse –año 1964- que se consagraron Los Pekenikes, quienes agregaron otros números muy apreciados en su extenso repertorio: "El vito", "El soldado de levita", "El tururú", "Tengo una muñeca"… Desde luego su prestigio creció un año más tarde cuando fueron teloneros de Los Beatles en la primera de sus dos actuaciones españolas, la de la madrileña Plaza de Toros de Las Ventas.
Ahora bien: en su afán perfeccionista, buscando aire nuevo y una línea más personal, Alfonso Sáinz insuflaría su enorme talento como compositor, amén de su reconocida valía como instrumentista: tocaba el saxofón. De aquella faceta, surgiría en 1966 su llamativo "Hilo de seda", que llegó al número 1 de las listas; y también "Trapos viejas", "Lady Pepa", "Frente a palacio", "Arena caliente", "Tiempo y ritmo", "Cerca de las estrellas"… Sin olvidarnos de sus adaptaciones de "Sombras y rejas", "Romance anónimo", "Embustero y bailarín"… En esas creaciones, Alfonso encontró siempre una excelente colaboración tanto en su hermano Lucas como en el antes mentado Ignacio Martín Sequeros. Hubo un intento de que Los Pekenikes se introdujeran, años antes, en los Estados Unidos, pero aunque editaron algún disco no consiguieron el objetivo perseguido.
La notoriedad del conjunto se mantuvo hasta 1970 y después se produjo una escisión entre sus componentes, derivando en la chusca situación de que surgieron dos formaciones con igual apelativo. Pepe Nieto era quien la había registrado a su nombre. Para entonces, nuestro ahora finado protagonista, Alfonso Sáinz, había abandonado la banda al asentarse en Orlando (Florida), donde comenzó a ejercer de ginecólogo, especialidad que le brindaría prestigio médico y próspera economía familiar. Estaba casado con la norteamericana Pamela Wilson, de la que se divorció para contraer nuevo matrimonio con Tanya Yordonava. Tuvo cuatro hijos, que le dieron cinco nietos y éstos, dos bisnietos. Consiguió el título de piloto, tuvo avioneta propia y varios automóviles de alta gama pues conducir, era otra de sus pasiones, que compartía con su hermano Lucas. Su carácter era abierto, de una urgente simpatía. Era habitual verle siempre sonriendo. No abandonó la música, pese a su alejamiento de Los Pekenikes. Grabó varios álbumes en solitario, cantando también, a partir de 1977. El último está fechado en 2013, "Tú eres la mujer". Alfonso Eduardo Sáinz Amorós había nacido en Alicante el 2 de marzo de 1943.