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Aquel fatídico concierto de los Rolling Stones

Desenlace mortal del Festival de Altamont, un multitudinario concierto gratuito ofrecido por la banda de rock más grande del mundo.

Desenlace mortal del Festival de Altamont, un multitudinario concierto gratuito ofrecido por la banda de rock más grande del mundo.
Los Rolling Stone en Altamont (1969)

Año 1969. "Daremos un concierto gratuito en San Francisco, el 6 de diciembre… Crearemos una sociedad microcósmica que sirva como ejemplo, para el resto de América, de que es posible comportarse bien en grandes eventos". Las palabras salen de la boca de Mick Jagger en una rueda de prensa de The Rolling Stones, durante el otoño de 1969. Sus satánicas majestades apuraban una gira por los Estados Unidos que cerraba un año convulso, tanto a nivel global como personal. La década del amor libre y los sueños florales tocaba a su fin, y su glorioso canto de cisne se expresaba a través de maravillas musicales del tamaño del "Abbey Road" de The Beatles, el "Everybody Knows This is Nowhere" de Neil Young o el "Arthur (Or The Decline…)", de The Kinks. Al mismo tiempo, el cambio llegaba de la mano de los debutantes Led Zeppelin, y los Stooges de un emergente Iggy Pop aullaban en clave de protopunk en un tema llamado, precisamente, "1969". Y, además de eso, estaba el año de The Rolling Stones.

Los chicos malos de Inglaterra habían pasado por una auténtica montaña rusa a lo largo del año, todavía con la resaca del magnífico Beggars Banquet (editado el 6 de diciembre de 1968, casualidades de la vida). Pero las cosas empezaron a cambiar cuando Brian Jones, uno de los integrantes más indómitos de la banda, comenzó a desencantarse del rumbo que llevaba la nave: la composición y la toma de decisiones se centraba cada vez en el binomio Keith Richards – Mick Jagger, y las drogas hacían cada vez más daño en el otrora líder del grupo. Tras su expulsión temporal de la banda, todo terminaba para él un 3 de julio, cuando aparecía flotando en la piscina de su casa. Jones tenía 27 años, y una "J" en su nombre, aspectos que compartirían con él otros desaparecidos prematuros del rock and roll en los meses posteriores: Jim Morrison (éste fallecería exactamente dos años después, el 3 de julio de 1971).

Sus antiguos compañeros de formación no perdieron el tiempo: hicieron de tripas corazón y ofrecieron una serie de conciertos monumentales, para audiencias cada vez mayores. Pero nada comparado con el broche de oro de su gira americana, que tuvo lugar ese mismo otoño. Mick Taylor ocupaba el lugar del desaparecido Jones, y el renovado quinteto desbordaba actitud ante un público cada vez más en sintonía con la banda, que reconocía el talento del conjunto y la calidad de sus nuevos temas. Por aquellos días, la banda ofrecía ya fragmentos de lo que sería su próximo álbum, "Let it Bleed", junto a compañeros de escenario de lujo, como Chuck Berry, B.B. King o Ike y Tina Turner. Tan sólo quedaba poner un broche de oro a una de las giras más exitosas de la historia: un final con el nombre de Altamont.

En principio, la gira de los Stones iba a terminar a finales de noviembre, justo antes de la salida al mercado de "Let it Bleed", que terminó viendo la luz a 5 de diciembre. Pero Jagger y compañía decidieron intentar un proyecto lleno de ambición, un festival grandioso que incluyese un concierto gratuito de "la banda de rock más grande del mundo"; el apelativo acuñado ese mismo año para los Rolling Stones. El concierto tendría lugar en San Francisco, y serviría para dar la réplica de la costa oeste al festival de Woodstock (celebrado ese mismo año), al tiempo que representaba un regalo de la banda a sus fans americanos, que habían pagado precios muy elevados por las entradas de toda aquella gira.

Cartel del concierto

En un principio, hubo que cambiar varias veces de ubicación debido a la inquietud que generaba en las autoridades un evento tan grande, anunciado con tan poco tiempo y con el clima de confrontación que vivía Norteamérica en aquellos días, en un choque generacional casi sin precedentes en la historia del país. Tras las negativas para grandes espacios como el Golden Gate Park, el escenario elegido a última hora fue el circuito de Altamont, anunciado tan sólo dos días antes del inicio del festival. Como complemento a los Stones, actuarían artistas como Jefferson Airplane, Santana, el "supergrupo" Crosby, Stills, Nash & Young o Grateful Dead. La lástima es que la organización no iba a estar a la altura de las circunstancias: las instalaciones sanitarias brillaban por su ausencia, la potencia del equipo de sonido era insuficiente, y los más de 300.000 asistentes circulaban sin control por el recinto y el pequeño escenario instalado para tan sobredimensionado espectáculo. Incluso la llegada de Jagger, golpeado por un espectador nada más aterrizar, presagiaba un desenlace turbulento.

Festival gratuito de Altamont, 1969

Como elemento catalizador para el desarrollo de los acontecimientos, se llegó a un acuerdo con los Ángeles del Infierno para encargarse de la seguridad en torno al escenario. Dicha organización había realizado ya tareas similares en algunas actuaciones de Grateful Dead, y las malas lenguas decían que su precio era la cerveza que consumían y poco más.

De cualquier modo, la tensión aumentaba por momentos, con los Ángeles rodeando a las bandas y a los generadores de potencia, al tiempo que algunos de los asistentes al festival seguían dando problemas y estrechando el cerco alrededor de altavoces y artistas: alguien tira una de las motocicletas del "cuerpo de seguridad", y llegan los primeros golpes en señal de respuesta. Finalmente, los moteros muestran tacos de billar recortados a modo de arma disuasoria, y uno de ellos deja inconsciente de un puñetazo a Marty Balin, vocalista de Jefferson Airplane. Más o menos a esa altura, Jerry García y sus Grateful Dead deciden cancelar su actuación y volver a casa: cae la noche y comienza el número de los Rolling Stones.

Y los acontecimientos se suceden fotograma a fotograma, como en la película documental que daría testimonio de lo ocurrido en Altamont, Gimme Shelter:

  1. Con el comienzo de la actuación, más de 5.000 personas se agolpan a escasos metros de Jagger, Richards, Taylor, Watts y Wyman.
  2. Los Ángeles del Infierno acordonan la primera fila con hombres y motocicletas, evitando que la gente se suba al escenario por decenas, mientras blanden cadenas y otros objetos contundentes.
  3. La banda interpreta "Sympathy for The Devil", tercera en el setlist de la noche, mientras siguen los enfrentamientos, llegando a parar en más de una ocasión para pedir calma… esa que siempre precede a la tempestad.
  4. Cuando al fin consiguen terminar la canción, más heridos salpican de sangre el recinto de Altamont. Mick Jagger pide calma a través del micrófono y pregunta: "¿Quién está luchando y por qué? No queremos peleas".
  5. La banda y un delegado de los Ángeles advierten al público de que, si la situación no cambia, se termina la actuación y el evento en general. Un impotente Jagger solicita médicos para los heridos y exhorta a la gente a que se comporte: "Podéis conseguirlo, está en vuestra mano… Hell’s Angels, los demás… todos".
  6. En el escenario, suena la séptima melodía: "Under my Thumb". El estribillo sigue adelante, "rezando para que todo salga bien"… nada más lejos de lo que estaba a punto de ocurrir. De pronto, un chico avanza hacia el escenario con una pistola en la mano. Uno de los moteros le sale al paso y lo apuñala, causándole la muerte. Aunque todo se para de nuevo por unos minutos, la banda no se da cuenta de la situación real en medio de todo aquel caos, y continúa con el show durante ocho canciones más.

El chico de la pistola se llamaba Meredith Hunter. Había estado involucrado en las peleas con los Ángeles del Infierno a lo largo del día, y su cuerpo iba cargado de metanfetamina. El motero del cuchillo se llamaba Alan Passaro. Fue arrestado y finalmente absuelto, alegando legítima defensa. El cuerpo presentaba cinco puñaladas. La pistola estaba cargada, y quizá ni siquiera el propio Meredith sabía contra quién iba a usarla en aquel momento.

El circuito de Altamont no volvió a albergar conciertos tras el bagaje de aquel festival, que se completó con otras tres muertes de carácter accidental (dos en accidentes automovilísticos y un ahogamiento). Lo mismo ocurrió con una generación, la que, allá por el 6 de diciembre de 1969, ya no albergaba más canciones de paz, amor y armonía. El sueño tocaba a su fin y era hora de buscar refugio… incluso los Rolling Stones lo pedían a gritos en aquel definitorio "Gimme Shelter".

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