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Ángela Carrasco: "Sigo cantando y dirijo una academia musical"

A punto de cumplir 66 años, Ángela Carrasco está lejos del retiro. Este mes recibirá un Grammy Latino.

A punto de cumplir 66 años, Ángela Carrasco está lejos del retiro. Este mes recibirá un Grammy Latino.
Ángela Carrasco | Cordon Press

Me encuentro con Ángela Carrasco en una gala celebrada en el Auditorio de Música de Madrid. Mantiene su espléndida belleza y una innata simpatía. Erróneamente la creía poco más o menos retirada, a punto de cumplir sesenta y seis años el próximo enero. Me saca de dudas. Así, me entero de que el 18 de este mes de noviembre recibirá en Las Vegas un Grammy Latino, en razón al tiempo precisamente que lleva cantando: más de medio siglo, pues comenzó muy jovencita a hacer gorgoritos. Sin duda ayudada por sus padres, él profesor de guitarra, ella, cantante. No obstante su vocación artística, para complacer a sus progenitores, estudió dos años de Arquitectura y cuatro de Decoración.

Su vida tuvo después ingredientes algo novelescos, pues decidió venir a España en 1972 con el propósito de perfeccionar aquellas materias. Y he aquí que a poco de su llegada fue invitada a una fiesta en la embajada de la República Dominicana, su país, donde enterados sus organizadores de sus antecedentes musicales, le rogaron que interpretara algunas canciones. Presente en la velada el conocido realizador de Televisión Española Valerio Lazarov, le propuso debutar en un programa que estaba a punto de emitirse, Señoras y señores. Primero, en calidad de azafata, mostrando únicamente su palmito (por cierto, junto a otra primeriza Norma Duval) y después ya luciéndose como presentadora. De aquella inesperada irrupción en el mundo del espectáculo surgió la futura gran estrella de la canción, ya olvidándose para siempre de su faceta de arquitecta y decoradora.

En ese tiempo, contrajo matrimonio en 1973 con Ramón Ignacio Socías Báez, compatriota suyo, economista de profesión, al que conocía desde su adolescencia, con quien tendría dos hijos, el primero en 1975, al que impusieron por la gran admiración de ella hacia Elvis Presley, Elvis Rafael, y el segundo diez años más tarde, Iron Bill. Feliz en su larga vida familiar como esposa y madre, comenta orgullosa: "Llevo casada cuarenta y tres años con el único amor que he tenido en mi vida". Ramón, al que hemos saludado muchas veces, nos ha parecido siempre un hombre de absoluta discreción, enamoradísimo de Ángela, sin afán alguno de llamar la atención, comprensivo en todo momento de la carrera de ella, a la que nunca puso obstáculos a pesar de las separaciones obligadas cuando ha tenido que permanecer durante prolongadas giras lejos de su hogar madrileño. Ahora son abuelos por triplicado y lo único que lamentan es que no pueden ver a sus hijos y nietos a menudo por vivir éstos fuera de España.

¿Cuál es la vida actualmente de Ángela Carrasco? Me cuenta que dirige el Centro ABC Estudio, una academia donde imparte lecciones de canto, baile, interpretación a jóvenes interesados en el teatro musical. La denominación de esa escuela, que inauguró hace ya siete años, no responde a lo que en un principio pueda dar a entender: las tres primeras letras del abecedario, sino a las abreviaturas del nombre de su padre, al que siempre adoró, de nombre Blas Carrasco, con la A por delante, de academia. Tiene permanentemente en la memoria su recuerdo. Y una dolorosa circunstancia: murió justo la víspera de que ella estrenara la ópera-rock Jesucristo Superstar, que la encumbró en España.

Resulta anecdótico de qué manera llegó a representar el personaje de María Magdalena: "Leyendo un periódico di con el anuncio en el que solicitaban jóvenes cantantes para un musical, me presenté y tras las pruebas, de las que se encargaba Teddy Bautista, el líder de Los Canarios, fui elegida para compartir escenario junto al protagonista y responsable del montaje, Camilo Sesto". Asistimos a aquel sensacional estreno, del que se dijo que podía perfectamente equipararse al que triunfaba en Londres.

Por cierto: si bien en la historia de los musicales ha quedado en España Jesucristo Superstar como el primero en destacar, también recordamos como esperpéntica y fuera de toda lógica la acción de unos irresponsables elementos "ultras" en boicotear aquella función, considerándola como una ofensa a la religión católica. Por fortuna, la policía pudo en seguida desenmascarar a aquellos erráticos sujetos. Grupos ultraderechistas, de los que abundaban entonces, un mes después de la muerte del general Franco.

Volviendo a Camilo Sesto, se convirtió en el mejor aliado artístico de la bellísima dominicana, a la que apoyó decisivamente, convirtiéndola en una popular y acreditada cantante. Hasta le produjo, con el paso de los años, cinco álbumes. La primera de las canciones con las que Ángela Carrasco se labró su porvenir discográfico (aparte de las contenidas en Jesucristo Superstar) fue "No, no hay nadie más". Luego ya se fueron encadenando otros éxitos, aún muy recordados: "Oye, guitarra mía", "Amigo mío" (que era de Camilo Sesto, como algunas más de su repertorio), "Quererte a ti", "No me puedo quejar", "Lo quiero a morir", "Quiéreme", "Ahora o nunca", "Si tú eres mi hombre", “Alguien como tú”, “No, no hay nadie más”…

La relación musical entre Camilo y Ángela se prolongó algún tiempo, cuando emprendieron una gira por Hispanoamérica y los Estados Unidos, con el colofón en el Madison Square Garden neoyorquino. En décadas posteriores, Ángela Carrasco logró otro éxito con el musical My fair lady y continuó viajando a menudo a países hispanos. No dejó tampoco de grabar discos. De 1986 era "La Candela", donde hizo un magnífico dúo con Celia Cruz. También en tiempos más cercanos ha unido su voz a las de Juan Gabriel, Ricky Martin, Marc Anthony… En la temporada 2013-2014 participó haciendo imitaciones de figuras conocidas de la canción en el programa Tu cara me suena, mostrando sus virtudes vocales y su gran sentido del humor.

En la actualidad, según me confirmaba ella misma, al tiempo que dirige su academia de artistas noveles mantiene frecuentes giras por Hispanoamérica, aunque no cante en España donde, al parecer –y esto ya es cosecha nuestra- los empresarios no la tienen muy en cuenta. Injustamente, por supuesto.

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