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Luis Miguel reaparece entre rumores sobre consumo de drogas

Tras su espantada en el Auditorio de México.

Tras su espantada en el Auditorio de México.
Luis Miguel | Archivo/Cordon Press

Reaparece Luis Miguel, continuando su gira Dèjá vu por Argentina, diez días después de su extraño comportamiento en el escenario del Auditorio de México el pasado día 18, cuando al cuarto de hora de iniciado su concierto dio claros síntomas de serle imposible seguir cantando. Los medios de comunicación aztecas se destaparon con algunas conjeturas, acerca de si todo ello era culpa de la ingesta de drogas o bebidas alcohólicas. Leímos que alguien de su entorno le proporcionó cocaína, "para que estuviera fresco". El doctor que lo atendió en su camarín, dictaminó que había sufrido un ataque de taquicardia, lo que necesariamente no supone que fuera por culpa de ninguna droga. Oficialmente se notificó que sufría una rinofaringitis aguda. Pero los rumores sobre los hábitos de vida de Luis Miguel Gallego Bastieri, de cuarenta y cinco años, no cesan. Luis Miguel quiere "pasar página". Después de Argentina irá a Chile, Colombia y desde el 10 hasta el 20 de diciembre continuará por los Estados Unidos.

Tiene en el mercado su último disco, Labios de miel. En cuya portada aparece tocado con un veraniego sombrero blanco que casi le tapa los ojos. Es, desde luego, un tipo complicado, al margen de sus indiscutibles méritos musicales, que no ponemos en duda. Con caprichos a la hora de desplazarse y exigir allí donde se aloje, que en sus habitaciones abunde el color negro y haya velas y flores. ¡Ah! Y que le reserven un piso entero, para él y sus más cercanos acompañantes. Por supuesto se desplaza en avión privado, faltaría más, porque puede permitírselo. Como es alérgico a las entrevistas nos resultó noticiable que concediera una, la pasada semana, al influyente diario argentino Clarín. El reportero confiesa que los guardaespaldas del divo lo cachearon a placer y no pararon hasta comprobar su identidad y el carné de prensa. Fue recibido por Luis Miguel en su suite, sumido en penumbra, confesándole que de ahora en adelante ya no cometerá más la locura de ofrecer doscientos conciertos en un año. Se va a tomar la vida más en calma.

Confesó padecer Tinnitus, una molesta dolencia de oído, que a punto estuvo de retirarlo de la escena y perder la audición, de la que afortunadamente se ha recuperado casi totalmente. Todo ello, según él, debido a que canta desde que tenía nueve años, expuesto a un continuo ruido, a sonidos muy altos, entre ensayos y actuaciones. Por lo demás sólo le apasiona su trabajo y es ajeno a las redes sociales. ¿Y de amores, cómo anda? Repite un topicazo: "Estoy enamorado del amor". Un tanto pretencioso, sentencia asimismo: "Ninguna mujer se me ha negado". Pero ¿está ahora con alguna fija? No lo dice, no se sabe. Tiene tres hijos: Michelle, de veintiséis años, fruto de su relación con Stephanie Salas, bisnieta de la actriz mexicana Silvia Pinal; Miguel, de ocho años y Daniel, de uno menos, habidos durante su convivencia con Aracely Arámbula. Nada hace presentir que el ídolo de la canción romántica tenga pensado casarse. Vive romances cada vez menos duraderos y procura ocultarlos a la curiosidad pública. Conserva su estupenda, potente y bella voz, pero viene descuidando desde hace tiempo su peso. Está demasiado rollizo, tratándose de un galán de la música. Lo apodan El sol de México. Y ¿saben la razón? No se le puede mirar de frente.

Yo que lo entrevisté en varias ocasiones, en los años en que frecuentaba España, ya soporté –como otros colegas- su absurdo divismo. Llego a la conclusión de que su comportamiento arbitrario tal vez se debe a su aciaga vida, al enfrentamiento que tuvo con su familia paterna, su progenitor y un hermano de éste, su primer representante. A la violenta situación que llegó al enterarse que su padre lo había estafado. Sin olvidarnos de la desaparición de su madre, hermana de la actriz italiana Rosanna Podestá, en trágicas o al menos misteriosas circunstancias. Su inestabilidad sentimental, con tantas aventuras desde luego, también ha podido jugar en contra suya. Y ni la gran fortuna amasada ni su bien ganada popularidad han podido convertirlo en un hombre siquiera moderadamente feliz. Por mucho que lo disimule en los escenarios. Fuera de ellos es un ser introvertido, solitario, insatisfecho y extraño, al que le cuesta incluso sonreir. Por eso se esconde de la gente y va siempre protegido por sus fieles y bien retribuidos "gorilas". Pensemos que es verdad que no recurre a las drogas, pese a los bulos que circulan por México. Eso sería mucho peor.

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