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Rosa Belmonte

Il venait d'avoir 18 (o 16)

Dalida tenía poca voz pero una presencia que invitaba a bailar el sirtaki.

Dalida tenía poca voz pero una presencia que invitaba a bailar el sirtaki.
Sylvie Vartan, Johnny Hallyday y Dalida, en el centro | Cordon Press

"Il venait d’avoir 18" sería la canción más triste de la historia (en dura competencia con "L’appuntamento" de Ornella Vanoni) si una no recordara que Dalida la interpretaba riéndose. Y enmarañándose su exuberante mata de pelo cuando entonaba lo de "J’ai mis de l’ordre à mes cheveux…" (la melena de Connie Briton, tan elogiada, es ridícula al lado de la suya). Dalida reía pero la tristeza iba por dentro. El miércoles 30 de abril de 1987 había actuado en Ankara ante el presidente turco. El sábado 3 de mayo, hace 30 años, se suicidó en su casa parisina de la calle D’Orchampt (Montmartre) con una dosis letal de barbitúricos. "La vie m’est insupportable. Pardonnez-moi" escribió en una de las tres notas que dejó, la única que se hizo pública. Las otras eran para su hermano Orlando y para François Naudy. Tenía 54 años, una edad absurda para morir (como los 52 de Gracia de Mónaco). Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Montparnasse, donde también están los de Baudelaire, Ionesco o Serge Gainsbourg, que sólo le escribió una canción, ‘Je préfère naturellement’. Iba de los Beatles.

Nacida el 17 de enero de 1933 en El Cairo, su padre, italiano, era el primer violín de la Ópera y ella se llamaba Iolanda Gigliotti. En 1954 se convirtió en Miss Egipto y ese mismo año se fue a París. Dejó atrás un Egipto casi literario. Bajo el protectorado británico, convivían musulmanes, cristianos, coptos, judíos, griegos, italianos, franceses, ingleses… "Bambino", que inicialmente era para Gloria Lasso, fue su primer éxito dos años después, ya con el nombre de Dalida, aunque cuando cantaba en tugurios era Dalila (como la de Sansón). Lucien Morisse, director de programas de Radio Europe 1, fue su patrocinador, divulgador y primer marido. La descubrió después de que Bruno Coquatrix, director del Olympia, la aconsejara presentarse a un concurso que no ganó.

Dalida tenía poca voz pero una presencia que invitaba a bailar el sirtaki si ella lo hacía en minifalda. Algo tan contagioso como La Marsellesa en Casablanca. Después de "Bambino" llegarían canciones tan conocidas como "Los niños del Pireo", "Come prima", "Historia de un amor", "Gigi l’amoroso", "Paroles, paroles", que cantaría (susurraría) con Alain Delon su antiguo amor, "J’attendrai", "Laisez-moi danser" o "Salma ya Salama".

Vendió más de 125 millones de discos, obtuvo 55 discos de oro y hubo que crear el de diamante para ella. Cantaba en francés, árabe, italiano, griego, hebreo, inglés o español (era una presencia habitual en la televisión española de los 70; en un programa de variedades podían estar ella y Manolo de Vega). Amiga de Aznavour, Hallyday, Gilbert Bécaud o Brigitte Bardot, recibió la Médaille de la Présidence de la Republique de manos de De Gaulle. De Mitterrand recibió otras cosas. Fue su amante. Le llamaban Mimi L’amoroso.

Según el libro que escribió Jacqueline Pitchal, amiga de la cantante y esposa de su psicoanalista, la historia comenzó en 1979, dos años antes de que Mitterrand fuera presidente, y continuó con él en el Elíseo. Al menos los dos primeros años. "En cuanto se puede liberar, Mitterrand aparece para cenar un plato de marisco a la luz de las velas. Si no viene en taxi, lo hace solo, sin chófer ni guardaespaldas ... Galante, a menudo lleva rosas". Iba a la casa de Montmartre. Si Hollande iba a ver a Julie Gayet con casco, Mitterrand iba con gorra. "¿Qué tal me sienta?", le preguntaba. En "Dalida, tú me llamabas hermana pequeña", Pitchal contaba que Dalida estaba enamorada del presidente. Pero a él empezó a resultarle molesta. Según la autora, que no ahorra cursiladas, el poder les separó. Y Dalida añadió otro fracaso a su vida sentimental. Al menos esta vez nadie se quitó la vida.

Decía el escritor checo Bohumil Hrabal que el suicidio era un adorno de la persona. Dalida vivió rodeada de adornos. Su primer marido, Lucie Morisse, se suicidó. Aunque peor fue lo del cantante Luigi Tenco. Eliminado a la primera en la edición de 1967 del festival de San Remo con ‘Ciao, amore, ciao’, se pegó un tiro. Dalida se lo encontró muerto en la habitación de hotel. Es uno de los más señalados casos de intolerancia a la frustración. Un suicidio-protesta contra los gustos del público y el comité de selección. Al menos eso decía la nota de suicidio. Como si no tuviera bastante, Dalida sufrió ese año un nuevo revés que ahora no tendría mucho sentido. Se quedó embarazada de un joven de 18 años (como el de la canción) y por culpa de un aborto clandestino quedó estéril. Y también en 1967, Dalida intentó suicidarse. Lo consiguió 20 años después. Ya cantaba en ‘Mourir sur scène’ que quería elegir su muerte.

Ahora una se imagina a Brigitte, la mujer de Macron, esa Amanda Lear con la mandíbula de Carly Simon, cantando "Il venait d’avoir 16" (cuando lo conoció). Lo más deprimente de la canción de Dalida es que la protagonista, que se suponía una señora mayor, tenía sólo 34 años. J’avais oublié que j’avais deux foix dix-huit ans. Brigitte se moriría de risa.

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