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Pedro de Tena

(((La tradición de la zambomba: una resurrección apoteósica y polémica)))

Como elemento musical, se tocó en Navidad y otras fiestas profanas y religiosas desde hace mucho en las calles y casas españolas.

Como elemento musical, se tocó en Navidad y otras fiestas profanas y religiosas desde hace mucho en las calles y casas españolas.
Zambomba antigua | Archivo

La zambomba como elemento musical de ciertas fiestas españolas, tanto las de Navidad como de otras profanas y religiosas, se tocó desde hace mucho en las calles y casas españolas. Pero sólo las engastadas en el marco de la Navidad la erigieron en instrumento esencial y, en algunos casos, como las fiestas navideñas de la zambomba en la provincia de Cádiz, en símbolo mismo de su identidad.

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El investigador José Manuel Fraile en su libro Tradición oral y zambomba recogió materiales sonoros de la tradición oral que indica que se ha cantado y se canta con zambomba en Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, La Rioja, Madrid, Murcia, Navarra, Valencia. A la lista hay que añadir América y Portugal.

El mismo Fraile contó que, hasta 1980, la zambomba era sólo un instrumento musical utilizado en la Navidad por los niños en Lavapiés, donde nació. Pero sus investigaciones le condujeron a sentar dos tesis esenciales: la zambomba no es exclusiva de la Navidad -se tocaba en algunos festejos del Corpus -, ni es propia sólo del canto popular religioso.

Siendo la Navidad un acontecimiento fundamental para la zambomba en Castilla, Extremadura y Andalucía, el curioso artilugio musical está presente en viejos romances, matanzas de cochinos, en celebraciones de los "santos viejos" antes de los carnavales y en los propios carnavales. Incluso está presente en los veranos de la Axarquía malagueña y la Alpujarra granadina. Algunas piezas de la zambomba jerezana llevan nombres provocativos, como "La adúltera".

En la historia de la música, la zambomba aparece como un Instrumento rústico musical compuesto por una caja o tinaja (incluso latas de conserva) más o menos grandes y con formas filocilíndricas. Tambor de fricción o barril abierto, la considera la Enciclopedia Oxford de la Música.

Por arriba, está clausurada por una piel tirante (desde liebre a cerdo) que aprisiona en el centro a un carrizo, una especie de fina caña ribereña, que tiene todo un arte de recolección y secado. Frotando arriba y abajo el carrizo con las manos humedecidas en agua, se obtiene un sonido uniforme, monótono y no del gusto de todo el mundo.

Uno de los escritores españoles que ha dedicado una "variación" específica a la zambomba ha sido Ramón Gómez de la Serna, al que evidentemente no le gustaba el son. "El sonido de la zambomba es cerduno y escabroso. Se podría decir que regüelda. ¡Qué narices tiene la música de la zambomba! Es, ¡desde luego!, un aparato nasal, con toda la brutalidad del que jadea por la nariz... ¿De qué animal tiene algo? Tiene bastante del relincho del caballo y del rebuzno del burro". Es más, llego a dibujar cómicamente la partitura de una pieza en clave de sol para zambomba llamada "El turrón".

Para la Real Academia, un "zambombo" es "hombre tosco, grosero y rudo de ingenio". Sin embargo, a la almeriense Carmen de Burgos, Colombine, amante de Ramón, le recordaban su infancia. En una obra de teatro "irrepresentable" escribe: "En torno del fuego dormitan dos ancianos. Varios niños tocan los villancicos con zambombas de barro y panderetas. Algunos jóvenes de ambos sexos departen alegremente. Una linda morenita de semblante cándido, que recuerda las vírgenes que pintaba Rafael antes de conocer a la Pornarina, se adelanta aabrir la puerta".

A pesar de los detractores de la zambomba y de todo lo que nutre a lo aflamencado [1], en la hoy popular "fiesta de la zambomba" o, simplemente zambomba, con especial actividad en Jerez de la Frontera [2], y Arcos [3], este mero y rudo artefacto membranófono presente en villancicos y romances antiguos y modernos ha pasado a denotar un espectáculo popular en alza.

Tanto es así que ha alcanzado incluso reconocimiento oficial suscitando, además, un gran interés turístico. Su crecimiento como exhibición pública es imparable. En 2013 se esperaba la floración de unas 500 zambombas en las calles de Jerez. Este año se da la cifra aproximada, nada menos, de 1.500. Si se suman las de otros pueblos y ciudades, el número sería aún ás apabullante.

Se tocaba la zambomba desde muy antiguo. Se ha recogido un villancico de 1676:

Retumbe, retumbe,
que al Niño le alegran,
a quien la pandorga
le diga por fiesta
zambomba que bulle,
zambomba que suena,
matraca, bandurria,
pandero, sonaja, zampona,
carraca, cencerro
con la tarrañuela.

Ya hubo zambomba y villancicos patrióticos en el Madrid de la Independencia:

Al son de aquesta zambomba
cantamos las alabanzas
del nacimiento de Cristo
pues no nos gobierna Francia.

La fiesta con zambombas fue descrita por Fernán Caballero, que vivió en El Puerto de Santa María y conocía bien la campiña de Jerez. Dice así en su relato sobre la noche de Navidad incluido en su Cuadros de costumbres populares andaluces, Sevilla, 1852:

—En ca de tía Belem hay zambomba, dijo uno en voz perentoria.
—Y en ca de tía Beatriz hay zambomba, pandereta y palillos, dijo una vocecita de tiple, clara como un pito.
—En ca de tía Belem hay tortas, repuso con energía la voz anterior.
—Y en ca de tía Beatriz buñuelos y mistela, contestó el tiple con brío.
—¡Pues vamos allá! gritaron todos en coro; y el grupo voló como una bandada de gorriones.

Blanco White habló de ella, como Pedro Antonio de Alarcón en la guerra de África. Bécquer escribió que las zambombas callaban cuando Maese Pérez comenzaba a tocar. Y muchos otros, desde el padre Luis Coloma, que era de Jerez, a Benavente, Ganivet y Baroja; de Galdós ("Niños de la vecindad agregados a los de casa, nos regalaron con el concierto angélico de panderetas, zambombas, rabeles, cánticos y alilíes de entusiasmo"): de Juan Ramón Jiméne y Agustin de Foxa a Gila y Juan Eslava. Punto y seguido.

En Jerez de la Frontera y Arcos a mitad del siglo XX, la zambomba era simplemente un instrumento musical que se tocaba en Navidad para acompañar privadamente el canto de los villancicos tradicionales. Por entonces, las zambombas sólo tronaban dentro de las casas donde se ponían las figuritas de los "nacimientos" o en los corrales y patios de vecinos alrededor de fogatas improvisadas, siempre en el interior. De algún modo, parece que la fiesta de la zambomba se recluyó en los espacios privados.

Pero ahora, desde la década de los años 70 del siglo pasado y la extensión de la democracia, sobre dicha tradición de acompañamiento musical se ha erigido una celebración callejera peculiar en la Navidad de la provincia de Cádiz, con impulso originario en Jerez, que ha sacado la zambomba de los hogares y la ha llevado a las calles desde finales de noviembre hasta Nochebuena. Mención especial merece en la resurrección de la zambomba, Juan Pedro Aladro, impulsor de "Así canta nuestra tierra en Navidad", que ha compendiado los villancicos jerezanos en una colección extraordinaria.

¿En qué consiste esta celebración hoy? Un grupo o coro o familia se reúne con otras personas para cantar villancicos populares en una plaza, una calle, una esquina, un patio o una casa particular con fogata de por medio casi siempre. En el conjunto, de entre una o dos docenas de personas habitualmente, siempre hay una guitarra y una gran zambomba, que suele ser tocada por personas de edad.

Pueden ser de cobro o gratuitas. Un restaurante, verbigracia, puede contratar a los miembros de la zambomba para atraer comensales. Una Peña Flamenca puede disponerla para sus socios o una familia puede invitar a sus amigos a participar en la suya, dinero mediante o no, entre otras modalidades. Si son en la calle, la gente rodea al grupo y participa del canto de los villancicos y de los bailes y movimientos.

En la zambomba de la Abuela María de Jerez, con la que participamos a principios de diciembre en la calle Porvera (por la vera de la vieja muralla), el grupo contratado por el bar Rincón Granadino era de unas 20 personas de todas las edades. La propia abuela tocaba la zambomba y la gente de menos edad incitaba al cante y al baile. La sesión de mediodía iba seguida de otras dos sesiones de tarde y noche en otros espacios y lugares. Hay que vivir.

La zambomba: ¿flamenco o fiesta popular?

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Juan de la Plata, durante muchos años figura indiscutida de la Cátedra de Flamencología de Jerez, explicaba que "estas fiestas se organizaban espontáneamente, en los patios de vecindad de los barrios más populares, en torno a una hoguera, candela o fogata, alrededor de la cual se situaban los concurrentes, entonando villancicos religiosos o profanos, entremezclados de algún viejo romance castellano o morisco, mientras que en un rincón se levantaba un modesto nacimiento y alguien solía invitar a los participantes en el improvisado coro a una copa de vino, anís o coñac. Estas fiestas solían dar comienzo a la caída de la tarde, con primeras tinieblas de la noche, y duraban hasta bien entrada la madrugada".

Destaca el autor el papel del compositor jerezano Germán Álvarez Beigbeder, padre, por cierto, del famoso autor de canciones Manuel Alejandro. Tras el fin de la guerra civil logró armonizar 21 romances de la sierra de Cádiz en una obra musical propia apoyada en la investigación del poeta Pedro Clotet.

Tras unos años de abandono de la tradición -de la Plata apunta al poderío creciente de la TV como causa aunque es probable que la hostilidad del franquismo hacia la calle fuese otro factor no menor -, la tarea de la Cátedra fue recuperar las zambombas y la misa del gallo flamenca, pero no caracteriza a las primeras como una celebración originalmente flamenca. Es más, al incorporar en su repertorio "romances antiquísimos" parece significar que fue muy anterior a la configuración del cante flamenco como lo conocemos hoy.

Pero la zambomba, que ha pasado de "popular a famosa", como subrayó en 2016 el actual presidente de la Cátedra, Manuel Pérez Celdrán, no es de por sí una festividad flamenca. En la misma Revista de Flamencología de la institución mencionada, dedicada casi en exclusiva a la zambomba, la profesora de la Universidad de Cádiz, María Jesús Ruiz, defiende con claridad que la zambomba, siendo popular, no es flamenca.

Es más, considera que su aflamencamiento indiscriminado es una perversión que suplanta a la auténtica tradición y la malversa como "tipismo y del miope etnocentrismo, desde una ignorancia institucional y una falta de respeto que probablemente se ha traducido en resultados electorales y en prosperidad material para unos cuantos, aquellos que, hoy por hoy, se ganan la vida como profesionales de la zambomba flamenca".

Confiesa incluso su desilusión al acudir a una zambomba "amiga": "Fue decepcionante y enfadoso que aquella zambomba consistiera en pagar una suma considerable de dinero a un grupo profesional para que –con cajas y guitarras, pero sin zambomba -, amenizara una cena igualmente carísima".

En la misma revista, Manuel Naranjo Loreto, se refiere a la zambomba y a sus evidentes interrelaciones con el flamenco. Aunque sea una celebración popular antigua, no cabe duda de que ha sido reinterpretada desde el flamenco. "El flamenco ha adquirido un papel patrimonializador llegándose a entender que esta fiesta por nochebuena no sería más que una reunión a la "antigua", en la que se interpretan canciones y romances, muchos de ellos narrativos, si no es por el papel que "lo flamenco" asume en el entorno de la fiesta. La guitarra, el baile y el cante por bulerías…, toda una suerte de recursos propios de la escena flamenca".

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Como es natural, resulta bien difícil separar lo realmente auténtico y heredero de una tradición muy antigua, tanto que entre los romances presentes en la zambomba gaditana están, por ejemplo, algunos muy poco religiosos como "Al pasar por Casablanca, pasé por la morería", o "El maldito calderero" o la antes mencionada "La adúltera". Otros, sin embargo, como "La visitación", son intensamente navideños.

En cualquier caso, es oportuno que sea la visita a la provincia de Cádiz, a Jerez, a Arcos y a otros pueblos la que les aporte una imagen actual de esta festividad de la zambomba que ha brincado de las casas a las calles y que amplía y renueva de manera potente la vivencia de la Navidad. En las rutas turísticas ya hay una nueva estación, y no de penitencia, precisamente. ​


[1] La generación del 98 tuvo grandes enemigos de lo flamenco. Todo lo que sonaba a zambomba y pandereta representaba a una España decadente e inculta. Destacaba en la cruzada antiflamenca Eugenio Noel que prácticamente dedicó su vida a denigrarlo.

[2] Aunque con gran presencia en ellas, no son las únicas ciudades gaditanas en las que se celebran zambombas, pero son las principales. Incluso la capital de la provincia se ha contagiado de "zambomba" y el alcalde actual, José María González, Kichi, de Podemos, ha tenido que aceptar esta manifestación de religiosidad popular. Hay zambombas, además, en El Puerto de Santa María, Rota, Trebujena, Algar, Ubrique, Puerto Real, Espera, Algeciras, San Roque, etc. En Tarifa y Los Barrios se la conocía como "barrunto" de Nochebuena.

[3] Hay quien defiende que fueron llevadas a Arcos por las sirvientas de las grandes casas de Jerez, pero el poeta Antonio Murciano insiste en la originalidad e importancia de la zambomba arcense.

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