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Rosa Belmonte

Diane Lockhart ha vuelto

The Good Fight es la primera serie con Trump como presidente.

The Good Fight es la primera serie con Trump como presidente.
The Good Fight | Archivo

The Good Fight es la primera serie con Trump como presidente. Al menos la primera que veo. Empieza de forma gloriosa con la liberal Diane Lockhart sentada en un sofá. Escuchando y viendo con cara de no creer el juramento del nuevo presidente. Un hostiazo (para ella) que ni el de Alicia a su marido al acabar The Good Wife. Lo que todavía no sabemos es si su todavía marido lo ha votado. Porque Gary Cole también está en la secuela de The Good Wife. A veces las secuelas son mejores que las series originales. Frasier es mejor que Cheers. No tengo muy claro que Lou Grant sea mejor que La chica de la tele (las dos son buenas), pero seguramente también. Es difícil superar a una de las mejores series del siglo XXI. Ahí siguen los creadores Robert y Michelle King. Ahora acompañados de Phil Alden Robinson, también productor ejecutivo y que había dirigido dos capítulos de The Good Wife en su última temporada. Más importante es que sigue Diane Lockhart (Christine Baranski) y esa es la mejor noticia. Que esté Luca Quinn (Cush Jumbo) y que se haya incorporado Maia Rindell (Rose Leslie), una abogada que empieza, no sé si es buena noticia.

Luca es uno de los personajes menos atractivos que ha pasado por la serie original. Si no contamos los odiables. Y no me refiero a esos grandísimos Louis Canning, Nancy Crozier, Viola Walsh, Celeste Serrano y la mejor/peor, Wendy Scott-Carr. Me refiero a la pobre Tammy Linnata, la novia que tuvo Will antes de liarse con Alicia. Claro que la culpa era de la actriz, Elizabeth Reaser, a la que no podía soportar desde Anatomía de Grey (por no hablar de Todos mis novios, la serie que le dieron como premio por aburrir a los muertos en Anatomía de Grey). Lo bueno de Maia Rindell es que su madre está interpretada por Bernardette Peters y eso calla la boca de cualquier fan de Pennies from heaven (1981), la película de Herbert Ross. Y la de cualquier colgada que la haya esperado en la calle después de verla en Annie get your gun en Broadway.

Por lo que respecta al capítulo, a los dos capítulos, y sin contar nada, decir que las imágenes de Diane mirando una casa en Europa estaban entre Diane Lane en Bajo el sol de la Toscana y Edina Monsoon y Patsy Stone cuando van a Francia. Alabar la decisión de que el nuevo despacho sea de negros (Diane y Maila son la diversidad racial). Ríete de las películas de los Oscar. Congratularse de que la música siga apoyando tan bien al drama (David Buckley, compositor en The Good Wife, está en The Good Fight). También de que las protagonistas principales sean dos mujeres tratando de abrirse camino contra todo tipo de elementos a edades diferentes. Y de que una de las secundarias sea Marissa Gold, la hija de Eli Gold (el otro día me di cuenta de que el primer trabajo de la actriz, Sarah Steele, fue como hija cebollona de Adam Sandler y Téa Leoni en Spanglish). Sin olvidar que vamos a seguir enganchados a avances tecnológicos y algoritmos locos.

Sabemos que, además de otros viejos conocidos, volverá a aparecer la excéntrica y adorable Elsbeth Tascioni (Carrie Preston). Pero qué quieren, yo es que me iría a cualquier sitio detrás de Diane Lockhart. Le llevaría los trajes, los collares, el whisky, la foto con Hillary, las carcajadas…

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