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Exhuman a Chueca… ¡y resulta ser progre!

¡Cómo está Madriz! fusiona La Gran Vía y El año pasado por agua con estridente e hipnótico resultado.

¡Cómo está Madriz! fusiona La Gran Vía y El año pasado por agua con estridente e hipnótico resultado.
Representación de la obra Cómo esta Madriz | Teatro La Zarzuela

Que el Teatro de la Zarzuela produzca siempre los mismos títulos es una de las quejas recurrentes de algunos aficionados. El exdirector del coliseo Paolo Pinamonti -sustituido en septiembre por Daniel Bianco- pareció querer darles la razón al programar en la que sería su última temporada una obra tan trillada como La Gran Vía, englobada junto con El año pasado por agua bajo el título ¡Cómo está Madriz! Ambas son un repaso a la actualidad de su año (1886 y 1889, respectivamente) y tienen en común a Federico Chueca y Joaquín Valverde como compositores, números musicales inmortales, de los que no faltan en ninguna antología, y libretos caducos, que Miguel del Arco se ha atrevido a actualizar.

La estructura es similar a la original: Paco, un vecino de la Plaza Mayor, tras conseguir que la banda de música situada bajo su ventana deje de ejecutar los compases de La Gran Vía, concilia el sueño y viaja al Madrid del pasado, el del siglo XIX y principios del XX. En su paseo habla personalmente con las calles, charla con Galdós y con Valle Inclán, conoce a Cánovas y Barbieri, descubre al antiguo Pablo Iglesias y al nuevo y descubre que las inquietudes del pueblo español apenas han variado en un siglo.

Como director de escena y autor del nuevo texto -las canciones permanecen intactas-, Miguel del Arco ha dado un salto sin red: prácticamente todo animal viviente recibe un mazazo. Hay vitriolo y veneno para todos, con especial inquina para la administración pública y nuestros políticos, tanto los veteranos como las jóvenes promesas. De este modo, Doña Virtudes recuerda a Esperanza Aguirre, la Jota de los Ratas -la canción que fascinó a Nietzsche- se decora con proyecciones de Camps y Bárcenas -escena que provocó deserciones en la platea- y Menegilda, presa del heteropatriarcado, pasa de criada a prostituta y acaba fugándose con la legendaria bailarina Tórtola Valencia. La ley mordaza, el paro, el independentismo catalán: todo tiene cabida en esta propuesta, donde algún chispazo de genialidad brilla entre tanto exceso. La mayoría de dardos apuntan en la misma dirección, pero también hay sorna en el retrato de Pablo Iglesias -da pavor pensar qué opinará de la zarzuela el que calificó el himno de "cutre pachanga fachosa-, idolatrado de forma mística por sus huestes.

Da la impresión de que Del Arco no sabía qué hacer con tanto número musical: el Vals de la Bujía y el de la Seguridad y el Dúo de Gomosa y Sietemesino están insertados de forma brusca, mientras se añora la Mazurca de los Paraguas, imperdonable olvido en la función. Por suerte, el nutrido reparto -con abundantes rostros televisivos- cumple a la perfección: María Rey-Joly como una divertida e histérica Menegilda, que interpreta con finura su tango y su habanera; Amelia Font, insuperable como Doña Virtudes -y cuya dicción, superior a la de Rey-Joly, demuestra que la veteranía es un grado-; el siempre cumplidor Ángel Ruiz como Neptuno y uno de los Ratas; Luis Cansino, cuya cavernosa voz siempre es un deleite, como el pomposo Caballero de Gracia. Todos ellos capitaneados por Paco León, flojo en las declamaciones pero magnífico como cómico: su natural y fresca interpretación, con sus tics habituales, contrasta con las de sus compañeros líricos, siempre tan encorsetadas.

La dirección musical de José María Moreno y el exquisito vestuario de Pedro Moreno son otras de las virtudes de este bombardeo indiscriminado sobre toda figura e institución, con un único mensaje positivo: las bondades de la capital. ¡Cómo está Madriz! es un espectáculo desigual, tronchante e irritante cuya acidez no asimilarán todos los estómagos pero tanto si les sirve como catarsis como si les sulfura su maniqueísmo, se quedarán "atúfitos, paralisiáticos y ensibísmidos". Palabra de Menegilda.

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