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Jorge Sanz, después de su caída como galán de cine

Acaba de afrontar un reto más en su profesión: interpretar un monólogo a lo largo de hora y media en una función titulada Tiempo. 

Acaba de afrontar un reto más en su profesión: interpretar un monólogo a lo largo de hora y media en una función titulada Tiempo. 
Jorge Sanz, en la obra de teatro \'Tiempo\' | Smedia

Cuando un actor como Jorge Sanz comienza su carrera cinematográfica con sólo nueve años de edad y se mantiene en la profesión con los cuarenta y siete que cumplió en el pasado agosto, hay que tenerle, como mínimo, un gran respeto. Lo que ya no le ha sido fácil en tiempos más cercanos es mantener su categoría de galán y su cotización. Ha pasado por momentos difíciles pero no ha arrojado la toalla y acaba de afrontar un reto más en su profesión: interpretar un monólogo a lo largo de hora y media en una función titulada Tiempo, donde su personaje reflexiona durante los últimos noventa minutos que le han dado de vida.

Conocí a Jorge Sanz cuando debutó en la película La miel, que dirigió y produjo Pedro Masó, buen amigo mío, quien me invitó al rodaje nada más iniciado, cuyos protagonistas eran José Luis López Vázquez y la actriz y cantante Jane Birkin. En aquella primera entrevista de su vida, el joven madrileño, al que su madre llevaba a todos los castings de los que tenía noticia, se nos mostró con notable desparpajo, característica que marcó buena parte de su personalidad como futuro galán juvenil.

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Jorge Sanz en 'Valentina'

Y a partir de aquel 1979 de su entrada en el mundillo cinematográfico, este muchacho que tal vez hubiera sido militar siguiendo la vocación de su padre, coronel, mantuvo una notable actividad, con filmes que aún recordarán muchos, como Valentina, donde tuvo como compañero ni más ni menos que el veterano Anthony Quinn, quien le dio no pocos consejos: hablaba español con acento mexicano y fue fácil la comunicación entre ambos. Otra cinta que marcó el campo de los recuerdos de Jorge Sanz fue Conan el bárbaro, que le permitió rodar al lado del musculoso Arnold Schwarzenegger, del que rememoraba su simpatía y sencillez, aunque luego reprobara su modo de ejercer la política como gobernador del estado de California.

Es a partir de mediada la década de los 80 y los 90 cuando Jorge Sanz parece ser imprescindible en toda producción española que precise un joven agraciado dispuesto a conquistar cuanta mujer se ponga a tiro. El año de las luces, Si te dicen que caí, Amantes… Durante la filmación en Burgos de esta última película al agraciado actor tuvieron que protegerlo varios números de la Guardia Civil, ante el acoso continuo de un numeroso grupo de colegiadas de la capital castellana.

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Jorge Sanz en 'Belle Époque'

Se consolidaría poco después como el más brillante de los actores de su generación en Orquesta Club Virginia, Belle Époque, (que le permitió acudir a la entrega de los Oscar de Hollywood), "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" y "Los peores años de nuestra vida", entre otros taquilleros títulos, acrecentados el año 1998 por La niña de tus ojos. Fernando Trueba, de nuevo, y antes Vicente Aranda, fueron los que le proporcionaron mayores oportunidades para su lucimiento en las pantallas. Y como habituales parejas, Victoria Abril y Maribel Verdú . Con Verónica Forqué también hubo eso que los ingleses llaman feeling. Él me confesaría en el transcurso de un almuerzo periodístico que esta última lo había ayudado a vocalizar mejor, pues era consciente de que hablaba a veces atropelladamente y no se le entendía muy bien cuanto pronunciaba.

El chico frágil y desprotegido

Bien mirado, Jorge Sanz no ha tenido nunca a primera vista los atributos físicos de otros galanes, comenzando por su mediana estatura. Pero ni ese ni algún otro inconveniente han sido fundamentales para descabalgarlo entonces del caballo del éxito. Sus miles de seguidoras –al fin y al cabo ellas son las que aúpan a los guapos de la pantalla- lo admiraban por su ternura, tal vez porque parecía a veces desprotegido, frágil, con el encanto de su mirada, unas veces inocente, otras algo pícaras… Hasta que mediado el primer decenio del actual siglo XX cambió su suerte. No había tenido tropiezos de importancia en su carrera, si nos olvidamos de que Pedro Almodóvar lo quería como protagonista de Carne trémula, le hizo unas pruebas y acabó por desecharlo, sustituido por Liberto Rabal, lo que sin duda a Jorge Sanz le supuso un bajo golpe humillante, defendiéndose ante los periodistas que le interrogan sobre ello con esta escueta respuesta: "No soy un imitador".

Peor fue años después, como apuntábamos, porque le llegó el declive, ya no lo contrataban como antes, descendió su caché, su situación económica vióse comprometida y en definitiva acabó siendo víctima de una desesperación anímica, aunque dignamente quiso superarla aceptando otros trabajos en la televisión y el teatro. Pisó la escena por primera vez de la mano de Gonzalo Suárez, quien adaptó el guión de una película inolvidable Arsénico por compasión convirtiéndolo en libreto con el título modificado Arsénico por favor donde aquél hizo lo mismo que Cary Grant en la comedia de Frank Capra. Pero ni la crítica ni el público respaldaron aquel estreno y Jorge Sanz hubo de conformarse con un sabor agridulce de aquel experimento. No obstante reincidió en las tablas con Descalzos en el parque y otras piezas, que si bien le reportaron cierta tranquilidad laboral nada importante han significado en su biografía artística.

Decidido en 2010 a remontar aquel bache, con ocasión de ser requerido para una serie de televisión, contraatacó con la oferta de una miniserie de seis capítulos, contando con David Trueba como guionista y director. Se trataba de ¿Qué fue de Jorge Sanz?, una farsa donde se mezclaban anécdotas, gags y ocurrencias del mundo del espectáculo, con pasajes inventados y otros reales de la vida del actor. Tras varias negativas de las más importantes cadenas, Canal Plus aceptó producir aquella media docena de capítulos, más comentados en los medios informativos por su originalidad pero sin resultados positivos para la posterior carrera de Jorge Sanz.

Lo que sí quedó meridianamente claro para cualquier observador es que posee una gran capacidad en toda clase de trabajos, tanto en el terreno de la comedia como el del drama, dotado de recursos como el de la canción, dispuesto a involucrarse con entusiasmo con cualquier proyecto. Por otra parte es muy querido dentro de los profesionales y en dicha serie comparecieron desinteresadamente algunos de sus compañeros, consagrados actores como Antonio Resines, y otros amigos, para proporcionarle una inyección de ánimo. Y con un futuro incierto reanudó su algo vacilante carrera, muy alejada del brillo del pasado.

Celoso de su intimidad

No mucho se ha sabido de la vida personal de Jorge Sanz quien aunque correcto y educado con los informadores ha puesto siempre una barrera para defender su intimidad. Nunca que recordemos reveló detalles sobre una hija asturiana que tuvo hace veinticinco años, ni por supuesto la identidad de la madre. Llevó con la mayor discreción posible cuatro años de relaciones con Yael Barnatán, hija de la peletera Elena Benarroch. Después se reencontró con la niña de la película Valentina, exactamente un cuarto de siglo después del estreno, convertida Paloma Gómez en una atractiva rubia, con la que convivió once años, siendo padres de un niño, Merlín, que ha cumplido los catorce. Su actual pareja es la francesa Aurélie Domingues, a la que conoció siendo responsable del departamento de prensa del representante del actor. Tienen un hijo llamado Lope y residen a veintiocho kilómetros de Madrid, en Torrelodones.

Ya alejado de la crisis profesional que le afectó, retornaría a los estudios cinematográficos, reclamado para rodar la segunda parte de La niña de tus ojos. Pero como es sabido, el estreno de La Reina de España ha constituido un fracaso rotundo.

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Jorge Sanz estará hasta el 28 de marzo en el madrileño teatro Alcázar representando Tiempo, monólogo de Quim Ferrer, dirigido por Ramón Fontseré, primer actor de Els Joglars. Pieza tragicómica en la que al personaje, que aparece en pijama sentado en silla de ruedas, le comunican que sólo le queda hora y media de vida. Y en ese corto espacio del final de su existencia expone sus pensamientos sobre la muerte, el más allá, la política, el poder… y hasta opina sobre los toros. Un reto para el que el actor se ha preparado concienzudamente. Se fue una temporada a la masía gerundense donde siempre han ensayado Els Joglars y allí a lo largo de horas y horas, diariamente, estudió su papel. Amén de que a diario recorría diez kilómetros en bicicleta. Consciente de que Tiempo va a suponerle un desgaste físico y una prueba de su capacidad interpretativa. Que no recupere la gloria del pasado es algo que le ha ocurrido a un sinfín de actores importantes. Lo principal es que Jorge Sanz ha vuelto al tajo, conserva su vocación, es tesonero y su nombre no debe apagarse. Porque mantiene todavía suficiente crédito profesional.

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