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Tartufo: hipócrita o embaucador

El clásico de Moliere regresa a las tablas en una versión interpretada por Lola Baldrich y Alejandro Albarracín.

El clásico de Moliere regresa a las tablas en una versión interpretada por Lola Baldrich y Alejandro Albarracín.
Alejandro Albarracín da vida a este Tartufo | Grupos SMedia

Dice la RAE que un tartufo es un hombre hipócrita y falso, en alusión al protagonista de una comedia de Molière. Tan extendida está la palabra que se incluye en el diccionario. De esta comedia en cinco actos, escrita en versos alejandrinos por Molière, y estrenada el 12 de mayo de 1664, ha habido y habrá muchas versiones. En este caso, y después de hacer el agosto, literalmente, en diferentes localidades, la la adaptación que Pedro Víllora hace del clásico de Jean-Baptiste Poquelin llega a la cartelera madrileña. Hasta el 1 de octubre se podrá ver en el Teatro Infanta Isabel, El Tartufo, el impostor.

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A día de hoy hay también hipócritas que se sirven de lo que ocurre a su alrededor en su propio beneficio. Nos topamos con un tartufo sibilino, con voz de terciopelo. No es el típico grosero de otras representaciones, lo que quiere es llevarte por caminos oscuros. Hacer un clásico es un lujo que aprovechan para trasladar la historia al día de hoy, para que descifrar a los impostores que día vagan acechando. El auténtico embacaudor, que entra en una casa invitado por Orgón Pernelle, como una especie de guía espiritual. La mujer del engañado (que está interpretada por Lola Baldrich) es una de las primeras en darse cuenta de que el dueño y señor de la casa está siendo engatusado por Tartufo. Más listas que el hambre son las mujeres de esta obra, quienes detectan un perfil psicológico que va más allá de lo que muestra este impostor. Lo que Orgón es incapaz de ver es que Tartufo, en realidad, busca quedarse con todo.

La obra pone encima de la mesa la intuición, que permite relacionarnos entre nosotros. "La sociedad de hoy en día nos lleva a ponernos más armaduras", dice Lola Baldrich. En esta obra se utiliza la religión para urdir la estafa, pero el engañado lo puede ser por cualquier fanatismo. Las circunstancias que rodean a esta treta son las que explican que haya caído en la estafa. La hipocresía se usa aquí para enredar, manipular y robar. Robar propiedades físicas e intelectuales (una injerencia en el libre albedrío).

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Combina momentos de dolor patéticos que chocan con una carcajada, una mezcla de sentimientos propia de la dirección de José Gómez-Friha, que hace que este clásico sea accesible para el gran público. La puesta en escena utiliza como escenario principal a la casa de Orgón, pero el elenco salta al público, para hacer cómplice de la representación. La bondad y la buena fe del prójimo se retuerce en beneficio de este Tartufo.

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