En unos días donde parece que en el fútbol sólo existen el Real Madrid y Barcelona, en los que la tensión y la crispación están llegando a cotas insospechadas y, sobre todo, impropias de un precioso deporte como es el fútbol, se ha producido una de las imágenes más bellas que pueden verse en este juego. A algunos no les dirá nada, pero a otros les da la posibilidad de recuperar la ilusión por él, creer en algo más que piques, enfrentamientos y cruces dialécticos que, si bien son imposibles de apartar del mundo del fútbol, porque forman parte de él, van cobrando de cada vez mayor presencia. Desgraciadamente.
Dicha imagen se produjo al finalizar el encuentro de ida de la Liga de Campeones entre el Schalke y el Manchester United. Raúl y Giggs, dos símbolos de profesionalidad, amor a unos colores, comportamiento correcto dentro y fuera del terreno de juego, dos ejemplos, al fin y al cabo, del fútbol en mayúsculas, se fundieron en un emotivo abrazo y se intercambiaron sus camisetas, unas camisetas que habían defendido con todo en los noventa minutos anteriores, como han hecho siempre desde hace casi 20 años. Sin quejarse, sin protestar, sin faltar a nadie.
Los dos futbolistas ya habían declarado anteriormente que se admiran el uno al otro. No es para menos. Sus trayectorias son muy similares, e igualmente ejemplares. El español debutó con el Real Madrid con 17 años, y fue titular durante 16 temporadas, para luego marcharse al Schalke y repartir sus lecciones en otro país, en otro fútbol, en otro idioma, pero con el mismo estilo de siempre.
El galés debutó con el Manchester United a los 16 años, en noviembre de 1990, y nadie le ha movido de la titularidad desde entonces. Con el paso de las temporadas ha tenido que reinventarse, pasar de extremo con velocidad y profundidad a organizador en el centro del campo, y ha seguido rindiendo a un altísimo nivel. En el partido ante el Schalke, sin ir más lejos, fue quien abrió el marcador, el primero en superar a un muro llamado Neuer.
Pero más allá de las increíbles trayectorias de ambos, es su comportamiento lo que les eleva al estatus de mito. Es muy difícil mantenerse tantos años en la elite, pero mucho más difícil es hacerlo como lo han hecho ellos. Y no nos referimos a sus goles, ni siquiera a sus títulos; nos referimos a su actitud.
Son Giggs y Raúl dos futbolistas que siempre han sabido comportarse tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Ni una palabra malsonante, ni una salida de tono, y seguro que, con todo lo que han vivido, los motivos no les habrán faltado. Da igual, ambos han tenido siempre muy claro que lo más importante es su equipo, y nunca han llevado a cabo un gesto, una acción que pudiera comprometer lo más mínimo a los suyos.
El respeto hacia el rival, eso que parece que ahora ya no existe por ningún lado, ha sido el referente de ambos. Por el rival y por un precioso deporte llamado fútbol, por mucho que ahora algunos, demasiados, se estén encargando de denostarlo.
¿Qué pensarían Giggs y Raúl durante su abrazo? Es posible que algo relacionado en lo mucho que han hecho ambos por este deporte durante tantos años, y la facilidad con la que ahora se lo están cargando. A los niños de hoy día ya no les importan futbolistas como ellos; sólo quieren productos más guapos, más fuertes, que metan más goles y que siempre humillen a su rival, sea al precio que sea. Precisamente, eso que nunca han hecho ni el español ni el galés.
Probablemente, no pensarían nada de eso, pero lo que sí profesaron fue una tremenda admiración mutua. Y eso es lo que importa. Porque demostraron que, pese a todo, siempre habrá un espacio, por pequeño que sea, para el buen fútbol, para el fútbol de verdad.