La presión que ejerce el Reyno de Navarra sobre los equipos rivales ha sido clave para la permanencia, un año más, de Osasuna en la Primera División. Este fin de semana, el equipo rojillo se jugaba la salvación ante un Villarreal con los deberes hechos. Un empate era suficiente para mantenerse en Primera.
Sin embargo, Osasuna no pasó prácticamente apuros en su partido, lo dominó con bastante autoridad y Álvaro Cejudo, al filo del descanso, anotó el tanto de la tranquilidad. La segunda parte, el Reyno de Navarra fue una fiesta. El público hizo la ola, se cantó el "Hola don Pepito, hola don José" y festejó por todo lo alto la permanencia.
El dato negativo, sin embargo, llegó a la conclusión del encuentro. En los videomarcadores, el club mandaba un mensaje a sus aficionados para que no invadieran el campo. Sin embargo, con el pitido final de Turienzo Álvarez, la marea rojilla invadió el Reyno de Navarra.
Entre los invasores, multitud de niños y familias enteras querían celebrar sobre el césped la salvación de su equipo. Pero también estaban los Indar Gorri, hinchas radicales de Osasuna muy próximos a Batasuna. El club, mediante seguridad privada, desplegó efectivos alrededor de las porterías para evitar daños mayores en la madera y en la propia red.
Pero poco a poco la fiesta se fue tornando en algunos momentos de tensión. Mientras desde la megafonía se aludía al desalojo del estadio, algunos incontrolados arrancaban el césped y se lo tiraban a las fuerzas de seguridad privadas apostadas en la gradería Sur, la de los Indar Gorri. Tras varios minutos con cierto clima de tensión, los radicales abandonaron el césped. Sólo entonces hizo acto de presencia los antidisturbios de la Policía Nacional.
El resultado, según relata Javier Primo, responsable del estadio, a Noticias de Navarra, parte del césped arrancado, los Indar Gorri se llevaron algunos bancos y rompieron la cabina de protección para las cámaras de televisión. De nuevo, unos pocos radicales empañaron la fiesta de toda una afición.