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La NBA sigue en el aire por culpa del cierre patronal

Los dueños de los equipos siguen sin llegar a un acuerdo con los jugadores sobre el convenio colectivo, que vence el 1 de julio.

La reunión del próximo jueves entre los propietarios de las franquicias y los jugadores será clave. Ambas partes intentan llegar a un acuerdo sobre el nuevo convenio colectivo con el fin de evitar el temido lockout cierre patronal a partir del 1 de julio que dejaría nefastas consecuencias en la mejor liga del mundo de baloncesto.

Uno de los asuntos más controvertidos es el del tope salarial de los jugadores. Éstos proponen reducir los sueldos en 500 millones de dólares en los próximos cinco años, mientras que los dueños de los equipos quieren que la reducción sea de al menos 2.000 millones de dólares en un solo año, además de aplicar un tope salarial flexible. Diferencias notables que, de momento, dificultan seriamente cualquier acuerdo.

En la última reunión celebrada este martes en Dallas, los dueños han decidido no autorizar el cierre patronal, pero han dado poder al comité de relaciones laborales para tomar cualquier medida que estime oportuna. Si finalmente no se llega a un acuerdo, los propietarios podrán decretar el lockout cuando el contrato venza la medianoche del jueves, aunque ambas partes ya han dicho que las negociaciones seguirían después de ese plazo siempre que haya avances.

"Nada en este mundo es absoluto", afirma el comisionado de la NBA, David Stern, quien se muestra "ansioso" ante la reunión del jueves. Desde el sindicato de jugadores dicen que a la cita van a acudir sólo unos pocos representantes de las plantillas, en contraste con la gran cantidad de negociadores que estuvieron presentes en la reunión del pasado miércoles en Nueva York. "No habrá un gran número de jugadores, sino todo lo contrario. Será un grupo muy reducido", señalan fuentes sindicales.

El vicecomisionado de la NBA, Adam Silver, desconoce si los jugadores pondrán sobre la mesa una nueva propuesta después de la que presentaron la semana pasada, que fue rechazada por los dueños sin titubeo alguno.


Pese a que el panorama pinta muy negro, al menos por el momento, ambas partes parecen condenadas a entenderse porque paralizar una competición como la NBA –el último lockout, en 1998, paralizó la competición durante seis meses– supondría un problema de consecuencias impensables en lo que a ingresos publicitarios, por ejemplo, se refiere. Además, los jugadores tampoco podrían firmar ningún acuerdo con equipos de otras ligas mientras dure la huelga.

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