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Fiestas y concentraciones mezclan mal

Cuando se mezclan todas estas circunstancias, el cóctel es previsible y en ocasiones los jugadores implicados quedan fuera de sus selecciones.

Cuando se mezclan todas estas circunstancias, el cóctel es previsible y en ocasiones los jugadores implicados quedan fuera de sus selecciones.

Las fiestas durante las concentraciones, viajes y torneos combinan mal con el fútbol profesional, al menos cuando trascienden a la opinión pública y se vinculan con la desaparición de dinero o presuntas actividades sexuales relacionadas en muchos casos con la prostitución.

La situación suscitada en el equipo de México para la Copa América, con ocho jóvenes futbolistas acusados de propasarse en una fiesta con presuntas situaciones de acoso sexual en Quito (Ecuador) y que han sido expulsados de la selección, es el último caso al respecto. Además, esta circunstancia confirma la tendencia de algunas de las grandes competiciones del fútbol mundial en los últimos tiempos de no quedarse sin una incidencia de este calibre.

Los precedentes de la Copa América de 2007 y la Copa Confederaciones de 2009, unidos a lo ocurrido con la selección mexicana en las vísperas de esta Copa América, han completado un ciclo de incidentes que tienen en común haberse registrado antes o durante una competición de larga duración.

En esta ocasión, hasta ocho de los jóvenes jugadores que habían llegado a Argentina para jugar la Copa América con la selección mexicana han regresado a su país tras pasar tan sólo 48 horas en el país por mala conducta vinculada con la posible presencia de prostitutas en su hotel durante su gira por Ecuador. Los dirigentes del fútbol mexicano actuaron con rapidez y desde México anunciaron que los futbolistas quedaban fuera de la selección y de inmediato enviaron otros ocho futbolistas para completar el equipo que disputará la Copa.

Este es el último capítulo de una serie de incidencias con similitudes. Hace cuatro años, en Venezuela 2007, seis integrantes de la selección de Chile se vieron inmersos en unos actos de indisciplina y presunto acoso sexual durante su estancia en Puerto Ordaz. Los jugadores implicados en el incidente fueron Jorge Vargas, Rodrigo Tello, Pablo Contreras, Reinaldo Navia, Álvaro Ormeño y Jorge Valdivia, capitán en aquella competición del combinado chileno.

La Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) castigó con veinte partidos a los futbolistas después de los incidentes que tuvieron lugar cuando el técnico, Nelson Acosta, autorizó a los jugadores a festejar la clasificación para los cuartos de final del torneo. El incidente provocó declaraciones de miembros del personal del hotel, que aseguraron que los futbolistas les habían insultado, en especial a las mujeres, y que destruyeron muebles.

Dos años después, otro gran acontecimiento fue escenario de una polémica no muy distinta y que afectó a cinco futbolistas de la selección egipcia que disputaban la Copa Confederaciones en 2009 en Sudáfrica, justo un año antes del Mundial. Los jugadores denunciaron un robo de 1.700 euros en la noche posterior al partido que ganaron por 1-0 a Italia, en la que según difundieron algunos periódicos sudafricanos, habían contratado prostitutas.

El debate giró sobre si habían gastado en dinero en la fiesta o éste les había sido robado por las invitadas. Los cinco futbolistas fueron interrogados por la Policía, que informó de que en las habitaciones no había signos de violencia. El asunto fue incluso debatido en una comisión parlamentaria del país.

Aunque con connotaciones diferentes, el Mundial de Sudáfrica de 2010 estuvo marcado por la polémica suscitada en torno a la supuesta infidelidad de la novia del defensa de la selección inglesa, Wayne Bridge, con el capitán de la selección, John Terry. A principio de aquel año, Bridge se excluyó de la lista del Mundial e incluso el seleccionador de Inglaterra, el italiano Fabio Capello, a quien el seleccionador inglés incluso le retiró la capitanía.

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