A día de hoy, el duelo Real Madrid – Barcelona, Barcelona – Real Madrid puede ser el más apasionante del planeta fútbol. Con los mejores jugadores del mundo, los sueldos más astronómicos, los entrenadores, cada uno a su estilo, más mediáticos, es normal que cada clásico se considere "el partido del siglo", aunque se enfrenten cuatro veces en menos de un mes.
Esa rivalidad, que esta temporada ha vuelto a vivir uno de los picos más altos de su historia, obviamente no es nueva. Prácticamente desde que el fútbol es fútbol Madrid y Barça dividen y enfrentan al aficionado español. Pero, más allá de los motivos políticos –catalanismo contra españolismo, o así lo quieren vender- y de que los dos clubes son quienes más títulos tienen, ¿de dónde procede exactamente esa rivalidad?
A principios del siglo XX, cuando el fútbol español estaba dando sus primeros pasos, el gran rival del Barça era la Sociedad Española de Foot-Ball (posteriormente, Real Club Deportivo Español de Barcelona), fundada por estudiantes de la burguesía catalana fieles a la Corona de España que no se reconocían en la catalanidad que ya pregonaba el Barça, mientras que el Real Madrid vivía sus partidos más calientes contra el Athletic Club de Madrid.
Antecedentes
El primer enfrentamiento entre Real Madrid y Barcelona tuvo lugar en 1902, correspondiente a una semifinal de la Copa de la Coronación. En los años siguientes se fueron enfrentando sin ningún problema, tanto en partidos de Copa –aún no había liga- como en amistosos, hasta que en 1916 surgió el primer conflicto.
Era una eliminatoria de Copa, y Real Madrid y Barcelona igualaron en el partido de ida y en el de vuelta. Entonces, no había penaltis, así que se decretó un tercer encuentro de desempate, en el que el resultado final fue de 6-6, con varios penaltis y jugadas polémicas para ambos conjuntos, que acabaron muy molestos. Había que ir a un cuarto partido, en el que el Real Madrid se impuso por 4-2, pero en el que la directiva del conjunto azulgrana quedó muy enfadada por varios problemas con las entradas para los socios culés –pocas, muy elevadas y mal situadas- lo que propició una queja oficial del Club.
Por supuesto, para que exista esta rivalidad que hay hoy en día debía existir también un fuerte enfrentamiento deportivo. Y ese se produjo ya desde la primera temporada de Liga, allá en 1928. La temporada fue un auténtico mano a mano entre blancos y azulgranas, y si bien el Real Madrid se impuso en el encuetro liguero, fue el Barcelona quien se llevó el título en la última jornada.
Además, el día siguiente la prensa catalana exaltó su deporte, con sentencias como "cuando en una nación se disputan dos pruebas de tanta importancia –el Espanyol había ganado la Copa del Rey- y las conquistan dos equipos de una misma región, eso quiere decir algo", alabando la "alta clase del fútbol catalán", unas palabras que no sentaron demasiado bien en Madrid.
Para configurar esa rivalidad también debía haber algún conflicto por un fichaje. Y éste se produjo en 1933, con el traspaso de Samitier al Real Madrid. El mago, que había llegado con 17 años al Barcelona, estuvo trece años vistiendo de azulgrana, convirtiéndose en todo un ídolo para los culés. Sin embargo, en 1933, después de varios conflictos con la directiva, decide abandonar el Barça y se marcha rumbo al Real Madrid. Aunque sólo vistió dos años de blanco, ese cambio de equipo tiró por la borda –al menos hasta bastantes años después- el cariño que le profesaba la afición, y aumentó las tensiones con el Madrid.
El punto de inflexión
Después de varios enfrentamientos durante la década de los 30, en los que los partidos entre Real Madrid y Barça eran siempre espectaculares, cargados de una gran tensión pero sin llegar a mayores, siempre en pro de la deportividad, en 1943 llegó el que ha sido considerado por todos el chispazo definitivo, el despegue para la eterna enemistad entre ambos conjuntos.
Nos encontramos en las semifinales de la Copa del Generalísimo -actual Copa del Rey-. El partido de ida el Barcelona se había impuesto por 3-0, pero en el choque de vuelta el Real Madrid remontó en un encuentro envuelto en mucha polémica, y que ha pasado a denominarse en el ámbito azulgrana como 'El escándalo de Chamartín'.
Como es habitual hoy en día, la prensa se encargó de caldear el partido de vuelta después de que en la ida el comportamiento de los aficionados culés rozara lo antideportivo. Pero lo hizo de tal manera que el entonces Presidente del Barcelona, Enrique Piñeiro, se vio obligado a enviar una carta al Real Madrid en la que aseguraba que "No queremos juzgar los comentarios más o menos autorizados aparecidos en la prensa" y, continúa, "Perderemos o ganaremos ante ustedes el día 13, saldremos o no eliminados, pero lo que nos interesa es seguir honrados con la amistad de ese gran Club, de la que tantas pruebas tenemos recibidas", una muestra más que, si bien ya eran los máximos rivales de nuestro fútbol, no fue hasta aquel suceso que se creó la eterna enemistad generada hoy día.
Según contaron varios ex futbolistas de aquél Barcelona, justo antes del encuentro el Director General de Seguridad Nacional entró en el vestuario azulgrana amenazándoles para que tomaran una actitud "pasiva" durante la disputa del mismo. Además, hubo ciertos aficionados que lanzaban objetos al portero rival, lo que hacía que tuviera que alejarse de la portería y, por ende, facilitar los goles blancos. El resultado final de 11-1 quedó registrado como un hito en la historia del Real Madrid, y como un escándalo inolvidable en la historia del Barcelona.
Juan Antonio Samaranch, por aquel entonces periodista del periódico La Prensa y reconocido madridista, escribió la crónica de aquel encuentro y recriminó el ambiente que se había forjado contra el equipo catalán, asegurando que éste hizo que el Barcelona prácticamente se dedicara a no jugar, como demuestra el resultado. El atrevimiento del que posteriormente fuera Presidente del COI a contar lo que realmente había pasado supuso su expulsión del periódico en el que trabajaba y el final de su carrera como periodista, como el propio Samaranch aseguró en más de una ocasión.
A partir de ese partido las relaciones entre Real Madrid y Barcelona nunca volvieron a ser lo mismo. El asunto quizá empeoró aún más con el fichaje de Di Stéfano por el Real Madrid cuando estaba prácticamente cerrado por el Barcelona, y con el consiguiente dominio del fútbol español y europeo por parte del conjunto blanco –con las evidentes envidias del Barcelona-, y en estos años está viviendo uno de sus momentos más álgidos gracias a la fuerza de la prensa, a los grandes resultados de blancos y, sobre todo, azulgranas, y a la presencia de dos figuras, para lo bueno y lo malo, en el banquillo de ambos conjuntos. Pero hubo un día en que Real Madrid y Barcelona no eran archienemigos, y hubo una tarde en que esa historia cambió. Posiblemente, para siempre.