El origen del odio del Celtic al Atlético
Todo se remonta a un Miércoles Santo del año 1974, cuando el Atlético dio un paso de gigante para jugar la final de la Copa de Europa.
El Comité de Apelación de la UEFA ha desestimado este martes el recurso del FC Sion suizo, que fue excluido de la Liga Europa por alineación indebida en la eliminatoria ante el Celtic de Glasgow. Así pues, el equipo escocés será finalmente el rival del Atlético de Madrid, este jueves en el estadio Vicente Calderón, en un duelo con mucha historia y un ánimo de revancha enorme por parte de los británicos.
El 10 de abril de 1974, Celtic de Glasgow y Atlético de Madrid disputaron el encuentro de ida de las semifinales de la Copa de Europa. Los rojiblancos partieron para Escocia con el mejor equipo que han tenido seguramente en toda su historia, pero se medían a un rival temible, el primer británico en levantar la Orejona. Iba a tener lugar lo que siempre se conocerá como "la batalla de Glasgow".
El técnico del cuadro rojiblanco, Juan Carlos Lorenzo, era consciente del poderío del equipo escocés, sobre todo en un Celtic Park que estaría abarrotado por 73.500 espectadores. Por ello alineó un once tremendamente defensivo, con seis defensas, para aguantar su portería a cero y así decidir la eliminatoria en el Manzanares.
Aquel Miércoles Santo, el Atlético jugaba uno de los partidos más importantes de su historia con el equipo católico y nacionalista escocés con el siguiente memorable once: Reina; Melo, Ovejero, Panadero Díaz; Benegas, Eusebio; Heredia, Adelardo, Gárate, Irureta y Ayala.
Las órdenes del preparador rojiblanco eran claras, como se encargaría de reproducir la prensa escocesa: juego duro y mantener la portería a cero. Dicho y hecho. A los siete minutos, el árbitro turco Dogan Babacan enseñó la primera amarilla del partido a Ayala, y no sería la única. El Atlético acabaría con ocho futbolistas, tras la expulsión del propio Ayala, de Panadero Díaz y de Quique.
El partido concluyó en una auténtica batalla campal. Panadero le dio una patada en las costillas a Jimmy Johnstone, la gran estrella del Celtic, que le valió la roja y exaltó al público escocés, que nunca olvidaría tal afrenta.
El Atlético logró el objetivo, pero pagó un alto coste por ello. Tuvo seis bajas para la vuelta, una multa de dos millones de pesetas, según informa Efe, y la amenaza de cierre del Vicente Calderón si había incidentes en la vuelta. Nada más lejos de la realidad, ya que el estadio rojiblanco se llenó a reventar para apoyar a su equipo, que ganaría 2-0 y se clasificó para la final de la Copa de Europa.
Ya hubo otro duelo
El de este jueves será la tercera vez que ambos clubes se vean las caras. Atlético y Celtic se midieron en la primera eliminatoria de la Recopa de 1985-86 con nueva victoria para los rojiblancos, que empataron (1-1) en el Manzanares, pero vencieron (1-2) en Celtic Park. Curiosamente, aquel partido se jugó a puerta cerrada por unos incidentes que tuvieron lugar la temporada anterior ante el Rapid de Viena.
Este año, el Atlético tendrá que volver al recinto del Celtic de Glasgow y, a buen seguro, el recibimiento no será bueno. Prueba de que las heridas aún sigue abiertas son las últimas declaraciones de Billy McNeill, el capitán del conjunto católico en 1974 al afirmar la semana pasada que "el Atlético de Madrid es escoria".
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