El árbitro Tomas Fidra tenía una feista de cumpleaños, y bien que lo celebró. Después, debía dirigir el encuentro entre el Jestrabi Lhota y el Tynec-nad-Labem y se le fue de las manos, al igual que las copas horas antes.
Los jugadores sospechaban que algo le pasaba al árbitro. No corría bien, perdía el equilibrio y estaba algo desorientado. Cuando se acercaban empezaron a sospechar. "Olía como una destilería", dicen los testigos.
Los jugadores, extrañados de la actitud del árbitro, se acercaron a preguntarle qué le ocurría. Ante la cuestión, el colegiado no lo dudó: tarjeta roja. Así hasta dejar al Jestrabi con ocho jugadores. El equipo oponente se apiadó de su rival y decidió no atacar. El partido acabó 1-1.
El árbitro nunca ocultó que venía de una fiesta de cumpleaños y, tras la denuncia de los dos equipos, la policía hizo la prueba de alcoholemia a Fidra. Dio 0.194% de alcohol en sangre, casi el triple de lo permitido en la República Checa para conducir, 0, 2%. La Federación ya ha tomado cartas en el asunto y el árbitro se enfrenta a una sanción de un año.