El grupo de España, más complicado de lo que parece
Los tres rivales de la selección tienen una característica en común: son grandes defensores, y con mucha calidad para las contras.
A simple vista, podríamos decir que si España es la favorita a proclamarse campeona en la próxima Eurocopa –que no dudo de que lo sea-, con lo que debería ser primera de su grupo con total comodidad. Sería fácil pensar en que sólo ante Italia será complicado, en lo que podría ser la disputa por esa primera plaza, mientras que Irlanda y Croacia no serían más que simples comparsas. Sin embargo, si analizamos bien a las tres rivales de la selección, podemos afirmar que no será tan sencillo como a bote pronto podría parecer.
Y es que Italia, desde la llegada de Prandelli, ha dado un salto de calidad que le ha permitido ponerse al día en cuanto a necesidades futbolísticas y le vuelve a convertir en un primer espada –si es que alguna vez dejó de serlo-. Irlanda tiene mucho más de lo que –por mala fortuna o por robos arbitrales- ha venido mostrando últimamente. Y Croacia ha perdido el brillo que la caracterizó en los noventa, pero se ha convertido en una escuadra sobria, muy difícil de batir.
Pasamos a analizar las selecciones una a una.
La nueva Italia
El ridículo realizado en el último Mundial, en el que no logró ninguna victoria en un grupo que era de los más sencillos del campeonato, hizo que el país transalpino se uniera en una voz pidiendo el cambio necesario para ponerse al día. El concepto de Lippi se había quedado algo obsoleto, y hacía falta adaptarse a lo que el fútbol actual reclama.
Cesare Prandelli, un entrenador que siempre apostó por el juego de ataque –sin olvidar que es italiano- en todos los equipos en los que estuvo, sobre todo en una brillante Fiorentina, fue el elegido para llevar a cabo esa tarea de reconstrucción. Al de Lombardía le dieron carta blanca para hacer lo que le viniera en gana –incluso convocar a varios futbolistas no nacidos en Italia, con lo que eso supuso en el país- y ha convertido a la squadra Saura en una selección mucho más agresiva, igual de batalladora que siempre, y que trata el balón como quizá no lo ha hecho en su historia.
En defensa es la Italia de siempre. Con el mejor guardameta del mundo bajo palos, su juego defensivo –que no sólo la línea de atrás- sigue siendo su mejor arma. Ya no existen aquellos referentes como Maldini, Cannavaro o Nesta. Sólo Chiellini parece que, y a mucha distancia, puede asumir esos galones. Pero varios jugadores como Ranocchia, Maggio, Criscito, Cassetti o Bonucci terminan de configurar una buena línea de cuatro.
En el centro del campo Pirlo sigue siendo el jefe. El futbolista, que parece estar viviendo una segunda juventud en la Juventus, llevará el timón del equipo, acompañado por dos guerreros, entre los cuales De Rossi parece fijo y entre varios hombres –quien esté dispuesto a correr más y dar más patadas en noventa minutos- se disputarán la tercera plaza, con Thiago Motta, de momento, con ventaja.
Ricardo Montolivo será la pieza angular del conjunto. Él será el encargado de enlazar entre el centro del campo y la delantera, de convertir todo el trabajo de los hombres que estén a sus espaldas en ocasiones de gol. De una calidad técnica extraordinaria, su fragilidad mental puede jugarle malas pasadas a los azzurri. De cómo llege el de la Fiore a la cita dependerán gran parte de las posibilidades del equipo.
Y arriba, Prandelli tiene mucho, muy bueno, y muy diverso a elegir. Parece que huye un poco del arquetipo de delantero italiano tanque, no muy técnico, y cazagoles –Toni y Gilardino en los últimos años, Matri o Pazzini en la actualidad- y prefiere apostar por la genialidad de Cassano y Balotelli. No hay duda de que esta pareja podría dar un toque de auténtica magia a la selección, pero son dos jugadores demasiado inestables –por decirlo de alguna manera- y cómo llegaran a la cita es toda una incógnita. Además, los problemas en el corazón del exmadridista hacen dudar de su presencia en el final de la temporada italiana. La tercera vía es el delantero del Villarreal Giuseppe Rossi, puro talento.
Hablamos, por tanto, de una selección con muchas incógnitas. Para lo bueno, y para lo malo. Pueden llegar mal a Polonia, con bajas importantes, y con hombres que no atraviesen por su mejor momento. Pero puede suceder todo lo contrario. Que todos lleguen bien, y que Italia se convierta en un equipo tan trabajador y ordenado como siempre, pero con una magia y una clarividencia en ataque –imagínense juntos y en condiciones a Pirlo, Montolivo, Cassano, Balotelli y Rossi- de la que nunca han gozado.
Irlanda quiere reivindicarse
Todos los analistas coinciden: Irlanda es mucho más peligrosa de lo que pueda parecer a simple vista. El hecho de no haber estado en ninguna gran cita desde el Mundial de 2002 le ha hecho perder relevancia de cara a los espectadores. Sin embargo, los green boys se han encontrado con una de las mejores generaciones de su historia, y han ido conformando en los últimos cuatro años un equipo muy fuerte.
Decíamos que llevaba diez años sin una gran cita, pero ese dato es engañoso. No hay que olvidar que en la clasificación para el Mundial de 2010 los de Trappatoni quedaron eliminados en la repesca por Francia, una de las supuestas potencias mundiales, gracias a un gol totalmente ilegal de Gallas –por manos previas de Henry- en el último suspiro. De no ser por aquél robo, Irlanda hubiera estado en Sudáfrica con muy buenas aspiraciones.
Fue difícil dar carpetazo a lo que cayó como una auténtica bomba en el país –manifestaciones ante la UEFA incluidas-, pero Trap, el veterano seleccionador nacido en Milán, lo ha conseguido, y brillantemente. Nuevamente tuvo que necesitar de una repesca –superada con holgura ante Estonia- para llevar a su equipo a una Eurocopa, y aquí llegan dispuestos a todo.
Tiene, al igual que Italia y como veremos Croacia, en la defensa su mejor virtud. Sólo ha recibido dos goles en sus últimos once partidos, y eso que se ha enfrentado a equipos como Italia, Eslovaquia o Rusia. El veterano guardameta Shay Given es todo un seguro bajo palos, y toda su defensa está más que curtida en buenos equipos de la Premier, con O’Shea y Dunne a la cabeza.
El centro del campo es más batallador que otra cosa. Hunt, Andrews o Whelan no brillan precisamente por su calidad, sino por su trabajo, su disciplina, y su inteligencia a la hora de saber qué es lo que necesita su equipo en cada momento. Y una de las primeras opciones es buscar la velocidad por las bandas, donde McGeady y Damien Duff son dos auténticos puñales.
Y arriba un nombre destaca por encima de todos: Robbie Keane. Pese a que ya se encuentra en su cuesta abajo, en un torneo corto el ex de Liverpool, Tottenham o Inter puede demostrar que ha sido uno de los mejores futbolistas británicos de la década. Le acompañará, casi con total seguridad, otro experimentado futbolista de la Premier, Kevin Doyle.
Es, pues, un equipo muy incómodo, que entregará la posesión de la pelota y se meterá atrás –algo que como hemos visto no sienta muy bien a España- en espera de salir con gran velocidad por las bandas en busca del remate final de uno de sus nueves. Quien quiera ganarle tendrá que sudar. Y mucho.
Croacia, el trabajo ante todo
Si decimos que Irlanda e Italia serán huesos duros de roer para España por su marcado carácter defensivo, no menos lo será la Croacia de Slaven Bilic. Seguramente muchos recuerden aquella selección de los Suker, Jarni, Vlaovic o Boban. Si es así, olvídense completamente. Nada tiene que ver la selección actual con aquella que brilló en el Mundial del 98, excepto la camiseta blanca con cuadros rojos.
En una década han pasado de olvidarse de aquél fútbol brillante, de ataque, atrevido, por otro mucho más arcaico, conservador, hasta convertirse en una de las selecciones más defensivas del panorama europeo. Gran parte de la culpa la tiene el seleccionador desde hace seis años, Slaven Bilic, uno de los más leñeros de aquella gran selección croata.
Debido a este estilo de juego, quizá Vedran Corluka, defensor del Tottenham, sea el futbolista más importante de los vatreni. Junto a él, forman en la línea de atrás Darjo Srna y Josip Simunic, dos futbolistas muy importantes en sus respectivos equipos, Shakhtar y Zagreb respectivamente. Mandzukic es el encargado de continuar con las labores defensivas desde la medular.
Obviamente, no se puede jugar con un carácter marcadamente defensivo si no se tienen futbolistas de calidad arriba que sean capaces de lograr la victoria por sí solas. Pranjic, Rakitic, Eduardo y Olic –éste más como nueve fijo- son los encargados de ello. Pero sobre todo un futbolista deberá tomar las riendas en ataque de los suyos si quieren llegar a algún lado: Luka Modric.
El croata lleva varios años apuntando a gran futbolista, a uno de los más talentosos del Viejo Continente. Sin embargo, ni en el Tottenham ni en la selección ha terminado de mostrar aquello que se le presupone. Esta Eurocopa será sin duda una magnífica oportunidad para reivindicarse.
Paciencia o cambiar el sistema
Por tanto, se deduce de este análisis una conclusión muy clara: los tres equipos a los que se enfrentará España son combinados que se encuentran más cómodos defendiendo que atacando, que juegan mejor sin el balón, y que tienen la suficiente calidad arriba para hacer daño a la contra.
De ese modo, España tendrá dos opciones: jugar como siempre, con largas posesiones, esperando el momento en que se descomponga el rival para crear una oportunidad, y con mucho ojo para evitar las posibles ofensivas italianas, croatas o irlandesas. Pero si eso no funciona –como pasó, por ejemplo, ante Inglaterra- Del Bosque deberá tener un Plan B porque, de lo contrario, se puede sufrir mucho. Demasiado. Las bandas, con Navas o Mata como referencias, y Fernando Llorente pueden convertirse en futbolistas muy importantes en caso de necesitar de aquella alternativa.
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