El técnico francés del Arsenal vive su peor momento en el club londinense desde su llegada en 1996. Arsene Wenger, como su colega Jose Mourinho, tuvo que escuchar los silbidos de su propio público en el encuentro de Premier entre el Arsenal y el Manchester United, que acabó ganando (1-2) los Diablos Rojos .
Después de un inicio de temporada nefasto, la marcha del Arsenal se había enderezado, llegando a los puestos europeos. Sin embargo, los malos resultados en las últimas jornadas han colocado a los gunners a 18 puntos de la cabeza y, lo que es casi más importante, a cinco puntos del Chelsea, que ocupa plaza Champions, y a diez del Tottenham, gran rival en la ciudad.
La acción que hizo levantar las iras al público del Arsenal contra su hasta hace poco admirado entrenador fue la entrada en el campo del ruso Andrei Arshavin en sustitución de Alex Oslade-Chamberlain en el minuto 74.
El francés no se tomó nada bien la pitada de los aficionados: "Uno tiene a un chico de 18 años, que juega su primer partido de Premier League, y un jugador que es capitán de su selección. ¿Y se quejan del cambio? ¡Seamos serios!", afirmó Wenger. "Soy entrenador desde hace 30 años. ¿He hecho 50.000 cambios de jugadores y tengo que justificarme por cada uno?", decía un enfadado técnico galo.
Pero no todos ven de la misma forma el cambio. Arshavin ha sido muy criticado por su actitud y nadie entiende la gran cantidad de dinero- 18 millones de euros- que el Arsenal pagó por la promesa del fútbol ruso.
"A uno no le gusta criticar a los jugadores, pero Arshavin me parece el jugador más desinteresado de la Liga. No le gusta nuestro clima. No le gustan nuestras mujeres. Creo que quiere volver a Rusia. Así pues: ¡vete a casa!", decía Gary Neville, exjugador del Manchester United.
A ello se une que Wenger está perdiendo el crédito ganado en sus primeros años al frente del Arsenal. En 2006 cosechó su último título en el banquillo de los gunners y, desde entonces, las prestaciones de su equipo, así como el rendimiento de sus controvertidos fichajes, han puesto a Wenger en la picota. El banquillo del Arsenal puede ser un dulce muy apetecible para algunos entrenadores a final de temporada.