Fernando Alonso (Ferrari) entra este fin de semana en Shanghai, sede del Gran Premio de China -la tercera carrera del año-, como líder de un Mundial de Fórmula Uno que, tras las dos primeras pruebas, parece mucho más apretado que los anteriores.
Con un coche que presentará algunas mejoras en China, pero que aún debe evolucionar bastante más para estar a la altura de los mejores, Alonso sacó petróleo en los Grandes Premios de Australia -donde acabó quinto tras salir duodécimo- y Malasia, donde logró su tercera victoria en Sepang con tres coches diferentes, después de las de 2005 (con Renault) y 2007 (McLaren). En una jornada marcada por la lluvia torrencial y en la que el doble campeón mundial asturiano, que arrancó octavo, firmó su vigésima octava victoria en F1, la séptima a bordo de un Ferrari.
Un triunfo que la escudería de Maranello basó fundamentalmente en el talento de Alonso, que fue el mejor sobre mojado en una carrera en la que brilló el mexicano Sergio Pérez (Sauber), de 22 años, que fue segundo y subió por primera vez a un podio de Fórmula Uno. La victoria de Alonso sirvió de revulsivo y calmante al único equipo presente en todos los Mundiales de F1 desde su creación, en 1950. Pero en Ferrari son conscientes de que el monoplaza rojo debe mejorar, especialmente, en velocidad punta y tracción.
Así lo admitió su director técnico, Pat Fry, sorprendido por haber salido de Malasia liderando un campeonato en el que, tras los dos primeros actos, parece claro que Red Bull ya no ejerce el tiránico dominio del año pasado, cuando el alemán Sebastian Vettel -segundo en Melbourne y retirado en Sepang- se convirtió, a los 24 años y tres meses, en el bicampeón más joven de la historia.
Por lo visto hasta el momento, el equipo más potente es McLaren, líder de constructores, que festejó en Australia la victoria del inglés Jenson Button, campeón en 2009. Su compatriota Lewis Hamilton, campeón un año antes, repitió tercer puesto en Malasia y es segundo en el Mundial, con treinta puntos, cinco menos que Alonso y cinco más que su compañero de equipo.
El australiano Mark Webber -colega de Vettel en Red Bull- es cuarto, tras acabar en ese puesto ambas carreras. En las que causó grata impresión Pérez, que en Melbourne protagonizó la remontada al acabar octavo una carrera en la que salió último; y que celebró su puesta de largo en Sepang, donde llegó a poner en aprietos a Alonso.
Checo finalizó segundo, fue protagonista de un sensacional recibimiento en México -donde ya le celebran como el sucesor de Pedro Rodríguez- y es quinto en el certamen con un Sauber que vislumbra gran potencial, sobre todo en carrera.
Algo que le falta aún al Mercedes de los alemanes Nico Rosberg y Michael Schumacher -el 'hombre récord' de la F1, con siete títulos-, que parece brillar más a una vuelta. Al igual que el Lotus del otro campeón en pista, el finés Kimi Raikkonen, que tras dos años en el de rallys, demostró que no se le ha olvidado pilotar un Fórmula Uno.
Williams también parece haber dado un salto de calidad y celebró en las afueras de Kuala Lumpur el sexto puesto de Bruno Senna -el sobrino del mito-, el que se le había escapado en Australia al venezolano Pastor Maldonado, que rodaba en esa posición antes de estrellarse en la última vuelta, cuando acosaba a Alonso.
Que, por motivos tecnológicos, deberá gestionar su liderato "a la defensiva" en China, donde el domingo están previstas 56 vueltas a la pista de Shanghai, de 5.451 metros, para un recorrido total de 306 kilómetros. Con neumáticos blandos (raya amarilla) y medios (blanca).
En un escenario en el que el campeón español podría volver a pescar en río revuelto si llueve. Y en el que la escudería española HRT -que sufrió sobremanera en Australia, donde no se clasificó para disputar la carrera- aspira, como mínimo, a volver a conducir a meta los monoplazas de Pedro de la Rosa y del indio Narain Karthikeyan. Hamilton fue el último vencedor en un Gran Premio que arrancará el viernes (madrugada del viernes, en horario español) y en el que se anunciará si se disputa o no el siguiente, previsto dentro de una semana en la convulsa Bahrein.