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Drogba y Cech convierten al Chelsea en campeón de Europa

El Bayern fue mejor, pero la portentosa actuación del meta checo y del delantero marfileño, autor del gol decisivo, resultó determinante.

Por fin, el Chelsea lo ha conseguido. Ocho años después de la llegada de Roman Abramovic, y tras más de 1.000 millones de euros gastados, el conjunto inglés ha cumplido el sueño de proclamarse, por primera vez, campeón de Europa. Lo hizo con mucho sufrimiento. Lo pasó fatal en la semifinal ante el Barcelona, pero logró la proeza. Y lo pasó peor en la final ante el Bayern, pero culminó la gesta. Así, las victorias saben mejor. Más, cuando es la más grande a la que un equipo puede aspirar.

Didier Drogba y Petr Cech se erigieron en los héroes de un equipo tocado con una varita mágica. El delantero marfileño logró en el último suspiro el agónico empate que llevó el partido a la prórroga. Ahí, el guardameta se mostró inmenso deteniéndole un penalti a Robben que hubiera cambiado el sino de la final. Y en la tanda de penaltis, después de que Cech volviera a ser crucial, Drogba anotó el decisivo. El que la daba al Chelsea la orejona. Por fin.

Partido sin engaños

Desde el primer momento, los dos equipos mostraron sus cartas. El Bayern tenía el balón, y por medio de Robben, Ribery y Muller buscaba la profundidad para que Mario Gómez se encargara de rematar. El Chelsea, por su parte, confiaba en su efectividad defensiva, volviendo a encerrarse en su área, y en algún zarpazo que le pusiera por delante. Era lo que se esperaba de ambos conjuntos. No quisieron engañar a nadie. Era, y es, su estilo. Tan válido el uno como el otro.

Quizá muchos echaron de menos a Real Madrid y Barcelona en un escenario como éste. El espectáculo hubiera sido mayor. Pero si los dos equipos estaban ahí, era porque lo merecieron. Y así lo constataron durante los ciento veinte minutos que duró el encuentro.

Las ocasiones, como era de esperar, comenzaron a caer del lado bávaro. Pero no eran claras. Disparos lejanos de Muller y Ribery, remates forzados de Mario Gómez, internadas de Lahm que no encontraban rematador... Sólo una pudo ser gol. Un zurdazo de Robben –de nuevo maldito en una final– que fue salvado inexplixablemente por Cech. Sólo era el preludio de lo que iba a suceder más tarde.

El segundo tiempo siguió el mismo guión. El Bayern era quien dominaba; el Chelsea quien sufría. Drogba era una isla en el ataque londinense. Pero qué isla. Cada balón que tocaba, aunque fuera a cuarenta metros del área, lo convertía en peligroso. Cech, mientras, seguía agigantándose ante el poco tino de los atacantes alemanes. Mario Gómez, autor de 40 goles esta temporada, se fundió en el momento más importante de su equipo.

No así Thomas Muller. El joven talento alemán pasó desapercibido durante buena parte del partido, pero en el tramo final apareció y, en el 83, adelantó al Bayern con un cabezazo picado ante el que no pudo reaccionar nadie. Parecía la sentencia. En casa, 1-0 a favor, y menos de diez minutos para que terminara el encuentro.

Drogba y Cech, Cech y Drogba

Pero los alemanes cometieron el error de dar por muerto al Chelsea antes de tiempo. Y lo terminó pagando. Porque si algo ha demostrado este equipo es carácter y capacidad de superación. Didier Drogba, quién si no, envió el partido a la prórroga con un remate de cabeza espectacular, digno de uno de los mejores delanteros del planeta. Si no el mejor.

En el tiempo extra parecía más enchufado el conjunto inglés. El golpe moral sufrido por los bávaros les había achantado. Pero de repente se encontraron con un inocente penalti a su favor. Otra vez, parecía que todo se ponía a su favor. Pero no. Ahí estaba Petr Cech para demostrar que el Chelsea era el elegido. Que tanto sufrimiento en partidos anteriores no podía terminar sin el título. El guardameta checo le ganó la partida a Arjen Robben. Ahí, los blues terminaron de verse campeones. Por si les quedaba alguna duda.

Consciente de ello, el Bayern se lanzó a por el partido. No quería llegar a los penaltis. No debía. Tuvo opciones para lograr el 2-1, pero no tenía que suceder. Incluso, el cuadro de Di Matteo, ya con Fernando Torres en el campo, también tuvo las suyas.

Y se llegó a la tanda de penaltis. Ahí donde un error puede condenar al más grande. Donde un acierto puede encumbrar al más pequeño. Pero esta vez hubo justicia poética, y un grande se convirtió en gigante. Y eso que el Chelsea, empeñado en sufrir hasta límites inabordables para otros equipos, comenzó fallando. Fue Juan Mata. El único lunar para el colosal partido del español.

Tuvo que aparecer, otra vez, Petr Cech para detener primero el lanzamiento de Olic y, justo después, rozar prodigiosamente el disparo de Schwensteiger para que el balón terminara rebotando en el palo. Quedaba un penalti. El todo o la nada. Y era Drogba el encargado. El delantero marfileño de 34 años se encontraba ante el momento más importante de su vida. Cumplir el sueño por el que había desembarcado en Europa, ya a las puertas de su retirada. Y lo transformó. Vaya si lo transformó. Lanzamiento perfecto, y gol. Celebración. Locura. Éxtasis. El Chelsea, campeón de Europa.

Era el epílogo perfecto para un equipo magífico que arrancó ocho años atrás, que mejoró Mourinho, y que hoy, por fin, alcanzó la perfección. Era el epílogo perfecto para dos grandes futbolistas que merecían esta despedida. Es el título de Petr Cech y Didier Drogba.

 

Ficha técnica de la final

Bayern, 1: Neuer; Lahm, Boateng, Tymoshchuk, Contento; Kroos, Schweinsteiger; Robben, Müller (Van Buyten, m.86), Ribery (Olic, m.97); y Mario Gómez
Chelsea, 1: Cech; Bosingwa, Cahill, David Luiz, Ashley Cole; Obi Mikel, Lampard; Kalou (Torres, m.84), Mata, Bertrand (Malouda, m.73); y Drogba

Goles: 1-0, m.83: Müller; 1-1, m.88: Drogba
Penaltis: 1-0 (Lahm marca), 1-0 (Mata lanza y Neuer para), 2-0 (Gómez lanza y marca), 2-1 (David Luiz lanza y marca), 3-1 (Neuer lanza y marca), 3-2 (Lampard lanza y marca), 3-2 (Olic lanza y Cech para), 3-3 (Cole lanza y marca), 3-3 (Schweinsteiger lanza y Cech para), 3-4 (Drogba lanza y marca)
Arbitro: Pedro Proenca (Portugal) amonestó a Schweinsteiger, Cole, David Luiz, Drogba y Torres
Incidencias: final de la Liga de Campeones disputada en la Allianz Arena de Múnich ante 62.500 espectadores (lleno)

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