¿Puede Grecia permitirse el lujo de eliminar a Alemania?
La crisis y el nuevo mapa que los rescates dibujan hacen que el duelo entre Alemania y Grecia en cuartos de la Eurocopa acapare todas las miradas.
Ni el enfrentamiento entre rusos y polacos de la primera fase ni el hipotético cruce entre irlandeses e ingleses que al final no se dará: las rivalidades históricas han sido sustituidas por las nuevas circunstancias geopolíticas y el partido más tenso de esta Eurocopa probablemente será el Grecia-Alemania.
Todo esto aún a pesar del resultado final de las elecciones griegas, que ha favorecido a las formaciones menos radicales y, por así decirlo, más partidarias de un buen entendimiento con Europa.
Sin embargo, pese a estar pagando buena parte de la fiesta de los países periféricos, Alemania ha logrado hacerse con el papel de la bruja mala de Europa para más de la mitad de la opinión pública del continente.
Y si esto es cierto en no pocos países, probablemente en ninguno lo es más que en Grecia, el que más sufre ahora las consecuencias de sus años locos de déficit y despilfarro... y el que más culpa de ello a la canciller alemana, Angela Merkel.
Así, no debe sorprender que ya en las celebraciones tras la victoria griega de este sábado sobre Rusia los hinchas ya lanzaran improperios varios a los alemanes: "Les vamos a humillar, tenemos que humillarles", decía un eufórico griego que paseaba una bandera con su moto por Atenas.
¿Sentimiento mutuo?
Si bien normalmente los alemanes se expresan de una forma menos pasional, tampoco se puede decir que, por lo general, estén encantados con Grecia: al contribuyente germano pagar impuestos para rescatar a un país tan lejano en muchos sentidos no es algo que le apasione.
Además, la recta y organizada mentalidad alemana tiene verdaderos problemas para aceptar que haya que sufragar el rescate de un país que es un perfecto ejemplo de desorganización y que, además, ha mentido de forma escandalosa a sus socios (y a la propia Alemania entre ellos).
Por último, si todo lo anterior fuera poco, el que es probablemente la principal estrella del combinado alemán, el madridista Mesut Özil, y otro de sus compañeros, Ilkay Gündogan, actualmente en las filas del Borussia Dortmund, son de origen turco. Y ya saben que Turquía y Grecia son enemigos irreconciliables.
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