Sin duda el trazado de Hungaroring es un circuito especial para Fernando Alonso: es el escenario perfecto para comprobar si el asturiano estaba en lo cierto y aún es posible ganar el Mundial. Hungría le ha dado grandes satisfacciones al piloto español, pero también le ha quitado mucho. En 2003, un joven Alonso ganaba su primera carrera en la Fórmula 1 en el trazado húngaro. Lo hacía a los mandos de un Renault y batiendo una marca, la del piloto más joven –21 años– en ganar una gran premio. Un récord que, unos años después, le arrebataría el piloto alemán Sebastian Vettel sólo por unos días. Empezaba la carrera de un campeón que busca, siete años después, volver a hacer historia.
Pero no siempre Hungaroring ha sido una carrera benevolente con Alonso. En 2006, cuando el ovetense luchaba por su segundo título de campeón del mundo frente a Michael Schumacher, una tuerca mal colocada durante un repostaje le condenó al abandono. El fallo mecánico, o mejor dicho humano, frustró una remontada mítica. El piloto asturiano consiguió pasar de la decimoquinta posición a la primera. Pero todo fue en balde y se volvió a casa sin sumar ni un solo punto.
El año pasado la historia volvió a repetirse. De nuevo, después de haber conseguido la pole position –la última lograda por Alonso hasta ahora– e ir liderando la carrera, una tuerca le mandaba al box y de ahí a casa. No es de extrañar entonces que el hoy piloto de Ferrari asegure que Hungaroring es una pista "muy especial" para él.
Massa regresa al "lugar del crimen"
No es el único en la parrilla de la Fórmula 1 marcado por este circuito. Felipe Massa sufrió allí, el año pasado, el que quizás haya sido el accidente más grave de su carrera deportiva. Parte del amortiguador del Brawn GP de su compatriota Rubens Barrichello impactó en su casco, durante la celebración de la sesión Q2 de clasificación, provocándole una momentánea pérdida de conocimiento y el posterior accidente. Massa volvió a nacer aquel día.
Este fin de semana se escribirá una nueva página de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Hungría. El F10 está más fuerte que nunca, pero a la zaga le siguen los Red Bull y los McLaren que están por delante en el Campeonato. Lewis Hamilton, el último ganador en Hungaroring, llega como líder y todavía resuenan los tambores de guerra en el seno del equipo de Maranello tras las "extrañas" consignas que Massa recibió desde el muro de Ferrari cuando lideraba el Gran Premio de Alemania, que finalmente ganó Fernando Alonso. Ocho carreras restan para terminar el campeonato y el equipo italiano, junto al piloto asturiano, lo afrontan como ocho finales, un todo o nada.
Un circuito con personalidad propia
Hungaroring no es un trazado cualquiera, ni por lo historia que se escribe en su asfalto, ni tampoco por sus características técnicas, que lo convierten en un reto para la puesta a punto de los monoplazas y para el estado de forma de los pilotos. Se trata de un circuito muy revirado que combina un primer sector con curvas lentas, con una segunda parte con curvas más rápidas y una única recta, la de meta, donde se superan los 300 kilómetros por hora. De ahí que la carga aerodinámica, los reglajes, sean fundamentales.
La concentración del piloto es vital en un circuito donde no hay descanso y las curvas se encadenan como un bucle sin fin. Por si fuera poco, en Hungaroring es prácticamente imposible adelantar. Su concepción como un trazado de motos le convirtió en uno de los circuitos más estrechos del campeonato. Incluso, el propio Fernando Alonso lo define como una pista de go-kart para monoplazas.
En cuanto a los neumáticos, Bridgestone llevará los compuestos intermedios y "súper blandos", los mismos que se utilizaron en el circuito urbano de Mónaco. Está por ver el comportamiento de las gomas ya que el asfalto es especialmente resbaladizo y abrasivo.
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