El ciclista luxemburgués Andy Schleck, segundo en los dos últimos Tour de Francia, cayó en una pequeña depresión tras la pasada edición, que ya ha superado, según revela el diario L'Équipe. "Tuvo una ligera depresión que superó él solo practicando la pesca", ha indicado al rotativo el padre del corredor.
El propio ciclista reconoció que sufrió de una gran decepción cuando vio a Alberto Contador con el maillot amarillo en lo alto del podium de los Campos Elíseos. "Hasta ese momento todo iba bien", ha afirmado el luxemburgués, quien ha señalado que "no estaba físicamente fatigado si no "vacío, agotado mentalmente. "Y sobre todo muy decepcionado. Necesitaba aislarme, tomar distancia con la gente", ha agregado.
El luxemburgués ha afirmado que le sorprendió mucho el positivo de Contador por clembuterol, por el que está momentáneamente suspendido a la espera de conocer si es sancionado.
Para Schleck, el Tour del año pasado estuvo al alcance de su mano y desgranó cuatro motivos por los cuales no lo ganó: el prólogo de Rotterdam, donde cedió 42 segundos con Contador, el abandono de su hermano -"entre dos hubiéramos podido atacar a Contador, acosarle, hacerle caer, sobre todo porque estaba muy nervioso"-, la ausencia de otros competidores que movieran la carrera y el incidente mecánico que tuvo en Balès, cuando se le salió la cadena y fue atacado por el español, que le arrebató el liderato. "Sin ese incidente no me habría dejado nunca. No sé si yo le hubiera distanciado, pero era posible. Me arrepiento", ha afirmado.
El menor de los Schleck no lamenta la actitud que tuvo tras ese incidente, cuando prefirió jugar la carta de la amistad con Contador antes que atacar al madrileño por una actitud que muchos observadores juzgaron poco deportiva. "En las cunetas veía como todo el mundo silbaba a Contador y eso me hacía sentir incómodo. Por eso preferí calmar las cosas. No sé si era lo correcto, pero era lo que me pareció más justo", ha dicho.
El luxemburgués ha afirmado que estaba "muy cabreado con Contador" pero que su director, el danés Bjarne Riis, le calmó. Sin embargo, consideró teatral el gesto de Contador de abrazarle en la subida al Tourmalet. "Fue Contador el que me pasó el brazo por la espalda, yo no hice nada. Era su forma de decir que seguimos siendo amigos, que no fue tan importante. Pero él sabe lo que pienso de él. Sabe que si volvemos a encontrarnos en el Tour no le esperaré por un problema mecánico", ha afirmado.