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Chechu Biriukov: "Tenía que haber venido a Madrid más tarde, pero mi madre manipuló mi salida de Rusia"

El alero, que fue capitán del Madrid de baloncesto en los 90, recuerda algunos momentos de su carrera en una entrevista a este periódico.

Hablar de Chechu Biriukov es hablar de los que posiblemente son los tiros menos ortodoxos del baloncesto español, sin apenas arco, pero también de los más efectivos.

Procedente del frío de Moscú, José Alexandervich Biriukov Aguirregaviria (3 de febrero de 1963) aterrizó en el Real Madrid con apenas veinte años. Compartió vestuario con auténticas leyendas, como Fernando Martín, Petrovic, Sabonis, Arlauckas y Corbalán, entre otros, y luego fue capitán del equipo en los años 90.

Además de su peculiar lanzamiento a canasta, otra característica del alero hispano-ruso (1,94 metros) fue su juego rápido y explosivo, realizando poderosas entradas a canasta que resultaban prácticamente imparables para los rivales. No en vano, George Karl decía de él que era "el jugador blanco con las piernas más potentes que he visto".

Cuatro Ligas, cuatro Copas del Rey, una Copa de Europa, dos Recopas y una Copa Korac fue el gran palmarés de uno de los grandes referentes en la historia de la canasta blanca.

Famoso también, ya en el ocaso de su carrera, por la sonada pelea que tuvo con José Miguel Antúnez durante un partido en León, Biriukov colgó las botas en 1995 después de haber disputado 57 partidos con la selección española. Entre ellos el del famoso angolazo, en el que el equipo nacional de Antonio Díaz-Miguel perdió contra Angola en los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Durante estos casi veinte años, Chechu se ha dedicado, entre otras cosas, a representar a artistas y a negocios de importación y exportación.

Y también, por qué no, a sacar un hueco de su valioso tiempo para atender a este redactor de Libertad Digital y al fotógrafo David Alonso para concedernos esta entrevista. Puntual, nos espera sentados en la mesa de un restaurante en Las Tablas. Es una soleada mañana de diciembre y la cosa promete...

Entrevista a Chechu Biriukov

Pregunta: Empezaste pronto a jugar al baloncesto...

R: Con diez años.

P: Y tu primer gran equipo fue el Dinamo de Moscú, aunque antes estuviste en el CSKA...

R: Estaba en las categorías inferiores del CSKA. En Rusia, tú pertenecías a una escuela deportiva y yo estaba en la Trinta, que era la mejor escuela deportiva de toda Rusia y estaba en la zona soviética -tiene gracia, pero es así-. Como destacaba, me cogió el segundo equipo del CSKA y de ahí subí al primero, que era prácticamente la selección de la URSS. Yo era el duodécimo jugador y no tenía posibilidades de jugar. Había muchos divos: Kurtinaitis, Myshkin, Lopatov, Tarakanov... ¡la hostia! (Risas) Vino entonces el hermano de (Aleksandr) Gomelsky, Eugeny, y me ofreció fichar por el Dinamo, que tenía un equipo más joven, con un juego muy divertido, menos estático... como el juego que practica ahora Pablo Laso, con rápidas transiciones y contraataques. Así que me fui al Dinamo y ahí destaqué durante dos años: el primero acabamos terceros en la liga rusa y al siguiente fuimos cuartos. Nos costó mucho porque teníamos que luchar contra el CSKA y el Zalgiris, que eran súiper equipos, o el Stroitel de Kiev (Budivelnyk), que también tenía un equipazo con jugadores como Belostenny, Tkachenko y compañía... ¡y luego estábamos nosotros! La edad media de nuestro equipo era 22 años. Salvo yo, ningún jugador estaba en la selección de la URSS.

P: Métodos duros con Gomelsky, ¿no?

R: Sí, pero recuerdo que el más exigente era Cheremtiev, mi primer entrenador. Estuve con él hasta los 18 años. Entrenábamos en la escuela y luego nos exigía cultura. Una persona que vaya de viaje sin un libro... ¡eso estaba prohibido! Tenía que leer. La gente tiene que leer y saber, eso se agradece mucho. Yo ahora, gracias a él, leo muchísimo. Este verano, por ejemplo, me he tragado diez libros. No está mal, ¿no? Aunque también es verdad que tengo mucho tiempo libre.

P: Desde luego nada que ver con lo que se ve ahora, con muchos jugadores con los cascos y la PlayStation...

R: Eso es una cosa generacional. Yo, cuando estaba en el Madrid, recuerdo que apareció el Tetris -mediados de los 80-, estábamos todos en el autobús enganchados con la maquinita. Después, con los años, me enteré de que el Tetris lo inventó un ruso (Aleksei Pazhitnov). Viajábamos mucho más en autobús y también veíamos más películas. Había dos personas que se encargaban de coger las películas y nosotros decíamos: "No, esta fuera; no, esta es un coñazo o no, que esta ya la he visto". Era muy difícil contentar a todo el mundo, pero bueno...

P: Hablando de cultura, ¿qué tal estudiante eras?

R: Era bastante bueno. Había cosas que se me daban bien, como la Literatura o las Matemáticas. La Geometría me costaba más, en Química era un desastre, en Física me defendía... En algunas cosas bien y en otras mal, como todos los estudiantes. Yo tengo dos hijas mayores de 17 años y me vienen ahora con los problemas de Álgebra: aquí la forma de enseñar Álgebra es completamente distinta a como la enseñaban en Rusia, por lo menos hace 35 años. Dicen: "Yo divido de esta manera". Y yo respondo: "No, nosotros dividimos así".

LD | David Alonso Rincón.

P: Hablando de ser estricto... con lo escrictos que son en Rusia y tú con un tiro completamente heterodoxo. ¿No te lo corregían en la escuela?

R: Mi primer entrenador, Ravil Simeonovich Cheremtiev, que era del pueblo tártaro, un día tenía que ir de viaje. Dejó todo el equipo a cargo de su segundo y fue éste quien me intentó cambiar el tiro. "Dale más arco", me decía. Jugamos un partido y, con mi nueva forma de tirar, no me entraba ni una. Fue un auténtico desastre. Entonces, mi primer entrenador, cuando volvió de viaje, lo vio y me dijo: "Estás tirando muy raro, no tiras como siempre". Le dije: "Es que el míster me ha intentado dar más arco al tiro". Y él me contestó: "Mira, tú metes como metes. Tú tienes tu mecánica de tiro ya formada y si la cambias ahora... no estás acostumbrado. Además, lo más importante es meter".

P: Como todo en la vida...

R: (Risas) Como todo en la vida, sí señor. Con los años entendí que tenía toda la razón.

P: Antes de pasar a cómo se fraguó por el Real Madrid, quería preguntarte por tu pertenencia a Komsomol, la organización juvenil del Partido Comunista de la URSS...

R: ¡Cierto! Tú, si quieres salir de Rusia y viajar al extranjero, tienes que pertenecer al Komsomol. De hecho, yo, cuando militaba en Komsomol, me bauticé, cosa que estaba prohibida. Si la gente se enteraba de que me había bautizado con 16 años, me echaban de Komsomol, me pondrían "conducta mala" y no podría viajar al extranjero. Para viajar al extranjero tenías que tener una especie de lista en la que se reflejaban tus comportamientos. Te daban permiso o no te lo daban. La religión estaba mal vista en la época soviética: ahora todo el mundo cree en Dios y antes eso no ocurría. Incluso ahora los antiguos comunistas también creen en Dios, ¡es de coña! Y decían que me iba a vivir con los capitalistas, ¡con Satanás! (Risas)

El caso es que le echamos un cuento tremendo, diciendo que mi madre quería volver a su patria. Como somos su familia, teníamos que ir con ella. Y ésa fue la base de nuestra salida de la Unión Soviética. Yo decía: "A mí me gusta estar en Rusia, pero tengo que ir con mi mamá a España". ¡Pues fuera del partido! Ni ellos mismos sabían explicarlo. Hay que echarlo y punto. Era un teatro tremendo. Mientras dentro nos expulsaban del partido con 'malas formas', a la salida lo primero que nos decían era: "Mucha suerte en España".

LD | David Alonso Rincón.

P: Así que tu madre estaba deseando volver a España...

R: Mi madre ha vivido 46 años en Rusia. Mi madre adora Rusia. Le digo: "Mamá, dentro de una semana nos vamos a Moscú". Mi madre quiere volver allí y es verdad que ya no tiene amigos como antes, la gente muere... Ella tampoco puede moverse como antes. Yo hago todo lo posible para que su estancia sea más agradable. Pero dices... ¡ostras, cinco horas de vuelo son cinco horas! Si me canso yo... ¡imagínate ella, que tiene 85 años! Mi madre está enamorada de Moscú: hasta allí fue de joven y encontró al amor de su vida, a mi padre.

P: Que era taxista, ¿no?

R: Sí, taxista. Mi madre es más lanzada que mi padre. Mi madre es de Ortuella (Vizcaya), aunque vivió en Santurce. Ya sabes que el País Vasco es un matriarcado puro y ella lo exportó a Rusia, así que en mi casa mandaba ella. Mi padre no era tan lanzado... entonces, ¡el único problema que tenía ella con Rusia es que hace un frío del carajo! (Risas) ¡Es que el invierno es tan largo! Acabo de dejar en el aeropuerto a un amigo que ha venido a visitarme... ¡y aquí en Madrid flipa! En Moscú hay meses en los que no sale nunca el sol. Es muy deprimente. Mi madre decía: "Es que el invierno es muy largo y muy duro, hijo mío". Y es verdad. A pesar de todo, ella adora Rusia. Por ejemplo, si vienes a casa de mi madre, todo es un rincón español: las típicas figuras flamencas, las sevillanas, las castañuelas, el porrón... Todo es España, hasta los sofás hacían juego: con colores rojo y amarillo. Pero aquí es el revés: la casa de mi madre en España está llena de cuadros rusos, de matriuskas. Tiene una colección impresionante, lleva 20 años haciéndola. Viviendo allí 46 años, pensando en volver a España...

P: Entonces, a ella se le abrió el cielo cuando te surgió la oportunidad de venir al Madrid...

R: Sí, y de hecho hizo lo posible para que viniéramos a España como fuera. Nos manipuló a todos, yo sinceramente estaba muy bien allí. Yo estaba encantado: ganaba dinero. No como aquí, pero era más que suficiente.

P: Fue el Madrid, pero como también pudieron ser el Barça o el Joventut porque también te llamaron la atención esos dos clubes...

R: El Barcelona lo intentó. Pero el responsable de mi traslado aquí a España, y concretamente a Madrid, fue mi primo, Javier Aguirregaviria. Ha sido mi agente. Javi habló con el Real Madrid y le dijeron: "¡Ah, pues nos interesa!". Y así empezó la historia. El Madrid fue uno de los primeros en viajar: no teníamos relaciones diplomáticas (entre España y Rusia), pero el Madrid ya viajaba a jugar amistosos, como por ejemplo a Tel Aviv. Ha sido un gran embajador, siempre ha sido un club especial. Un 'brand' (marca) impresionante.

LD | David Alonso Rincón.

P: Entonces, ¿cómo se desarrollaron las negociaciones?

R: Fue todo como clandestino y secreto: que nadie se entere que tenemos un contrato con el Real Madrid. Si se enteraban los rusos, no te dejaban salir. Mi madre quería volver a su país, hizo gestiones a través de la Cruz Roja Internacional...

P: Y luego encima vienes al Madrid y te tiras un año sin jugar por problemas con el pasaporte...

R: Hace poco me enteré de una historia que me quedé flipado. Resulta que mi madre manipuló mi salida de Rusia porque yo tenía que haber salido un año más tarde. Yo por aquel entonces estaba enamorado de una chica que no le gustaba a mi madre. ¡Vamos, Maquiavelo es un juego de niños al lado de mi madre! (Risas) En el Madrid se quedaron flipados: ¿pero ya habéis llegado, no habíamos quedado para el año que viene? Llegamos en otoño (del 83) y teníamos que haberlo hecho en primavera (del 84). Con el paso de los años me entero de todo esto...

P: Y cuando llegaste te encontraste con una plantilla en la que estaban Corbalán, Romay, Rullán, Iturriaga, los hermanos Martín, Jackson... y tú eras prácticamente un niño. ¿Cómo fue tu adaptación al club?

R: Corbalán ni te pasaba el balón. Yo me pasé un año entero corriendo al contraataque para recibir un balón de Juanito. Eso sí, una vez recibido el balón, metí la canasta, me hicieron falta y convertí el adicional. Tres puntos. A partir de ese momento, ya siempre me pasaba el balón. Juanito era muy duro y tenías que ganarte su confianza (…) ¡Qué año el 84! Hace poco me pidieron comentar un partido del Torneo de Navidad del 84. Jugábamos la final contra la URSS, que no había viajado a Los Ángeles -boicot de la Unión Soviética junto a otros 14 países-. Corbalán e Iturriaga venían de lograr la medalla de plata y nos enfrentábamos a un equipazo como la URSS. Recuerdo que el quinteto inicial era Sabonis, Tkachenko, Yovaisha, Valters y Homicius. Súper jugadores ¡Casi nada, un equipazo! ¡Pero cómo jugábamos nosotros, qué bien jugaba el Real Madrid! Me quedé alucinado viendo lo bien que jugaba aquel Real Madrid. Una clarividencia en inferioridad. Perdimos aquel partido (92-78) y Sabonis, a falta de un minuto, rompe el tablero... Me quedé impresionado de lo bien que jugaba el Real Madrid. Juanito estuvo espléndido...

P: Es que era un base espectacular...

R: Comenté ese partido en TVE, en un programa llamado Conexión Vintage. Me dieron una sorpresa y me pusieron a Siro López como narrador. Me hizo mucha gracia. No me acordaba de haber jugado ese partido y, sobre todo, de haberlo jugado tan bien. Estaban Fernando Martín, Romay... el único que no pudo jugar fue Juanma (Iturriaga) porque estaba lesionado. Y como entrenador, Lolo Sainz... ¡así que los cambios son mínimos! (Risas) Si juegas bien, a seguir así... Tengo buenos recuerdos. Me acuerdo que Juanito me dio un par de pases impresionantes al contraataque. Tienes que verlo porque vale la pena, fue muy bonito.

P: Y mira que también has tenido partidos míticos, como el del Torneo McDonalds contra los Celtics o la final de la Recopa frente al Snaidero Caserta...

R: Lo que más me llamó la atención de aquel torneo McDonalds fue el tamaño de los jugadores de la NBA. Tú te sientes como un niño al lado de ellos, es increíble lo grandes que son. Ahora todo esto está cambiando, pero en aquel momento te sentías enano, eran todos grandes. Esos cuerpos, esos brazos... Aparte de medir 2,10, con esos brazos que tenían, era casi imposible. Cuando Larry Bird empieza a enchufar triples: 'bam, bam, bam... y ale, pa' casa y se acabó la historia'. Eso es de lo que recuerdo de aquel torneo. Aguantamos un tiempo, y gracias. Luego está la época gloriosa que jugamos con Petrovic (temporada 1988/89) y en la que ganamos la Copa del Rey, la Recopa contra aquella Caserta de Oscar Schmidt, Gentile, Espósito... ¡tenían un equipazo y hacían un juego tan alegre y tan divertido! Pero el magnífico juego era de Drazen. Ahora bien, yo no sé cómo llegué a meter 20 puntos en aquel partido. ¡Si sólo tiré tres, cuatro o cinco veces!

LD | David Alonso Rincón.

P: Fuiste el segundo máximo anotador del Madrrid en aquel partido después de Petrovic.

R: Sí, lo de Drazen fue brutal: 62 puntos.

P: Y hablando de Petrovic, importante la lucha de egos que tuvo con Fernando Martín en el vestuario blanco...

R: Eso ya era demasiado, los egos se sobrepasaban. Fernando era un jugador que hacía más equilibrado el juego del Real Madrid. Si Drazen entra a canasta y mete todo, ganamos. Pero si le pasa algo raro... por ejemplo, le pasó en el quinto partido de la final contra el Barça (96-85). No estaba en su momento Drazen. Le costaba cambiar el chip de su manera de jugar. Si tú no estás, dices: "hoy no es mi día". O a lo mejor durante 3 ó 4 minutos paras y dejas que jueguen los demás. Pero eso Drazen no sabía hacerlo, él siempe jugaba igual: 'yo hago, yo entro, yo tiro...' Al principio, cuando no lo conocían, te destrozaba. Pero con el tiempo ya le iban pillando el truco.

Hace un año, en una entrevista, me atribuyeron una frase en la que yo vendría a decir que Drazen era limitado. Y sigo diciendo que porque Drazen sólo sabía jugar de una manera. La gente ya no lo recuerda, pero yo sí. Los dos últimos años antes de fichar por el Madrid, Drazen ya no ganaba la liga yugoslava con la Cibona. El año anterior ya perdieron contra la Jugoplastika. La gente ya sabía cómo jugarle a la Cibona y a Drazen (...) Vino aquí a Madrid y era un jugador determinante, pero había momentos en los que ya no le entraba. Drazen fallaba lo que no estaba escrito, pero nosotros ganábamos porque éramos buenos. ¡Todo el mundo recuerda cuando metía canastas, pero no cuando fallaba mogollón! Así que Drazen jugaba de esa manera y no encajaba con Fernando. Era otro ego importante, un jugador que equilibraba mucho dentro de la zona... pero bueno, siempre ha sido muy bien desarrollado. De todas formas, es normal que en el vestuario del Madrid haya egos porque te crece la autoestima: para jugar aquí tienes que ser el mejor.

P: En el 89 se va Drazen Petrovic a Portland.

R: No se va, se escapa. La gente olvida cosas, pero yo me acuerdo bien que se escapó a Portland. Fernando nos decía: "Os apuesto una caña a que éste se ha escapado a Portland". ¡Y vaya que si se escapó!

P: Se escapó Petrovic y luego se mató Fernando Martín. Hace ya 24 años de aquello...

R: (Cambia su rostro y se pone serio) Sí, aquel accidente en la curva de la M-30. Fue la hostia, una tragedia. Veinticuatro años ya, como dices...

P: Pese a todas las adversidades, aquella temporada (89/90) llegásteis a la final de la Recopa contra la Virtus Bolonia...

R: Llegaron porque yo me lesioné en el mes de febrero, y fue para ocho meses. Fue en un partido conra el Valladolid. Estaba con la rodilla destrozada. A pesar de la muerte de Fernando, ganamos partidos importantes. Llegaron a semifinales de la liga española contra el Barça y perdimos contra la Virtus en la final.

P: Y después de esa etapa...

R: ¡Entonces vino la etapa gris! Antes de venir Sabonis (1992) y Joe Arlauckas (1993) hubo años en los que no ganábamos nada. En la 93 ganamos la Copa del Rey y luego la liga española, que llevábamos siete años sin ganar (85/86).

P: Te entendiste bien con Sabonis, pero sobre todo con Arlauckas, ¿no?

R: ¡Qué vamos a decir de Sabas, he dicho y escrito tantas cosas sobre él! Hay gente que ha tenido suerte porque Dios le ha tocado en la cabeza y le ha dicho: "tú vas a ser jugador de baloncesto". Sabas lo tenía todo: altura, habilidad, tiro, pase, visión de juego, colocación... absolutamente todo. La única pena fue que se lesionara. Y Joe es una máquina de meter puntos. Era el jugador que metía puntos con más facilidad. Era súper fuerte y corría mogollón. Con él (Arlauckas) es fácil jugar, no se complica las cosas. También Sabas. La verdad es que era una pareja estupenda.

LD | David Alonso Rincón.

P: ¿Y el caso opuesto es el de Antúnez?

D: (Risas) Después de lo que pasó en León... fue mi última temporada, una temporada difícil. Estábamos tensos y jugábamos mal, hacíamos un baloncesto feo. Y eso que teníamos grandes jugadores y a un gran entrenador como Obradovic, que sabe cómo ganar la Copa de Europa -ocho en su palmarés con cuatro equipos distintos: Panathinaikos, Real Madrid, Joventut y Partizan-. Ganábamos, sí, pero no jugábamos bien. Y esto provocaba tensiones entre nosotros. Yo las tenía con José (Miguel Antúnez). Que si tardaba en dar el pase, que si era egoísta... pues sí, pero como todos. Pero la culpa creo que era del equipo en general (…) Curiosamente, sin Arlauckas jugábamos muy bien pero no ganamos la Copa de Europa. De hecho, perdimos en semifinales contra el Limoges. A veces para ganar algo necesitas sacrificar una serie de cosas. Y, en cambio, con un juego rácano ganamos la Copa de Europa -ante Olympiacos en Zaragoza-. Y en cuanto a José, ya no quiero decir mucho más: después de unas cuantas entrevistas, ya ha recibido demasiado el pobre... (Risas) Han pasado casi veinte años, ya nos conocemos todos. ¡Para qué queremos enemigos teniendo amigos así! (Risas)

P: ¿Qué entrenador te ha marcado más en el Madrid?

R: George Karl, sin duda.

P: Él decía de ti que eres el jugador blanco con las piernas más potentes que jamás ha visto...

R: Me enteré de esa frase años después. En cualquier caso, él hizo escuela en España. Empezó a enseñar los sistemas. Enseñaba el juego, era talento puro. Tuve unos cuantos entrenadores: Lolo Sainz y Clifford Luyk eran muy buenos entrenadores, pero George Karl es el entrenador que más novedades ha traído al juego. Hacía un baloncesto muy vistoso y muy divertido. Él nos obligaba a saber todos los sistemas en todo momento. Nos hacía los dossieres: contra qué jugador vas a jugar, cómo hay que defender, los puntos fuertes o débiles.... nos explicaba todo bien masticadito. Además, transmitía confianza. Antes hablábamos de Lolo, a quien decíamos: "Me gustaría cenar con mi familia". Y él respondía: "No, cenamos todos juntos y luego te vas con tu familia". A George eso le daba igual, nos dejaba hacer nuestra vida.

P: Lo que fue un tanto peliaguada fue tu salida del Real Madrid. El final de tu carrera estuvo marcado por las lesiones...

R: Me lesionaba y quería aguantar. Ése fue mi error. Tenía que haberme recuperado bien de la rodilla y empezar a jugar otra vez, pero aguanté hasta el final de temporada cuando ya estaba muy mal. Se me salieron el cartílago, el menisco y la madre que lo parió a todo. Tenía dos años de contrato y entonces intervino la directiva del club para decirme: "Sigues en el Madrid, pero que sepas que contamos poco contigo para el año que viene". En otras palabras, que no iba a jugar. Ante esta situación, finiquité el contrato. Fue una invitación para salir del equipo.

P: ¿Te decepcionó?

R: ¡Claro! Tener que aguantar con la pierna jodida hasta final de temporada, sin poder jugar, y no poder estar tranquilo... sinceramente, no me sentó bien. Me pareció muy injusto después de todo el esfuerzo que había hecho.

P: Pero por lo general te has sentido querido por el club, ¿no?

R: Sí, afortunadamente el club ha cambiado mucho para bien. No es por hacer la pelota a la directiva actual, que no necesito hacérsela, pero con Florentino han cambiado muchas cosas para bien. Pero para bien de verdad. Reconocen y ayudan a los veteranos, nos invitan a todos los partidos de fútbol y baloncesto... en general, ahora el club funciona infinitamente mejor que en mi época de jugador con Ramón Mendoza y Lorenzo Sanz.

P: Voy acabando. En estos 18 años que han pasado desde tu retirada has hecho prácticamente de todo. Has sido hasta representante de artistas...

R: Sí, monté una agencia de representación con unos amigos, Globo Media, que desgraciadamente ha tenido que cerrar hace un año y pico porque la crisis nos ha afectado mucho. Ahora estoy en paro, ganando esporádicamente, algunas cosas que salen por allí y por allá... pero fijo, nada.

P: Leí que tenías algunos negocios de importación y exportación...

R: Algunos me han salido, otros no. Sigo trabajando en ello, pero es más complicado de lo que parecía en un principio. Por intentarlo no pasa nada.

P: Y otro trabajo, que tampoco es manco, es el de ser padre. Tú que tienes cuatro hijos...

R: (Risas) ¡Cómo te ganan los hijos el espacio! Tu tienes tu espacio en casa, pero poco a poco se va haciendo más pequeño hasta que tus cosas ya no están en el armario mientras los niños meten ahí todos sus juguetes. Las dos mayores tienen 17 años y los otros dos mellizos, un niño y una niña, acaban de cumplir cuatro. Yo siempre digo: "Niños pequeños, problemas pequeños; niños grandes, problemas grandes". Esto cansa mogollón, pero estoy encantado. De dos en dos se hace duro, la verdad (Risas)

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