Fue una victoria excesiva, casi de mentira, por la que el Barcelona salió airoso pero de la que no debería sacar grandes conclusiones. El Galatasaray es mejor equipo de lo que demostró esta tarde en el Palau Blaugrana. Y es un equipo total con Carlos Arroyo en el campo.
Afortunadamente para el Barça el partido fue mejorando a medida que pasaba el tiempo. Comenzaron mal pero fueron entrando en juego Navarro, Tomic y Sada. El partido, sin embargo, era áspero e incómodo. Salían a relucir los miedos de la Euroliga, esos que han atenazado al equipo de Pascual los últimos años. Sólo un título en trece años estando siempre a la máxima altura en cuanto a plantilla. Pero un cruce nunca es fácil.
Y el Barcelona empezó andando, con un ambiente no frío en el Palau, sino congelado completamente. No atrae este Barcelona de Pascual en continuo enfrentamiento entre la eficacia y el buen baloncesto. La gente prefiere espectáculo y Pascual da resultados pero no da juego.
Y el Galatasaray no es mal equipo, cuarto en el grupo del Madrid, CSKA y Maccabi. Un bloque con el puertorriqueño Carlos Arroyo, un ex de la NBA, jugando a su aire, sin un ritmo especialmente rápido, más bien lo contrario, pero tremendamente efectivo. El 14-21 del primer parcial era alarmante, mejor en el segundo con más presencia defensiva, la aparición estelar de Jacob Pullen, excelso en el tramo final de cuarto. Se juntó todo a la espesura en el equipo turco. Y, sobre todo fue tiempo de la lesión de Arroyo, vital en el encuentro, ovacionado por el Palau tras su torcedura en el tobillo. 33-35 al descanso.
Y la lesión del base rival fue absolutamente vital. Arroyo no volvió a comparecer en el partido y el Galatasaray se vino abajo de una manera tremenda. Un derrumbe en toda regla que ya le hacía perder de trece en el tercer cuarto (62-49) y de casi 30 al final. Con Arroyo, el equipo ganaba por dos; sin él, acabó perdiendo por 27 (88-61).
El Barcelona da primero en este play-off de la Euroliga en la que es favorito, pero será mucho más aún si se confirma la lesión de Arroyo. Entonces, el equipo turco no tendrá nada que hacer. Incluso el domingo en Estambul se podría finiquitar el cruce. Los de Pascual acarician su quinta Final Four en seis años.