Menú

El Real Madrid fichó a Andrés Nocioni y Gustavo Ayón para ganar finales

La final la decidió la canasta de Sergio Rodríguez. Pero la aportación de los dos fichajes ha sido decisiva para la victoria copera de los blancos.

La final la decidió la canasta de Sergio Rodríguez. Pero la aportación de los dos fichajes ha sido decisiva para la victoria copera de los blancos.
Nocioni y Ayón, fundamentales en el triunfo blanco. | EFE

El Real Madrid ha reeditado, en otro final de infarto, su trofeo de campeón de la Copa del Rey. Sergio Llull, con su tiro para la historia, borró de un plumazo sus frustraciones en los lanzamientos decisivos hace un año, como él mismo reconocía instantes después de encestar aquel bombeado tiro de dos.

En Gran Canaria, un maravilloso final de Sergio Rodríguez volvió a situar al base tinerfeño como seguramente el hombre del momento en el baloncesto español, al menos de los que quedan en nuestro país. Una penetración llena de agallas y recursos técnicos, cambio de mano incluido y anotando con la izquierda, la menos buena de sus dos prodigiosas manos, terminó de sentenciar el partido.

Entre medias, un sensacional Rudy Fernández ejerció como el completísimo alero capaz de dominar los partidos en todas las facetas del campo, ahogando a Navarro en defensa, y aportando en cualquier zona de la cancha. Tampoco faltó a la cita Felipe Reyes, cumplidor como siempre, sobrado de bemoles, aunque con problemas de faltas y superado por la inmensidad en centímetros de un Ante Tomic que volvió a taladrar las cabezas de los aficionados blancos con su superioridad al poste bajo sobre los pivots blancos.

Este cuarteto sin duda es el póker de ases del Real Madrid, sus valores más seguros, aunque Llull se quedara sin anotar en la final grancanaria, pero con un denodado esfuerzo en la defensa de dos de los grandes referentes exteriores azulgranas, Marcelinho Huertas y Brad Oleson, habituales verdugos de los madrileños en las victorias de los de Xavi Pascual. De ellos cuatro nunca va a dudar casi nadie, ni la prensa especializada, ni la afición merengue. Su compromiso y rendimiento está fuera de dudas.

Pero es imperativo acordarse de otros dos nombres cuando se analiza a las figuras clave del Real Madrid en la victoria copera: Gustavo Ayón y Andrés Nocioni. Ambos pueden no ser tan brillantes como los citados anteriormente, pero a ambos el Real Madrid les incorporó tras el frustrante final de la temporada pasada para aportar precisamente cuando más queman los balones. Y el argentino y el mexicano, como también el lituano Jonas Maciulis, realizaron una final sencillamente soberbia.

A sus 35 años, Nocioni tuvo claro desde el primer día que llegaba al Madrid a aportar "rusticidad", como él mismo declaró tras ganar la SuperCopa. En Román Paladino, a poner las cosas firmes cuando el brillo se oculta en la ansiedad de un partido decisivo o en los minutos claves. Ya no es aquel Chapu dominador del juego desde la posición de `3´, y quizá a no pocos aficionados blancos su aportación no terminó de llenarle en los primeros meses de competición.

Pero, su sensacional rendimiento en la final de Copa, tras haberse torcido un tobillo en la semifinal, tras jugar tres partidos en tres días, merece todo el reconocimiento. Aportando puntos importantes cuando la defensa del Barça ahogaba al Madrid, tanto desde el exterior como en penetración, lanzándose al suelo a por cada balón suelto como si le fuera la vida en ello, y sobre todo poniendo el cerrojo al aro blanco en varias acciones de esas que pasarán al imaginario colectivo. Sus cuatro tapones en la final son un registro inusitado para un teórico alero, ala pívot bajo si quieren. La forma de ponerlos, de esas que minan la moral del rival, como en el primero ante un Pleiss que no volvió a parecer por la cancha tras aquella acción.

Caso similar es el de Gustavo Ayón. El mexicano, tras un enorme mundial con su selección, desembarcó en Madrid como "El hombre". El pívot destinado a disminuir los problemas blancos en la defensa sobre pívots rivales, principalmente en el bloqueo y continuación central, determinante para perder dos finales de Euroliga consecutivas. Ayón llegó bien, dejando un rendimiento satisfactorio en SuperCopa y las primeras jornadas de liga, aunque a las pocas semanas de competición, sus minutos y su rendimiento, fueron en progresivo descenso.

De forma exponencial parecía caer su confianza, mermada seguramente también por algún problema personal, y por esos hombros que le afectaron sobremanera en su etapa NBA. Sin embargo, en las últimas semanas, el rendimiento del ex de Fuenlabrada ha ido paulatinamente en ascenso, hasta llegar a una final en la que Ayón comenzó a demostrar por qué le fichó el Madrid. Crucial al poste, se batió el cobre en cada acción con los pívots catalanes, aportó unos números sólidos (10 puntos y 7 rebotes), y fue fundamental en el amago de escapada de los de Laso en el tercer cuarto. Las rápidas faltas personales siguen siendo su hándicap, y algo que tendrá que mejorar, así como alguna pérdida un tanto innecesaria, pero Gustavo Ayón ya empieza a demostrar que, si su físico se lo permite, debe ser una pieza clave en el éxito o fracaso blanco esta campaña.

Quizá su partido no quede grabado en la mente de muchos, pero Ayón y Nocioni (y Maciulis, desatascador cuando más sufrían los merengues) resultaron piezas absolutamente determinantes en el triunfo blanco en esta Copa del Rey. Otro día, si quieren, hablaremos de la gestión de Xavi Pascual de los últimos minutos, empecinado en jugar sin base queriendo sorprender, y olvidándose de Hezonja para forzar en exceso a un Navarro que podrá alargar su carrera como el mejor microondas del baloncesto español, pero al que su físico está comenzando a abandonar. Pero hoy, sin duda, era el día para destacar a dos secundarios de oro a los que el Real Madrid fichó para algo: para ganar finales.

Temas

En Deportes

    0
    comentarios