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Real Madrid y Laboral Kutxa se citan en semifinales en un Coliseum de La Coruña con algunas carencias

Baskonia sufrió lo indecible para ser el rival del Madrid en la semifinal. En el Coliseum, se orinó mejor, pero tragó humo y costó sentarse a gusto.

Baskonia sufrió lo indecible para ser el rival del Madrid en la semifinal. En el Coliseum, se orinó mejor, pero tragó humo y costó sentarse a gusto.
El Coliseum de La Coruña, repleto en cada partido de la Copa | ACB Photo

La curiosa ubicación de la tribuna de prensa en esta Copa del Rey da lugar a un contacto muy directo con los aficionados, mucho mayor de lo habitual. Y ello da pie a poder afirmar que el Coliseum de La Coruña no es el mejor sitio para organizar un evento como éste. Repleto, luce hermoso durante los partidos, pero sin embargo es en los descansos cuando aparecen las lagunas.

Cuando llega el momento de acudir al excusado, decenas de aficionados se acercan a la posición de la prensa, para quejarse, con razón, de la movilidad en el pabellón. Al César lo que es del César, y el viernes mejoró algo la misma al habilitar nuevos aseos en la parte baja del recinto, aunque ello obligara a una situación nada habitual, y poco protocolaria, como el hecho de que jugadores y entrenadores, para acudir a la rueda de prensa, pasaran a centímetros de las colas de aficionados que acudían a hacer sus necesidades.

Por suerte, el aficionado al baloncesto es por regla general tranquilo, pero no parece algo muy recomendable. Eso sí, un mal menor comparado con el jueves, donde era imposible desplazarse por el Coliseum sin sentir angustia y claustrofobia. Quien más y quien menos tenía en mente una frase, escuchada no pocas veces: "como pase algo, aquí se lía la del Madrid Arena". Inaceptable sensación.

Otro hecho inadmisible que se viene produciendo, y no de forma esporádica en el recinto gallego es que, asómbrense, en el Coliseum se está fumando. Al menos en tres ocasiones durante el viernes ese inconfundible y desagradabilísimo olor a cigarro encendido invadió la tribuna de prensa.

Tener unas copas de más en el cuerpo no da patente de corso para estorbar al vecino en un lugar cerrado, lleno de niños y en el que se hace deporte. Que ir a orinar pueda llegar a ser un problema, o que los desplazamientos no sean fáciles, tampoco. También en otras zonas del recinto algunos aficionados han avisado a seguridad por la tozudez y mala educación de otros, empecinados en fumar tranquilamente como si estuvieran en su salón, y que con mucha insolencia decidían seguir adelante con su pestilente e insalubre acción hasta que aparecía la policía, claro.

Aun así, la Copa es un torneo para disfrutar, que reúne muchísima buena y sana gente por encima de algún impresentable. En la zona donde se ubica la afición de Valencia Basket, una señora supera cada día sus problemas físicos para, casi a gatas, acceder a la parte alta del Coliseum para ver los partidos. Una vez allí, en ocasiones se ve obligada a sentarse en la escalera, pues el espacio entre silla y silla en el feudo coruñés es demasiado estrecho, y sus extremidades inferiores sufren sobre manera al tratar de acomodarse.

La Copa es un filón, un valor seguro que arrastra aficionados, y A Coruña está siendo una sede excelente en no pocos factores, pero los pequeños detalles son los que hacen que un producto de éxito se mantenga en el tiempo. La ACB debe, y lo hace mayoritariamente, cuidar a sus fieles, esos valedores que mantienen la Copa del Rey como un referente sin parangón en el deporte español. Sentir miedo en los vomitorios, claustrofobia, sufrir lo indecible para sentarse con comodidad, o que un impresentable te fume en la cara porque él lo vale, son detalles que se deben pulir. Seguro que la ACB lo sabe y tratará de arreglarlo lo antes posible.

En lo deportivo, salían los favoritos del segundo día, Real Madrid y Baskonia, con la guardia alta, tras lo ocurrido en el espectacular jueves del estreno. Ambos no tardaron en poner sus partidos en franquía, con rápidas ventajas por encima de los diez puntos. Sin embargo, mientras los de Laso consolidaban la brecha al descanso ante Fuenlabrada (52-32), los vitorianos, lejos de su mejor juego en ataque dieron vida al Obradoiro antes del descanso, para que los de Moncho Fernández, con un pabellón entregado, nunca se fueran ya del partido. En el duelo entre vascos y gallegos se mascó de verdad un nuevo bombazo, con los triples de McGrath y Brown dejando al Baskonia al límite de la eliminación, en un día en que sólo Causeur y, sobre todo, un enorme Hanga, destapado como letal tirador (6/7 en triples, algo inhabitual para el húngaro) dieron de verdad el nivel esperado.

Baskonia dejó algunas dudas para la semifinal tras el desgaste ante los gallegos, que pagaron caro el mal partido de su gran estrella, un Adam Waczynski que siempre estuvo bien defendido, que seleccionó mal sus acciones en los minutos decisivos, y que para colmo, erró desde el tiro libre a tres segundos del final, cuando podía enviar el duelo a la prórroga.

Antes, el Real Madrid había terminado acribillando a Fuenlabrada. Laso dejó sin convocar a Ndour y Thompkins, nada sorprendente, y redujo la rotación a diez, tirando sólo de Doncic y Hernangómez en el último minuto, cuando todo llevaba muchos minutos resuelto. No suele ser la Copa un torneo de profundas rotaciones, y la idea del vitoriano parece clara en ese sentido.

Los blancos, sin embargo, dejaron muestras de su enorme arsenal, pues sus tres hombres más letales este año, Sergio Rodríguez, Sergio Llull y Gustavo Ayón, no precisaron hacer unos números descollantes para la victoria. Aportó Jeff Taylor como nunca en la temporada, incluso en ataque, a Nocioni le sonó el despertador de febrero tras llevar meses metido en formol, Lima tapó los huecos interiores con su velocidad y cercenó el daño que Stevic hacía a los blancos en el poste, y Carroll, tras fallar sus primeros tiros, terminó siendo el aniquilador del partido en la segunda parte, junto a un Maciulis que también estuvo fino en el exterior, tras algunas semanas irregular.

De los diez merengues con minutos más o menos relevantes, el único que no rindió a buen nivel fue KC Rivers, con problemas musculares, pero el Madrid exhibió músculo en el Coliseum, todo el que le faltó a un Baskonia que ganó casi porque debía (ya quisieran haber hecho eso Barcelona y Valencia, claro), pero especialmente por el mal hacer de la estrella rival, que tuvo en sus manos cambiar la historia. Los de Perasovic sintieron la misma claustrofobia que los aficionados el jueves. De cara a la semifinal, aunque los vascos llegaban en mejor forma al torneo, las sensaciones de ayer igualaron los pronósticos. Saltarán chispas para ser el favorito en la final.

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