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Boris Becker reconoce que fue adicto a los somníferos durante su carrera

El extenista alemán lo reconoce, en unos apartes de su autobiografía que publica este martes el diario Bild.

L D (EFE) Becker dice que sus problemas empezaron en 1987 cuando el médico del equipo alemán de Copa Davis, Joseph Keul, le advirtió que todo atleta necesitaba entre ocho y nueve horas de sueño para estar en forma, lo que lo llevó a probar un medicamento llamado Planum.

"Lo tomé durante años. Al final, me despertaba en medio de la noche porque el efecto sólo duraba tres o cuatro horas. Entonces tenía que doblar la dosis. Pero nadie sabía de la química que me adormecía", escribe Becker. El varias veces ganador de Wimbledon sostiene que hubo épocas en que ni siquiera podía cerrar los ojos sin las pastillas, y que en sus peores momentos llegó a combinar con whisky para aumentar sus efectos.

Los fármacos generaron en Becker una tendencia a la melancolía y a la depresión que incluso le impedían alegrarse en momentos de grandes victorias. Sus problemas con el sueño y su adicción le generaron problemas antes de algunos partidos, como por ejemplo la final de Wimbledon contra el sueco Stefan Edberg en 1990. "La noche antes del partido tomé mi dosis, pero en todo caso estuve despierto a las cuatro de la mañana. El entrenamiento previo estaba fijado a las 11 de la mañana así que tenía tiempo para otra dosis", dice Becker.

El resultado fue que se despertó a las 10 y media y al final llegó al partido en una situación parecida al sonambulismo y perdió los dos primeros sets por 2-6 y 2-6. "Luego desperté al fin. Good morning, británicos. Gané los siguientes dos sets y sin embargo lo perdí todo. También el sueño de la siguiente noche", escribe el ex tenista. Becker logró reunir fuerza para dejar las pastillas cuando nació su primer hijo, Noah, pero durante el tiempo de la curación sufrió con efectos secundarios entre los que se cuenta la claustrofobia.

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