"Xabi Alonso y Sergio Ramos son bajas importantes para el próximo partido. Eso me permitirá que jueguen el sábado (contra el Levante), que no iban a jugar, pero me complican un poco los planes. Yo estaba pensando en Estambul y lo que estaba pensando se ha caído".
Son palabras de José Mourinho en la sala de prensa del Santiago Bernabéu minutos después de la goleada del Real Madrid al Galatasaray (3-0), en la ida de cuartos de final de la Champions. Tiraba así el técnico portugués de ironía, una vez más, para referirse a las tarjetas amarillas que vieron tanto el tolosarra como el sevillano y que les impedirán jugar el próximo martes en el Türk Telekom Arena. Unas bajas que no parecen preocupar demasiado a Mou para la vuelta ante los turcos teniendo en cuenta el gran resultado conseguido por los blancos en la ida.
Sin embargo, el tiro le puede salir por la culata al técnico portugués y a su equipo porque la UEFA decidió, hace casi dos años, cambiar el reglamento y castigar con dos partidos de suspensión a los futbolistas que busquen una tarjeta amarilla de forma voluntaria.
Una medida que aprobó el organismo europeo tras lo ocurrido meses atrás en el Amsterdam Arena, durante un partido de la fase de grupos entre el Ajax y el Real Madrid, cuando Mourinho ordenó a varios de sus futbolistas que provocaran la amarilla para que llegaran limpios a los octavos de final.
Así, la UEFA impuso un partido de sanción a Mourinho, mientras que Iker Casillas, Xabi Alonso, Ramos, Jerzy Dudek -entonces segundo portero- y el propio club tuvieron que hacer frente a una fuerte multa.