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Champions League

Özil, Hamsik y Meunier compiten por el mejor gol de la cuarta jornada de Champions

Meunier, Hamsik y Özil firmaron tres obras de arte en la máxima competición continental. 

La cuarta jornada de la Champions League nos dejó tres golazos para el recuerdo. Özil, Meunier y Hamsik firmaron tres soberbios tantos que, para más inri, todos tuvieron una trascendencia clave para los intereses de su equipo.

Özil destapó el tarro de las esencias con uno de los mejores goles en la historia de la Champions. En el partido Ludogorets-Arsenal, el centrocampista alemán aprovechó un pase en profundidad para quedarse solo ante el portero del conjunto búlgaro, Borjan. Mesut hace un sombrero delicatessen sobre el guardameta, controla y, ante la llegada a la desesperada de dos defensas, se para y les deja en el suelo con una maniobra de cintura espectacular para, a puerta vacía, ejecutar al conjunto búlgaro y dar al Arsenal la victoria en el minuto 88.

La sangre fría para hacer esa pausa con un 2-2 en el marcador y en el último suspiro del partido, solo está al alcance de un vampiro lleno de clase.

El lateral derecho belga del PSG Thomas Meunier fue otro de los grandes protagonistas. Con una volea exquisita, ejecutada a la perfección tras dar un par de pasos hacía atrás, desempolvó la escuadra del portero del Basilea, Tomas Vaclík. El gol dio tres puntos vitales al PSG. Los de Emery firmaron su clasificación para los octavos de final y siguen luchando codo a codo con el Arsenal por el primer puesto del grupo –ambos equipos están empatados a 10 puntos–.

Por último, Marek Hamsik es el nombre del día en Italia. El eslovaco fue el héroe del Nápoles en la visita que rindió el equipo de Maurizio Sarri a Turquía para enfrentarse al Besiktas. El tanto del talentoso centrocampista rescató un punto de oro para los napolitanos. Haciendo gala de su talento, Marek se sacó de la chistera un genial disparo con rosca desde 35 metros que supuso el 1-1 en el minuto 82. Con este empate el Nápoles mantiene el liderato.

A pesar de que la volea de Meunier es un golazo de una dificultad enorme por la posición en la que engancha el balón y estéticamente puede que sea el de más bella factura, no es menos cierto que la suerte tiene una relevancia capital en el tanto del lateral: el disparo –que sí le pega con intención–, le pudo salir al belga la escuadra como directamente al cuarto anfiteatro.

El tanto de Hamsik puede que sea el de menos nivel, pero el esloveno le pega con rosca y con toda la intención y no es el primer tanto que firma desde media distancia. Tiene un guante en su pierna izquierda que le hace firmar auténticos misiles teledirigidos.

Por su parte, el gol de Özil es de otra galaxia. La tranquilidad con la que resuelve un uno contra uno en un partido de máxima exigencia –el Arsenal empataba a dos y se jugaba el primer puesto en su visita al Ludogorets– y en el último suspiro del encuentro –minuto 87–, el sombrero con una técnica y una precisión exquisita que le tira a Borjan, y el movimiento de cadera y el amago que hace para dejar literalmente tirados a dos zagueros búlgaros, le hacen protagonista de uno de los mejores goles en la historia reciente de la máxima competición continental.

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