A falta de nueve minutos para el final del partido, el equipo local, el Havant, ganaba el partido por la mínima, cuando uno de sus jugadores tiró el balón fuera del campo para que uno de sus compañeros fuera atendido por el cuerpo médico del equipo.
Cuando el juego se restableció, un futbolista del equipo visitante, Boreham Wood, quiso devolver el balón al equipo contrario pero la mala fortuna quiso que su disparo acabase en las mallas de la portería rival, marcando así un auténtico golazo.
En ese momento, y a falta de muy pocos minutos para el final del partido, el equipo visitante había empatado de forma involuntaria. A pesar de que podían haber aprovechado esa circunstancia para acabar empatando, el equipo no quiso sacar partida a esa jugada. Dando una lección de auténtico juego limpio, y tras realizar el saque desde el centro, el Boreham Wood dejó que un jugador del Havant recorriese todo el campo y marcase un gol sin oposición alguna.
El partido acabó con victoria local por 2-1, pero el partido quedará recordado por la demostración del verdadero fair play. Todo un ejemplo de caballerosidad deportiva.