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Fórmula 1

Los cambios de esta temporada

Los mejores secretos de la Fórmula Uno

El equipo Lotus F1 Team cuenta algunas de sus anécdotas más desconocidas y su estrategia para el campeonato que empieza el 16 de marzo.

El equipo Lotus F1 Team cuenta algunas de sus anécdotas más desconocidas y su estrategia para el campeonato que empieza el 16 de marzo.
Equipo Lotus. | QUO

"Es la mayor revolución que ha vivido la Fórmula 1", asegura Luca Mazzocco, senior Marketing Account Manager de la escudería Lotus para referirse a los cambios que los equipos acometerán este año. "Pueden ser más decisivos de lo que en su día fue el chasis de fibra de carbono".

La reglamentación a la que se refiere Mazzocco puede dar la vuelta al marcador de las últimas temporadas. El nuevo diseño de los alerones, la limitación del uso de combustible de 150 a 100 litros por carrera, los motores turbo V6 de 1.6 frente a los V8 de 2.4 litros anteriores y un máximo de 690 kilos en vez de los 642 de 2013 para compensar una mecánica más pesada, entre otros cambios, dará a los equipos más pequeños una oportunidad de oro.

Adiós a los pilotos de gran estatura que, como Vettel, miden cerca de 1,80 m –1,76 m en el caso del alemán– y vivan los más pequeños, como Fernando Alonso y sus 1,71 m. "Me gustaría que volviera a la escudería", se sincera Mazzocco; "muchas veces me dan ganas de recordarle que es con nosotros con quien fue campeón del mundo. Es diferente, único".

Renault, la escudería con la que Alonso obtuvo sus dos títulos mundiales, es ahora Lotus, y anteriormente fue el equipo Toleman que acogió el debú de Senna en la F1. Nada tiene que ver con la marca Lotus Cars de Colin Chapman. En su nómina también han estado Giancarlo Fisichella, Jarno Trulli y Alex Wurz.

Cuenta Mazzocco que un día Fernando Alonso, enseñando las instalaciones de Lotus F1 Team a unos amigos, entró en uno de los laboratorios de suspensiones. En él, sobre un prototipo y gracias a siete actuadores hidráulicos, se suelen reproducir los movimientos tanto laterales como longitudinales que un determinado piloto ha tenido en un circuito.

Así sabe cómo se va a comportar un nuevo chasis en un trazado concreto, aunque nunca haya pisado su asfalto. Al ver aquella simulación, Fernando miró atentamente y aseveró: "Esos son los movimientos de mi coche en el circuito de Spa". "Yo me quedé atónito", confiesa Mazzocco. "Pedí al control que me lo confirmara y, efectivamente, así era".

Cerca de esta área, también el túnel del viento somete el monoplaza a diferentes ensayos aerodinámicos. Uno de los caballos de batalla con los que debe lidiar son las turbulencias que los neumáticos generan en la zaga del coche. Lo mismo ocurre con los alerones, elementos perturbadores como pocos debido a que su misión no es mejorar la capacidad de penetración del monoplaza, sino mantenerlo pegado al suelo.

En las instalaciones de Enston, cerca de Oxford, la actividad es frenética. Ordenada, pero frenética. A lo largo de la temporada se pueden ganar dos segundos por vuelta. Todo influye, y todo está medido, computado, evaluado… Gracias al código de barras de cada pieza, se sigue su trayectoria, los kilómetros que ha recorrido, el desgaste que ha sufrido…

Muchas de ellas, cerca de una treintena, se realizan mediante la técnica de prototipado rápido, es decir, una especie de impresora en 3D que en un tanque de resina y epoxi líquido va moldeando cada una de las partes según unos planos. El material producido se carga en camiones que salen hacia el circuito los viernes y sábados previos a cada gran premio.

Pero la fabricación no se detiene ahí. Durante los cinco días anteriores a la carrera se siguen haciendo piezas y piezas. Este último "cargamento" se traslada en avión. "He llegado a viajar con un alerón a cuestas", cuenta Mazzocco. "El caso más rocambolesco es cuando me presenté en el aeropuerto de Barcelona con ¡22 maletas! Aún recuerdo la estupefacción del personal de tierra, que no entendía por qué yo necesitaba tanto equipaje".

En los boxes del circuito le aguardan 42 personas, el máximo que permite el reglamento. Cada uno tiene su misión, desde controlar que la presión de las ruedas se estabilice en 18,5 PSI, hasta que el peso del piloto y el monoplaza no sobrepasen los 640 kg, pasando por que el sistema de arranque esté listo…

Los coches se ponen en marcha en los boxes, y si el monoplaza, por cualquier circunstancia, se detiene en medio del trazado, el piloto no podrá volver a encenderlo por sí mismo. No tendrá nada que hacer, salvo salir y volverse caminando. En marcha, sin embargo, tiene todo el potencial que le da la central de operaciones que es el volante. Con uno precio estimado de 30.000 dólares, en él se albergan las principales funciones: embrague, cambio de marchas, limitador de velocidad, conexión con boxes, control de la densidad de la gasolina, cambios en el diferencial, reparto de la frenada, mapa del motor, revoluciones y el botón drink, que les permite beber mediante una cánula ubicada en el casco. "Cuando arranca el gran premio, el agua está aún fresca", explica Mazzocco, "pero a los 20 minutos es caldo. Una vez le dije a Kubica que podían ponerle té y me respondió que yo lo decía en broma, pero que algunos pilotos ya lo hacían".

Lo que no hacen es bajar la guardia en materia de seguridad. Nada que ver con los dramas de los 80 y de los 90, que tantas víctimas generaron. Jackie Stewart suele narrar que cada año iban a dos o tres funerales. "Antes, la forma de conducir era física, explica Mazzocco. Un piloto sin músculos era un piloto sin ventajas. Debían ser fuertes. Ahora es mejor que sean como jockeys, muy ligeros y en forma, pero con poco músculo para evitar penalizar su peso". Durante la temporada se verá si tiene razón.

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