Hay una serie de jugadores que sólo valen para jugar de titular. Por mucho que se muevan, no encuentran su sitio. No se sienten cómodos en el banquillo. Iker Casillas, no es así.
No importa haber sido titular durante diez años sin que nadie le hiciera sombra en la portería. Hay un respeto a un club, a un entrenador y a un compañero, Antonio Adán. Todos ellos son más importantes que un cambio de posición. "Por encima de mí, está el equipo y el club. Adán tiene mi apoyo pero quiero demostrar que el míster se ha equivocado".
Y es que Casillas tampoco es uno de esos jugadores que una vez va sumando años en su DNI, va asumiendo que ya no es el mismo. "Tengo que demostrar que puedo volver a ser titular. Voy a competir con Adán de manera sana. Es también competir conmigo mismo. No viene mal de vez en cuando un pequeño toque de atención".
El meta, que ha afirmado que su temporada "ha sido buena, aceptable" y que "no ha estado tan mal", se ha dado cuenta de que sólo hay una receta para recuperar el puesto perdido. Viajar a esa época en la que César le quitó el puesto hace ya diez años. Tengo que "apretar mucho más los dientes y entrenarme más. El día que no tenga esa sensación de exigencia tendría que plantearme dejar esta profesión".
Tiene el respaldo del público, a quien ha agradecido los aplausos, pero no la confianza de la persona que decide si su autocrítica y trabajo es suficiente: Jose Mourinho. "No me ha molestado que Mourinho haya dicho que me he acomodado. Hay que estar todos unidos. Cuanto más apoyo, va a ser mejor, como dijo Cristiano"
Pese a todos sus títulos, años de experiencia, infinidad de situaciones, esta situación es casi nueva para él. Pero se la toma como un novato que se "reencuentra consigo mismo" ante el Celta en unos octavos de final de la Copa del Rey. Son sensaciones encontradas de un capitán que ejerce como tal pese a que ahora sean otros los que ganen y pierdan los partidos de su equipo, el Real Madrid.