Corría el minuto 38 de partido entre el Real Madrid y el Celta, de vuelta de octavos de final de la Copa del Rey, cuando Cristiano Ronaldo se dirigía hacia la portería rival y fue derribado en la frontal del área grande por Andrés Túñez. Los blancos ganaban entonces por 2-0, con un doblete del portugués.
Y la reacción de José Mourinho a la falta en principio no señalada sobre su compatriota no pudo ser más llamativa. El técnico saltó como un resorte del banquillo, agarró una pelota y la pateó furiosamente.
Dos de sus ayudantes, Aitor Karanka y Rui Faria, parecieron ni inmutarse ante la acción de su jefe, aunque sus rostros insinuaban cierta indignación con las decisiones del colegiado Ayza Gámez.
El árbitro valenciano al final también tuvo su parte de protagonismo el choque al anular un gol legal a Cristiano y expulsar de forma rigurosa a Sergio Ramos en la segunda mitad.