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Mucho más allá del codazo a Luis Enrique

El de 1994 fue un Mundial bonito y vibrante, a excepción de la final, con un nombre propio: Roberto Baggio. Para lo bueno y para lo malo.

El de 1994 fue un Mundial bonito y vibrante, a excepción de la final, con un nombre propio: Roberto Baggio. Para lo bueno y para lo malo.
Luis Enrique, sangrando, protesta al árbitro por el penalti no señalado. España volvía a casa en cuartos.

El Mundial de fútbol desembarcaba por fin en Estados Unidos. Era la jugada perfecta para tratar de reverdecer la liga de soccer estadounidense. Y es que no hay que olvidar que hubo un tiempo, no tan atrás, en que el fútbol, el soccer ahí, por difícil de creer que sea, fue el deporte rey en Estados Unidos. El Mundial fue un éxito. La recuperación de la liga, ya, es otra historia…

La fase de clasificación superó todos los registros, al inscribir 144 países, entre los que destacaban el ingreso de nuevas selecciones formadas después de la desintegración de países de larga tradición futbolística como la Unión Soviética, Yugoslavia o Checoslovaquia. También fue el regreso a un Mundial de Alemania como selección única. Hubo, como siempre, dos grandes ausencias: Inglaterra y Francia. Especialmente sorprendente fue ésta, que ya contaba con el cambio generacional esperado, encabezado por Cantona y Ginola, pero que se vio sorprendida en casa por Bulgaria. Luego, en el Mundial, se entendería por qué.

Una primera fase mortal

La primera fase deja sobre todo un triste y fatídico recuerdo para un futbolista: Andrés Escobar. Colombia (de la que Pelé llegó a decir que era una de las favoritas al título) quedó eliminada en la fase de grupos. Cayó ante Rumanía y ante Estados Unidos, y se impuso a Suiza. La afición culpó a Escobar por anotarse un gol en propia meta en su partido ante USA.

Pero un aficionado, de nombre Humberto Muñoz Castro, decidió llevar su ira mucho más allá. Decidió salir en busca de Escobar, ya de vacaciones en Medellín, y sin pensárselo le disparó hasta en doce ocasiones, provocando su muerte inmediata.

Mucho menos trágico, pero igualmente significativo, fue el final de Maradona. Tras algunos problemas ya con el dopaje, y ya de vuelta al fútbol argentino, llegó a Estados Unidos en un estado de forma envidiable. Él comandó la goleada ante Grecia (4-0), permitiéndose incluso el lujo de anotar uno de los tantos, y la victoria ante la sorprendente Nigeria (2-1).

Pero nada más concluir el encuentro, una doctora vino en su búsqueda para realizar un control antidopaje. Por qué tuvo que ser perseguido dentro del terreno de juego, en lugar de esperar a que llegara al vestuario, es algo que nunca se entenderá; por qué se le iba a realizar el control, era obvio. Diego Armando Maradona dio positivo por cinco sustancias prohibidas. Argentina no se recuperaría del mazazo: perdería el tercer encuentro y, aunque lograra el pase a octavos, no llegaría más adelante: caería ante Rumanía.

Otros momentos, más positivos, que nos dejó la primera fase los encontramos en la exhibición de Oleg Salenko, delantero de Rusia –entonces en el Logroñés- autor de cinco tantos en el mismo partido, en la goleada ante Camerún (donde por cierto seguía jugando Milla, a sus 42 años, cuatro años después de su enorme exhibición en Italia) o el sorprendente y extraordinario tanto del saudí Al-Owairan, emulando al mismísimo Maradona.

Con todo, todas las grandes selecciones lograron su pase a octavos; algunas, brillando, como Brasil, Holanda o Alemania, campeonas de sus respectivos grupos; y otras sufriendo de lo lindo, como Italia, que lo hizo con 4 puntos, igual que los otros tres equipos de su grupo, y que selló el pase gracias a que había sumado un gol más que Noruega.

España retoma la senda

Después del mazazo cuatro años antes, el objetivo de España era claro: llegar al menos a los cuartos de final, y a partir de ahí soñar con todo. Y equipo había para conseguirlo. A pesar de que para ello tuviera que protagonizar un épico partido ante la Dinamarca de Laudrup. Un duelo que quedará en la retina del aficionado español, en el que el equipo de Clemente logró un agónico pase después de jugar casi todo el partido con un hombre menos por expulsión de Zubizarreta, erigiéndose Cañizares en héroe y Fernando Hierro, autor del único tanto, en salvador.

Así, España llegaba a Estados Unidos con la moral alta, y liderada por un descomunal José Luis Pérez Caminero. Poco importó el desastre –y las lágrimas de Cañizares- en los minutos finales ante Corea, que remontó un 2-0 en los minutos finales. En la segunda jornada se sacó un buen punto ante la todopoderosa Alemania (1-1, gol de Goikoetxea). En la última jornada bastaba el empate, pero España superó con claridad a Bolivia (3-1), gracias al doblete de Caminero y al tanto de penalti de Guardiola.

Así, España alcanzaba los octavos de final, y no quería tropezar en la misma piedra que cuatro años atrás. Ahora el rival era Suiza, que había llamado la atención con su goleada por 4-1 ante Rumanía. Era la Suiza de los Geiger, Sforza, Sutter o Chapuisat, así que no iba a ser fácil.

Pero España completó un magnífico encuentro de principio a fin. Serio en defensa –podría decirse que Clemente alineó hasta a siete zagueros: Ferrer, Camarasa, Abelardo, Hierro, Sergi, Alkorta y Nadal- y lúcido en ataque. Como lo demuestra el soberbio gol de Fernando Hierro, arrancando desde su propio campo. Ya en la segunda mitad Luis Enrique y Txiki Begiristain desde los once metros iban a sellar el pase a cuartos de final. España regresaba al lugar que le correspondía.

Ahí iba a esperar Italia, que seguía pasando a trompicones, y que había encontrado en Roberto Baggio al único hombre al que aferrarse para creer en algo. Él igualó el choque ante Nigeria –que se había adelantado por medio de Amunike- en el último suspiro del tiempo reglamentario, y marcó el 2-1 para sellar el pase a cuartos.

Mientras tanto, Rumanía protagonizaba la sorpresa en octavos eliminado a Argentina; Bulgaria continuaba con su asombroso campeonato, eliminado a México; Holanda o Suecia también sellaban su pase… En definitiva, que solamente Brasil –que eliminó a la anfitriona- pudo evitar el pleno de selecciones europeas en cuartos de final. Era un Brasil contra Europa. Y ya saben quién ganó…

La diferencia entre Salinas y Baggio

España volvía a afrontar un partido de cuartos de final, con las esperanzas puestas en lo más alto. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, venía de dar una exhibición en octavos, mientras que su rival había pasado de rebote en la primera fase, y había necesitado de una prórroga en octavos. Pero claro, no contaban con que ese rival era Italia, y que en su equipo jugaba un tal Roberto Baggio, el mejor futbolista del campeonato.

Aunque no fue Roberto, sino Dino Baggio, quien adelantó a la azzurra con un certero disparo desde media distancia a los 25 minutos de juego. Ya en la segunda mitad Caminero, quién si no, igualaba el choque. El partido se abrió, los dos equipos dispusieron de buenas oportunidades, ambos reclamaron posibles penaltis, pero un detalle marcó la diferencia, y firmó la sentencia para España. Mientras Julio Salinas fue incapaz de transformar un claro mano a mano ante Pagliuca, meta italiano, con todo a su favor, Roberto Baggio aprovechó la suya: dribló a Zubizarreta, y marcó a puerta vacía. Entre una jugada y otra habían pasado apenas cuatro minutos. El tanto de Roberto Baggio fue en el 88. Dramático.

Y aún hubo tiempo para más. En el tercer minuto de la prolongación, un balón colgado al área de ataque española terminó con Luis Enrique en el suelo, sangrando abundamente. Tassotti le había propinado un terrible codazo, en lo que era sin duda un penalti que no vio el colegiado. El futbolista español se levantó entre sangre y lágrimas a protestar. Nunca una imagen representó tan bien el sentir de todo un país futbolístico. Una vez más, tocaba retomar el camino a casa de manera inaceptable.

La gran sorpresa búlgara

El gran partido de cuartos de final fue el que enfrentó a Holanda y Brasil. Puro espectáculo. No cabía esperar menos en un duelo que enfrentaba a magos del balón como Romario, Bebeto, Bergkamp, Rijkaard, Dunga o Aaron Winter. Los cariocas se adelantaron 2-0; Holanda igualó el choque y, ya en la recta final, Branco logró el 3-2 definitivo.

Mientras, Suecia se deshacía de Rumanía en la tanda de penaltis tras un vibrante partido que terminaba con el resultado de 2-2. Y Bulgaria se consolidaba como la gran revelación del campeonato, al eliminar a Alemania contra todo pronóstico, por dos tantos a uno.

La sorpresa era relativa. No en vano, era el equipo que se había cargado a Francia ya en fase de clasificación, y entre sus futbolistas contaba con jugadores de la inmensa talla de Kostadinov, Balakov, Letchkov o Yordanov, y un nombre que brillaba por encima del resto: Hristo Stoichkov. Bulgaria llegaba a Estados Unidos sin haber vencido ningún partido en sus participaciones mundialísticas; lo que hizo allí, quedó para la historia.

Otro espectáculo del divino codino

Eso sí, su caminó concluyó en semifinales, cuando le tocó medirse a Italia. O más bien, cuando le tocó medirse a Roberto Baggio. Lo explica mejor Hristo Stoichkov "El entrenador nos dijo que éramos mejores, que podríamos ganar el partido y plantarnos en la final, siempre y cuando tuviéramos cuidado con Roberto Baggio. Todos los jugadores nos conjuramos para detenerle. Era el gran peligro italiano. El único peligro. Así que todos trabajaríamos para que hiciera lo mínimo posible… Perdimos 2-1, con dos goles de Roberto Baggio".

Y es que el diez italiano, con su coleta característica que le valió el mote de il divino codino realizó en las semifinales una de las mayores exhibiciones en un partido mundialístico. Baggio fue clave en octavos; fue clave en cuartos; y fue clave en semifinales. Su campeonato estaba siendo una obra maestra. Su equipo ya estaba en la final.

A su vez, Brasil sacaba el otro billete para Los Ángeles tras lograr una sufrida victoria ante Suecia. Era la otra revelación del torneo, con futbolistas como Ingesson, Thern, Brohlin, Dahlin o Kennet Andersson. Pero Romario, en el minuto 80, rubricó la victoria de una selección brasileña que dominó el choque de principio a finl.

Ese penalti, ese maldito penalti…

Eso es lo que pensará Roberto Baggio, después de marrar el penalti que le podría haber dado el título de campeón del mundo a Italia. Pasó de héroe o villano por ese error. Podría ser considerado uno de los más grandes de la historia, de haber llevado él solito a Italia a ser campeona del mundo. Todo, por ese error. Qué injusto, sólo por un penalti…

Antes, el duelo había sido insípido. Impropio de una final. Los dos conjuntos tuvieron más miedo a perder que ilusión por ganar, y eso se reflejó en el ritmo del partido. Sin apenas ocasiones, Massaro dispuso de la más clara para Italia, y el palo evitó un tanto de Brasil tras un error de Pagliuca. Más fútbol se vio en la prórroga, aunque nuevamente sin goles. Así que había que acudir a la tanda de penaltis. La primera final de un Campeonato del Mundo que se decidía en esa suerte.

Cuando le llegó el turno a Roberto Baggio, Italia ya había fallado dos –Baresi y Massaro-, por uno de Brasil –Marcio Santos-. Del 10 dependía que su equipo siguiera con vida, no que venciera, ojo. No rechazó la responsabilidad, a pesar de haber acabado el partido muy maltrecho físicamente. Lo que sucedió después, es por todos conocido. El balón se elevó en exceso, y se marchó por encima del travesaño. "Fallé el penalti. Punto. Fue el momento más duro de mi carrera y me condicionó durante años. Todavía sueño con ello. Fue dificil salir de aquella pesadilla. Si pudiera borrar una imagen de mi vida deportiva sería esa", declararía Roberto Baggio años después.

El fútbol, una vez más, mostraba su cara más amarga. Después de haber guiado un equipo con muchos problemas hasta la final; de haber decidido en solitario los octavos de final, los cuartos de final, las semifinales a base de puro talento; de haber completado un campeonato eterno… todo se venía abajo en el último momento, en el último suspiro, en el último disparo. Todo lo hecho anteriormente, caía en el olvido; a partir de ese momento, la mayoría del fútbol mundial recordaría a Roberto Baggio por aquel penalti fallado. Qué injusto. Fútbol…

Ficha Técnica del partido:

Brasil, 0: Taffarel; Jorginho (Cafú, m.21), Aldair, Marcio Santos, Branco; Mauro Silva, Dunga, Mazinho, Zinho (Viola, m.106); Bebeto y Romario. Seleccionador: Carlos Alberto Parreira
Italia, 0: Pagliuca; Benarrivo, Mussi (Apolloni, 35'), Baresi, Maldini; Donadoni, Albertini, D. Baggio (Evani, m.95), Berti; Roberto Baggio y Massaro. Seleccionador: Arrigo Sacchi

Árbitro: Sandor Puhl (Húngaro)
Goles: -
Tanda de penaltis: Baresi, falla; Marcio Santos falla; Albertini, gol (0-1); Romario, gol (1-1); Evani, gol (1-2); Branco, gol (2-2); Massaro, falla; Dunga, gol (3-2); Roberto Baggio, falla
17 de julio de 1994, Rose Bow, Los Ángeles, 94.194 espectadores

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