Pep Guardiola anunció su marcha del Bayern de Múnich a final de la presente temporada. El técnico de Sampedor pone rumbo a la Premier League, donde previsiblemente entrenará al Manchester City.
En la temporada de su adiós, Guardiola tiene una obsesión: ganar la Champions League. A pesar de que futbolísticamente el conjunto bávaro ha presentado sus credenciales para ser considerado uno de los grandes favoritos, las informaciones internas que comienzan a salir a flote y que tienen gran similitud con situaciones del pasado, podrían suponer un gran obstáculo y hacer tambalear la candidatura del Bayern para levantar la Orejona.
Guardiola, que llegó al Bayern en 2013, sufrió, en sus dos primeras temporadas al frente del conjunto teutón, un extraño virus deportivo según se acercaban los partidos decisivos. ¿Los síntomas? plaga de lesiones -lo que derivó un enfrentamiento directo con el médico del equipo-, estado físico deficiente de muchos de los primeros espadas y ambiente enrarecido en el vestuario.
Como si de un deja vu se tratara, parece que esta temporada puede repetirse el guión de las anteriores. Según afirma el diario deportivo alemán Kicker, el ambiente en el vestuario del Bayern "no es bueno". Al parecer el técnico ha hecho llegar un correo electrónico a los jugadores a los que les insta a comportarse.
La publicación cita a un jugador del Bayern que no quiso revelar su nombre y que atribuye este mal ambiente por un lado a las muchas lesiones -ya han caído en un espacio corto de tiempo Lahm, Benatia, Boateng, Rafinha y Ulreich- y por el otro a la "relación interna entrenador-equipo. Los jugadores no comparten los métodos de entrenamiento de su entrenador, y tampoco les gusta su trato personal".
Al parecer, el técnico español echa humo por la actitud de algunos de sus jugadores y así se lo ha hecho saber en un correo "explosivo" enviado la semana pasada, según revela el periódico.
Entre otras cosas, Guardiola exige a los jugadores anunciar oficialmente los días libres que se toman para evitar posibles viajes innecesarios -en parte al extranjero- que puedan afectar el rendimiento del equipo antes de un partido.
Parece que al técnico catalán comienza a pesarle la presión al acercarse el tramo transcendental de la temporada. Los fantasmas del pasado, los síntomas de un virus letal, parecen atenazar a un Guardiola, que ya en la pretemporada se mostraba tenso -tuvo un fuerte enfrentamiento verbal con Thomas Müller- y que se resiste, a toda costa, a abandonar el Bayern sin pena ni gloria -en las Bundesliga ha hecho historia pero en Europa, si está temporada no consigue un buen resultado, la sensación de fracaso le acompañará en su viaje a las islas británicas-.
¿Se extenderá esta temporada el mismo virus por el plantel bávaro que debilitó a los teuones en el pasado, o en esta ocasión el diagnóstico precoz hará que Guardiola desarrolle una eficaz vacuna?