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Premier League

¿El principio del fin de Arsene Wenger?

Tras caer en semifinales de la FA Cup ante el Watford, el técnico galo atraviesa su peor momento en sus 19 años como técnico Gunner.

Tras caer en semifinales de la FA Cup ante el Watford, el técnico galo atraviesa su peor momento en sus 19 años como técnico Gunner.
A Wenger se le agota el crédito | EFE

El puesto de Arsene Wenger en el banquillo del Arsenal, por primera vez en 19 años, no está garantizado para la próxima temporada. La sequía de títulos importantes ha terminado por desesperar a una afición que, poco a poco, se ha ido desencantando con el técnico galo.

La derrota en su propio estadio del Emirates ante el Watford de Quique Sánchez Flores por 1-2, en las semifinales de la FA Cup, pone a Wenger al filo del precipicio. Tras caer en Copa, a 8 puntos del líder Leicester y con la eliminatoria de los 1/8 de Champions prácticamente imposible -perdieron 0-2 ante el Barcelona en la ida-, este verano se vislumbran aires de cambio en el Arsenal.

Wenger revoluciona al Arsenal y la Premier

Allá por 1995, la directiva del Arsenal quiso dar un giro radical a su equipo. Los Gunners siempre habían sido una escuadra importante en las Islas, con las armas del típico fútbol inglés -juego directo e intensidad defensiva-. Era el Arsenal un equipo que se sentía cómodo en el barro, que estaba lleno de tipos duros. La llegada de un entrenador con una filosofía de juego totalmente diferente, supondría un lavado de cara integral para el equipo del este de Londres.

Sus inicios no fueron sencillos. La prensa y la afición cuestionaron a un entrenador sin experiencia en la Premier, que llegaba del fútbol francés donde había ganado una Copa y una Liga con el Mónaco, y cuya personalidad con aires de prepotencia y aparente clase alta, hacían dudar de su idoneidad para un club rústico y rudo como el Arsenal. Sus innovadoras medidas, estaban en tela de juicio. Prohibió comer chocolate antes y después de un partido, nada de ingerir cerveza en los días libres...normas que parecían una utopía para la época.

Pero lo que verdaderamente introdujo el bueno de Wenger en el fútbol inglés, fue un nuevo estilo de juego. El balón pasó a ser el mejor amigo de su equipo. Antes, en el viejo Highbury había una premisa. Una vez que los Gunners recuperaban el balón en campo propio, debían golpearlo y hacerlo llegar cuanto antes al área rival. Ahora, en los entrenamientos, sus jugadores tenían prohibido lanzar pelotazos desde su propio terreno de juego. Ya no había que maltratar el esférico, era tiempo para acariciarlo, mimarlo. Una de sus líneas maestras era intentar salir con el balón jugado, sin prisa y con precisión. A partir de 3/4 de cancha, la verticalidad se convertía en la seña de identidad. Asociaciones a uno o dos toques buscando generar espacios en el entramado defensivo rival.

Fue Wenger el primer osado que se atrevió a luchar contra el típico pelotazo inglés. Una filosofía que empezó a dar resultado en su segunda temporada. El Arsenal conquistó la Premier y la Copa de Inglaterra sorprendiendo y cerrando las bocas de todos los que alguna vez dudaron de él.

A partir de ahí, el Arsenal empezó a ser referente de la élite europea. Volvieron a repetir doblete de Liga y Copa en el 2002. En 2004 ganaron la Copa y en 2003 y 2005 la Premier.

Su punto álgido fue en el 2006 cuando logro llevar al Arsenal a la final de la Champions League, partido que perdería frente al Barcelona de Frank Rijkaard y Ronaldinho, pero que sirvió para que, al fin, los aficionados del Arsenal pudieran disfrutar viendo a su equipo codearse con los mejores en la máxima competición continental.

Wenger además de su gusto por el buen fútbol, destaca por su especial olfato para detectar talento. Descubrir mirlos blancos siempre ha sido su especialidad, junto a la valentía para darles la alternativa. Nunca le tembló el pulso a la hora de apostar por el talento, por muy imberbe que este sea...Thierry Henry, Cesc Fabregas o Robin Van Persie son ejemplos de su buen ojo. La última perla pulida por Arsene es el español Héctor Bellerín, futuro lateral derecho de la selección.

Wenger lleva más de 19 temporadas impartiendo clases en la Premier League y sus más de 1000 partidos con el Arsenal le convierten en una leyenda que llegó para poner patas arriba los cánones del fútbol inglés. Aportó color, alegría y dinamismo a un juego que aún estaba instalado en el blanco y negro. Su abecé futbolístico cambió por completo el rumbo de la Premier League.

La flor que se marchita

Bajo su batuta, los gunners cambiaron de casa. Atrás quedó el viejo Highbury, donde cabían 38.000 personas, sin asientos, y fue momento de dar la bienvenida al nuevo hogar: el Emirates. donde el conjunto del este de Londres se embolsa por cada partido como local un millón de libras. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Reventó la burbuja inmobiliaria, se multiplicaron por tres los costes de la urbanización del nuevo estadio y el francés tuvo que comprometerse con los dueños del club a clasificar al equipo para la Champions durante cuatro años consecutivos y, al tiempo, vender a una de sus estrellas al finalizar cada curso futbolístico.

Durante años, la afición se lo agradeció, pero de un tiempo a esta parte le han pedido más títulos y menos beneficios, y han surgido voces muy críticas desde las gradas del Emirates. Y no sin razón. Desde hace dos años, con el presupuesto ya cuadrado, Wenger dispone de unos 80 millones de libras cada temporada para retocar la plantilla a su antojo. Llegaron jugadores de la talla de Özil o Alexis Sánchez, pero ahí se cortó el grifo.

Tras convertirse en una leyenda del Arsenal, el problema de Wenger es que no ha sabido reinventarse. Sus métodos de entrenamiento y su filosofía de juego son innegociables. Como parece que también lo es el hecho de caer por decreto en los octavos de Champions porque tu estilo de juego va como anillo al dedo a rivales tipo Barcelona o disponer una temporada sí y otra también de una lista interminable de lesionados. Otro de los pecados de Arsene es el hecho de no saber aprovechar el mal momento de históricos como el Chelsea, el Liverpool o el Manchester United, fallando en los momentos clave. Por último, la cascada de mirlos blancos sacados de la chistera por el galo parece que comienza a menguar. Nada le sale bien al Le Professeur.

Las dos F.A Cups conseguidas en las pasadas dos temporadas aliviaron su situación, enmascarando la realidad. La afición que antaño le idolatraba, comienza a estar muy quemada. La luz que iluminaba a los Gunners, poco a poco, se va apagando.

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