La estructura del nuevo Camp Nou salió a la luz el pasado martes. Un estilo arquitectónico impresionante, japonés sin muros, que ha hecho las delicias de todos los culés. Pero no todo fue un camino de rosas en el proceso de elección. Un topo, miembro del jurado, filtró a La Vanguardia el nombre del ganador del diseño del futuro estadio azulgrana.
Había cuatro proyectos, y se sabía de antemano que había uno favorito, pero se desconocía su identidad. El topo no se pudo mantener callado, y filtró el proyecto ganador antes, incluso, de que el jurado se reuniera para decidir, supuestamente, dicho ganador. La filtración dejó con el culo al aire al jurado de Espai Barça, y en ridículo a las otras tres candidaturas que hacían una última presentación de su proyecto mientras en las redes sociales ya se conocía que el proyecto del estudio Nikken Sekken era el ganador. Además provocó la indignación de Josep Maria Bartomeu.
Lo que enfureció al presidente azulgrana fue que la filtración del ganador incluyese una imagen del futuro Camp Nou, material, supuestamente, de alto secreto que, más allá de la audacia y la exclusiva periodística, revela la existencia de un topo en el jurado, de alguien que nunca debió formar parte de él según entienden el presidente y el resto de los miembros, todos ellos responsables de mantener rigurosamente la confidencialidad del proceso.
El presidente, que será implacable si el chivato ha sido un directivo, quiere llegar hasta el final y conocer quién es el culpable de una situación tan surrealista para un proyecto supuestamente tan serio y relevante. La caza del topo ha empezado.