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Cesare Prandelli, un devoto religioso marcado por la tragedia de su mujer

Conozcamos un poco mejor al nuevo entrenador del Valencia, un referente en Italia pero semidesconocido en el resto de Europa.

Conozcamos un poco mejor al nuevo entrenador del Valencia, un referente en Italia pero semidesconocido en el resto de Europa.
Imagen de Cesare Prandelli durante su etapa al frente de la selección italiana. | EFE

Cesare Prandelli es un entrenador sobradamente conocido en Italia. No en vano, ha recibido dos Panchina d’Oro (premio al mejor técnico del calcio), e incluso ha dirigido a la selección azzurra con notable éxito, llevándola a la final de la Eurocopa en la que sucumbió ante España.

No obstante, fuera del país transalpino su nombre es menos conocido. Tan solo una breve aventura en Turquía ha sido su guarismo en el extranjero. Ahora ha sido el elegido para recuperar el rumbo en la nave valencianista. Un entrenador de sobra capacitado para ello, para quien éste sólo será un reto más de los muchos, y muy duros, que se ha encontrado en el camino.

Marcado por enfermedad de su mujer

Como futbolista, Cesare Prandelli, nacido en Orzinuovi, en la provincia de Brescia, el 19 de agosto de 1957, y formado en la Cremonese, pasó la mayor parte de su carrera en la Juventus. Allí, jugando como centrocampista defensivo pero no exento de calidad, logró tres Ligas y una Copa de Europa, viviendo el desastre de Heysel en primera persona. Se retiró en el Atalanta, en 1990, y ahí fue donde comenzó su andadura como entrenador, en las categorías inferiores primero para terminar en el primer equipo hasta 1997.

Tras una temporada mediocre en el Lecce, desembarca en el Hellas Verona, donde consigue su primera hazaña, al llevar a la escuadra a la Serie A en su primer año, y dejarla en el noveno puesto en el segundo; de ahí, traspaso al Venezia, donde repite ascenso, y en 2002 llega al Parma. Puede decirse que Prandelli fue el último entrenador del gran Parma, pues en dos temporadas consigue dos quintos puestos pese a los múltiples problemas que ya acuciaban a la escuadra, la revalorización de grandes talentos como Mutu o Adriano y el lanzamiento de Gilardino.

Todo esto le lleva a la Roma en el verano de 2004, en uno de los mejores momentos del conjunto romanista. Se le auguraba un inmenso futuro de la mano de un equipo que había hecho una gran inversión. Pero antes de comenzar la liga abandona el conjunto para cuidar de su mujer, Manuela, a quien le habían detectado un cáncer de pulmón. "Ella era mi prioridad. Quería estar cada minuto con ella. Muchos se sorprendieron de mi decisión, pero para mí era lo natural", explicaba en una entrevista en La Reppublica.

En esa situación pasará un año entero, centrando toda su atención a su mujer. Incluso decide no volver a entrenar más hasta que su mujer se recupere. Pero su entorno le convence de regresar, y lo hace al año siguiente a la Fiorentina. Una Fiorentina que volvía a la Serie A después de su sanción que le llevó hsta la C2, y que decide otorgar a Prandelli todo el poder para un proyecto a largo plazo. Y comienza un precioso idiliol

Un romántico del fútbol

Cualquier equipo dirigido por Prandelli ha destacado por su elegante fútbol de ataque, algo poco habitual en el calcio, aunque, como buen italiano, sin descuidar para nada el trabajo defensivo. Eso le llevó hasta la exquisitez en la Fiorentina, donde la respectiva confianza entre directiva, entrenador y plantilla dejó cinco años fantásticos.

En su primera temporada, el entrenador bresciano pone toda su confianza en el hasta entonces defenestrado Luca Toni, y no le salen mal las cosas: la Fiore termina cuarta, en posiciones de Champions League, y Tonigol logra la bota de oro. Pero el famoso calciopoli dejó a los viola sin opción de ir a Europa, y con un serio obstáculo de cara a la temporada siguiente, al comenzar con quince puntos menos; aun así, los de Prandelli salvan la temporada finalizando en un meritorio sexto lugar, que da acceso a la UEFA.

Los siguientes años, ya con una mayor tranquilidad y con una confianza ciega en la labor del técnico, la Fiorentina entra en Champions, quedando por delante de equipos con aspiraciones a priori más altas. Una semifinal de la UEFA y una aceptable presencia en la Copa de Europa, donde cae en Octavos de Final ante el Bayern de Munich, a la postre subcampeón, tras dos partidos épicos, completan dos excelentes temporadas.

Y todo eso a pesar de que entre medias fallece su mujer, Manuela Caffi, quien no pudo ganarle la batalla al cáncer. Prandelli entró en una depresión, que incluso le hizo estar unas jornadas alejado de los banquillos. "El fútbol enamora, pero a mí sólo me enamoró ella", declararía poco después de su muerte. "Pienso que una persona que hemos amado tanto vive dentro de uno, hasta que le toca morir a uno a su vez".

Se escudó en el fútbol y en la religión para superar el trance. Y volvió con una Fiorentina aún más fuerte. Porque queda sobre todo el poso de un equipo bien logrado, bien trabajado hasta el último milímetro por Prandelli; que se repone una y otra vez de las continuas bajas que sufre el equipo, con jugadores que recalan en equipos más potentes.

Recuperación de la selección italiana

Es por eso que Prandelli es el elegido en el verano de 2010 para sustituir a Lippi como seleccionador nacional, después del fracaso de Italia en el Mundial de Sudáfrica. Y, fiel a su estilo, consigue una Italia diferente a lo que nos tiene habituados, más atacante que nunca, que consigue –eso sí es más habitual- muy buenos resultados.

Lo demuestra la Eurocopa de 2012, en la que Italia sólo perdió un partido, en la final ante España, después de eliminar a Croacia en la fase de grupos –victoria a la que le siguió una peregrinación de 21 kilómetros a pie hasta un monasterio para agradecer a Dios el pase a cuartos-, a Inglaterra en Cuartos, y a Alemania en semifinales. Con doblete de Balotelli, quien con Prandelli fue capaz de mostrar su mejor versión, dejando aparcadas sus aventuras fuera de los terrenos de juego.

No era la primera vez que Prandelli demostraba saber sacar lo mejor de cada uno de sus discípulos, así como tener la mano izquierda suficiente para que todos sus futbolistas se sientan a gusto, pero también la seriedad que se requiere para llevar a jugadores como Adriano, Mutu o el propio Balotelli.

En el Mundial de 2014 Italia no fue capaz de pasar de la fase de grupos, quedando apeada por Costa Rica, la gran revelación, y Uurugay. Y eso que comenzó ganando en su duelo ante Inglaterra… Nada más regresar de Brasil, fue el propio Prandelli quien decidió dimitir de su cargo. Dijo que solamente era un acto de coherencia.

El elegido del Valencia

Su siguiente etapa fue el Galatasaray turco, en su primera aventura fuera de Italia. Pero no le fueron demasiado bien las cosas. Cuatro meses después de su llegada era despedido, tras caer eliminado en la primera fase de la Liga de Campeones. Desde entonces, desde noviembre de 2015, no se ha vuelto a sentar en un banquillo. Afirmando desde entonces que no aceptaría cualquier cosa, sino que siempre estudiaría una opción viable.

Ahora, en el Valencia esperan que Prandelli sea el entrenador que llevó a la excelencia a la Fiorentina, el que maravilló a todos con el fútbol de la selección italiana en 2012, el que supo sacar lo mejor de plantillas que no estaban hechas para cotas tan altas como alanzaron, el que dirigió vestuarios complicados para obtener resultados brillantes… el que mañana dé el primer golpe en la mesa en su partido ante el Barcelona.

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