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Castilla y León

León ruge de nuevo: la Cultural vuelve a Segunda 42 años después

La Cultural Leonesa jugará en 2ª tras más de 40 años de travesía por el desierto. Llamazares y De la Barrera, nombres propios del ansiado ascenso.

La Cultural Leonesa jugará en 2ª tras más de 40 años de travesía por el desierto. Llamazares y De la Barrera, nombres propios del ansiado ascenso.
Rubén de la Barrera, técnico que ha conseguido ascener a la Cultural tras 42 años de travesía por el desierto | AGENCIAS

León está de enhorabuena. 42 años después, los leoneses podrán disfrutar de fútbol profresional. La Cultural Leonesa vuelve a segunda división tras firmar una temporada de ensueño: primero del Grupo I de la división de bronce del fútbol español y derrotando con solvencia al Barcelona 'B' en el duelo de campeones que dirimía una posición de ascenso.

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Locura tras el final del partido

Con un Reino de León a reventar, más de 13.000 almas, los de Rubén de la Barrera culminaron con el triunfo por 2-1 ante el filial culé -ya ganaron 0-2 en la Ciudad Condal- el sueño de toda una ciudad.

El ascenso de la Cultural no es casualidad. Es el fruto del trabajo bien hecho. Desde Libertad Digital desgranamos algunas de las claves que han llevado a la 'Cultu' a la división de plata del fútbol español.

Felipe Llamazares y Aspire Academy

La Cultural y Deportiva Leonesa, equipo histórico del fútbol español con más de 90 años de vida, llevaba cuatro décadas sumido en una profunda crisis deportiva. Anclado en la deficitaria e hipertrofiada Segunda B, en León añoraban fútbol de primer nivel. Desde su conversión en Sociedad Anónima Deportiva, en 2001, con la llegada de un nuevo y coqueto estadio -Reino de León-, fueron muchos los buitres privados que se acercaron intrigados por el tufillo a dinero.

Con el paso de los años y la llegada de la crisis del ladrillo, esos mismos buitres accionistas privados fueron abandonando el barco, dejando un agujero de 6 millones de euros imposible de soportar en la división de bronce. En diciembre de 2010 la Cultural llegó a solicitar su liquidación, aunque finalmente logró sortear la desaparición.

El club descendió administrativamente a Tercera y se vio envuelto en el habitual circo que rodea a los equipos en apuros: empresas fantasma, millonarios desconocidos y agentes de dudosa reputación merodeaban en torno al moribundo con promesas de inversiones tan maravillosas como surrealistas. A trancas y barrancas, la Cultu logró el retorno y la permanencia en Segunda B, pero los problemas económicos no tardaron en volver a escena.

Camiseta esmoquin aparte, la imaginativa búsqueda de recursos había sido totalmente infructuosa. La deuda seguía aumentado y en el verano de 2015 se llegó a la situación límite; o se abonaban 200.000 euros o la sociedad se liquidaba. Tras vivir momentos de estrés y melancolía por ver morir a un clásico, la creatividad del gerente (y exárbitro ACB) Felipe Llamazares, lo cambió todo. Llamazares ha conseguido asegurar, gracias a su ingenio, la viabilidad de la Cultu.

La Cultural y Deportiva Leonesa pasa a ser propiedad de Aspire Academy, organización qatarí. La operación, cerrada en torno a 1’7 millones de euros (cantidad de la que Aspire ya ha ingresado 200.000 euros para hacer frente a los impagos que amenazaban con un nuevo descenso administrativo), supone la liquidación total de la deuda culturalista.

Llamazares explica a Libertad Digital en que consiste el proyecto de Aspire:

Una organización gubernamental montada en Qatar para formar y promocionar a los jóvenes, no solo en el deporte sino también como personas. Forman, prácticamente, a todos los futbolistas que están llegando a la selección de Qatar. Disponen de uno de los centros de alto rendimiento más importantes del mundo que ha revolucionado los entrenamientos con un gimnasio vanguardista que está bajo la dirección del exmadridista Valter Di Salvo. Tienen otro centro de formación de jóvenes en África y quiere montar, que es lo que se está haciendo ya, otro centro de formación de futbolistas y de personas en España con la Cultural, para que lleguen al mundo profesional del fútbol. Servirá como respaldarazo definitivo al fútbol base leonés ya que dispondrán de unas instalaciones, entrenadores y trabajo especializado y personalizado

Un proyecto sólido y diferente, ya que la inversión no consiste en fichar a base de talonario, sino en instalaciones, técnicos... en poner unos buenos cimientos para construir un proyecto a largo plazo.

Academy, por tanto, ha salvado a la Cultural pero el mérito del ascenso no está vinculado al dinero qatarí, ni mucho menos. La buena labor del entrenador, Rubén de la Barrera, ha sido capital en el éxito deportivo de esta campaña.

Rubén de la Barrera

A sus 32 años, el técnico gallego sigue haciendo historia. Un apasionado de la estrategia, la pizarra y el laboratorio. Con 19 años dejó de correr detrás del balón para comenzar una fulgurante carrera como entrenador. Se forjó en el Ural, el Arteixo y en el Montañeros. Con 23 años ya disponía del título nacional. Su descubridor, el que le dio la alternativa para pasar de entrenar, con tan solo 25 años, un equipo de juveniles a un conjunto de Tercera, el que apostó de verdad por él fue Millán Vieco, por entonces Director Deportivo del Villaralbo, un equipo de un pueblecito de Zamora de tan solo 1800 habitantes, que por entonces se codeaba con los grandes del Grupo VIII de la Tercera División.

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De la Barrera, el maestro de la Cultural

Millán había acudido a Vigo para presenciar un partido del Celta 'B'. El encuentro era el domingo así que decidió aprovechar la tarde del sábado e ir a La Coruña a ver al Montañeros. Allí, en plena grada, coincidió con Rubén de la Barrera. Un encuentro que pudo cambiar la vida del técnico gallego. Cosas del caprichoso destino. A sus 25 años, De la Barrera entrenaba a los juveniles del Montañeros. Dos horas de conversación bastaron. Millán lo tenía claro: Rubén era especial. Descubrió tanto talento en ese joven, que el vallisoletano se atrevió a lanzar una profecía:

Atónito, De la Barrera escuchaba sin pestañear.

Tan prendado quedó Millán Vieco de las aptitudes del técnico, que tras pasar la noche en vela dando vueltas en su cama del Hotel México, peleándose con su almohada, alucinado del mirlo blanco que horas antes, por pura casualidad, había descubierto, a la mañana siguiente se tiró a la piscina. Mandó un mensaje a De la Barrera y le prometió que la próxima temporada sería el entrenador del Villaralbo. La respuesta de Rubén, no se le va de la cabeza al bueno de Vieco.

Esta vez, la ilusión de Rubén no caería en saco roto. Millán no le falló. De vuelta a Zamora, convenció a su presidente, José Fernández, para que apostara la temporada siguiente por De la Barrera como técnico. Un chaval de 25 años dando instrucciones en la banda a jugadores de 35 o 36 como Sergio Lomba o Cordón. Una apuesta, sin duda arriesgada. El saltó de Infantiles a Tercera podía pasar factura a un Rubén que jamás había salido de casa. Nada más lejos de la realidad. El ojo de halcón de Vieco dio en el clavo. De la Barrera tenía madera de entrenador de quilates. Por la manera de ver el fútbol, por como lo explica, por su tremenda personalidad. Así comenzaba la carrera como técnico profesional de un entrenador que dará que hablar y cuyo nombre ya está señalado en rojo en la cartera de los grandes.

Tras dos años en los que rozó el ascenso con el Villaralbo, tocaba empezar de nuevo. Necesitaba tomarse un año sabático para respirar. Seguir formándose y comiéndose los campos modestos para empaparse de uno de sus grandes amores: el fútbol. En julio de 2013, aún sin equipo, Rubén esperaba una llamada de un proyecto ilusionante. Por aquel entonces, el Guijuelo de Segunda B, buscaba entrenador. El presidente, Jorge Hernández, tiró de contactos. Llamó a Millán para que le diera su opinión sobre un puñado de técnicos. Vieco le habló claro: "Jorge, si quieres jugar el Play Off de ascenso el próximo año, ficha a De la Barrera". Escéptico por la falta de experiencia del coruñés, Jorge terminó haciendo caso al, por entonces, secretario técnico del Real Valladolid. De la Barrera destapó el tarro de las esencias en la capital mundial del buen jamón. Por primera vez en su historia, el Guijuelo jugó la fase de ascenso.

Los buenos informes que dejó Vieco en las oficinas de Zorrilla ayudaron para que el equipo que preside Carlos Suárez apostará por Rubén como técnico del filial vallisoletano. En Pucela firmó una gran temporada en la que dejó constancia de su gustó por el buen fútbol. Tras firmar por una temporada, De la Barrera decidió no renovar con los albivioletas. Vuelta a Guijuelo -volvió a disputar la fase ascenso a Segunda- y el verano pasado, llamada desde León, donde ha conseguido hacer historia. Él ha sido el guía, el líder de un equipo que hizo 14 fichajes en el mercado estival. Consiguió juntar las piezas para formar una maquina de jugar al fútbol en el que, a pesar del talento de hombres como Alex Gallar -en el mercado invernal fue tentando por el Real Valladolid y el Mallorca, entre otros-, Benja -pichichi del equipo leonés con 24 tantos-, Colinas , Yeray González o Mario Ortíz, lo que más destaca es el colectivo.

Ahora, siete años después, la profecía de Millán Vieco ya no parece una utopía.

Afición

León estaba hambrienta de emociones. La afición leonesa ansiaba volver a disfrutar de fútbol profesional. Tras ver las orejas al lobo en el verano de 2015, la Cultural estuvo en coma profundo rozando la muerte, los leoneses se volcaron con su equipo. Desde el principio de curso se creó una comunión perfecta entre equipo y afición.

A pesar de la enorme temporada firmada por los pupilos de Rubén de la Barrera, hubo momentos en los que el equipo flaqueó. Tras la eliminatoria copera contra el Real Madrid, la Cultural sumó 1 triunfo en cinco jornadas. Ahí la afición tiró del carro. Igual que en la recta final, cuando tras perder con el Celta 'B' en León y empatar en Pontevedra, el equipo leonés cayó a la tercera plaza, superado por el filial céltico y el Racing de Santander.

Ahí, en el peor momento, resurgió el León. La ciudad rugió y llevó en volandas a su equipo, que consiguió recuperar el primer puesto. Tras vivir la cara más amarga del fútbol, tras una travesía eterna por el desierto, los leoneses vuelven a sonreír.

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